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Adán Farías
DISEÑO GRÁFICO Y EDITORIAL
ISBN:
978-958-8827-81-0 (e-book)
Bogotá D. C., diciembre de 2015
Primera edición: Ministerio de Cultura, Biblioteca Nacional de Colombia, 2015
Presentación: © Luis Castellví Laukamp
Licencia Creative Commons:
Atribución-NoComercial-Compartirigual,
2.5 Colombia. Se puede consultar en:
+El San Ignacio de Loyola. Poema heroico (Madrid, 1666) es una de las obras más fascinantes del Barroco hispanoamericano. Fue escrito por el jesuita Hernando Domínguez Camargo (Bogotá, 1606 – Tunja, 1659) durante las tres últimas décadas de su vida, que transcurriría en pequeñas poblaciones al noreste de Bogotá tras su expulsión de la Compañía de Jesús (1636). La epopeya narra la biografía del santo desde su nacimiento (1491) hasta la muerte de su discípulo Diego de Hoces (1538), dos años antes de que la Compañía obtuviera la aprobación papal (1540). La redacción de la obra quedó truncada por la muerte de su autor, que no pudo abarcar el período final de la vida de San Ignacio (1539-1556).
+Domínguez Camargo también escribió seis poemas de menor envergadura y un texto satírico de crítica literaria, pero el Poema heroico es su obra más importante. No obstante, dada su temática europea, ninguno de los Estados en los que se desgajó el Virreinato de Nueva Granada tras las guerras de Independencia lo reivindicó como su épica fundacional. Si a ello añadimos su extensión (8.928 versos), los tradicionales prejuicios anticulteranos del hispanismo, y el desinterés de nuestro tiempo en la épica hagiográfica, se comprende el limitado impacto de la obra. A pesar de sus méritos, el Poema heroico permaneció en el olvido durante tres siglos.
+La rehabilitación de Luis de Góngora llevada a cabo por Dámaso Alonso y otros estudiosos de la generación de 1927, como Gerardo Diego, propició el redescubrimiento de algunos de sus seguidores en América, incluyendo a Domínguez Camargo. No obstante, a diferencia de otros autores virreinales —Espinosa Medrano, Sigüenza y Góngora, y sobre todo Sor Juana—, el poeta neogranadino sigue siendo poco conocido entre los especialistas, por no hablar del lector culto medio. El objetivo, pues, de la presente edición digital de la parte más representativa de la obra poética de Domínguez Camargo tiene como propósito contribuir a la divulgación de su obra.
+Al igual que las Soledades de Góngora, su principal modelo, el Poema heroico de Domínguez Camargo llama la atención por su hibridez poética. Por una parte, su título, protagonista —san Ignacio de Loyola, un héroe universal para el catolicismo—, estructura, métrica, y tono parecen indicar que el poema pertenece al género épico. En este sentido, dos autores virreinales (Belmonte Bermúdez, 1609; Oña, 1639) y uno peninsular (Escobar y Mendoza, 1613) ya habían dedicado sendos poemas épicos al santo de Loyola. Domínguez Camargo entroncó su obra en dicha tradición, añadiendo pinceladas provenientes de la lírica devocional —por ejemplo, hay ecos de Lope de Vega, Valdivielso, y Paravicino en su tratamiento de la crucifixión—.
+Por otra parte, la poesía de Góngora le animó a superar a sus antecesores de la órbita jesuita —sobre todo a Escobar y Mendoza, de quien Domínguez Camargo calca el patrón biográfico del santo canto a canto— en la búsqueda de un lenguaje y una estética que fueran más allá de la mera hagiografía en verso. De ahí que el poema abandone a su protagonista con una frecuencia inusitada para describir banquetes, ciudades como Roma y Venecia, vestidos ostentosos, paisajes campestres, tormentas marinas, animales e insectos, así como un sinfín de objetos sacros y profanos.
+En consecuencia, del mismo modo que, en las Soledades, el vagar sin rumbo del peregrino constituye un pretexto para la representación poética de la naturaleza, los viajes de san Ignacio parecen desempeñar una función igualmente secundaria en el Poema heroico. No sorprende, por tanto, que sean precisamente las descripciones los pasajes que antólogos como Henry Luque Muñoz tienden a seleccionar y el lector a recordar. Aunque la corteza del poema pueda parecer épica, su núcleo es más bien descriptivo. En efecto, es en este tipo de digresiones donde Domínguez Camargo brilla con luz propia por la lucidez de su mirada, su prodigalidad, y la original reelaboración tanto de los modelos sacros y líricos como, ante todo, de las Soledades. A pesar del contenido doctrinal de la obra, plenamente enmarcado en la Contrarreforma, Domínguez Camargo a menudo descuida el molde de guardián de la ortodoxia en aras de la experimentación estética.
+El poeta elabora su obra recomponiendo fragmentos de otras piezas, como si de un mosaico se tratase, sin que parezca importarle que teselas contiguas no siempre encajen entre sí. Es más, Domínguez Camargo parece complacerse en su ruptura con el mundo como narración —esto es, la hagiografía tradicional— hacia una visión del mundo como yuxtaposición, más cercana a la poesía lírica, o incluso a las artes visuales. No es casual que, a lo largo de su vida, cuya primera mitad transcurrió en importantes centros urbanos del Virreinato del Perú —Bogotá, Tunja, Quito, Cartagena—, el poeta cultivara el coleccionismo. Así lo demuestra su testamento, donde constan decenas de obras de arte. Bien pudo influir la pintura en este aspecto del Poema heroico, tan dado a la digresión descriptiva en detrimento de la trama principal.
+La exuberancia lírica no es el único obstáculo que se yergue entre el lector y el contenido religioso del poema. En su momento, Lope ya advirtió de los riesgos de utilizar el estilo culto de Góngora con fines devocionales. Dado su hermetismo, tal lenguaje le pareció inapropiado para la predicación —véanse los versos 12-14 del soneto Contra los que predican en culto: «Dejad, oh padres, los conceptos vanos, / que Dios no ha menester filaterías, / sino celo en la voz, fuego en las manos»). En este sentido, el estilo gongorino de Domínguez Camargo puede llegar a aturdir por el abuso del hipérbaton, los frecuentes latinismos, las referencias mitológicas, y el afán conceptista de relacionar elementos dispares mediante audaces metáforas. Por momentos, la balanza entre el proselitismo y la estética, siempre en frágil equilibrio, parece decantarse hacia una poesía destinada, no tanto a nutrir la fe de los lectores, sino a despertar su asombro y admiración.
+No podía ser de otra manera, pues el credo poético de Domínguez Camargo le impedía consagrarse a una literatura para los muchos. Al igual que Góngora, el poeta virreinal se daba por satisfecho con ser leído por unos pocos lectores con discernimiento. Como texto barroco, el Poema heroico se sirve del culteranismo para revestirse de un halo de misterio y autoridad. Domínguez Camargo hubiera suscrito la famosa —y atribuida— Carta en respuesta de Góngora a un detractor anónimo, donde el poeta cordobés sostiene que sólo los lectores capaces podrán «quitar la corteza y descubrir lo misterioso que encubren» sus versos.
+Por si lo anterior no fuera suficiente, Domínguez Camargo decidió ignorar América casi por completo mediante un ejercicio de extrañamiento. En una obra un tanto deslavazada, una suerte de desván barroco en el que todo cabe, no hubiera sido difícil introducir alguna digresión sobre el llamado «Nuevo Mundo». Así lo hizo el propio Góngora en el «Discurso de las navegaciones» de su Soledad I, donde describe a los conquistadores en términos poco halagüeños —véase el verso 403: «Piloto hoy la codicia […]»—. Poemas menores de Domínguez Camargo como «Un salto por donde se despeña el arroyo de Chillo» o «Al agasajo con que Cartagena recibe a los que vienen de España», incluidos en esta antología, demuestran que el poeta no era ajeno a la belleza de su continente. Sin embargo, más allá de un puñado de referencias estereotipadas —el río Magdalena, las plumas del azteca, el inca opulento, las minas de Potosí— el Poema heroico muestra poco interés por América como materia poética.
+Por el contrario, Domínguez Camargo concentró sus esfuerzos en recrear esa lejana, añorada, e idealizada Europa que jamás conocería pero de la que se sentía hijo. Tal pathos debió de acentuarse tras la temprana orfandad, y su expulsión —por causas aún hoy no esclarecidas— de la Compañía de Jesús en 1636. A partir de entonces, el poeta viviría, como miembro del clero secular, en pequeñas poblaciones del Nuevo Reino de Granada —Gachetá, Tocancipá, Paipa, Turmequé— con escasa vida cultural. En Turmequé, precisamente, firmaría en 1652 la dedicatoria de su única obra en prosa, la Invectiva apologética, donde ruega al alférez Palma Nieto que le envíe libros para distraer «la soledad de estos desiertos».
+Se trataba de un aislamiento no solamente físico, sino también espiritual. El cultivo de las letras y la emulación de los ingenios del Siglo de Oro Español, unidos a la lejanía —espacial y temporal— de sus modelos, le convirtieron en un exiliado por partida doble. A pesar de su ascendencia extremeña, toda su vida transcurrió en América. No parece que los nativos gozaran de su aprecio —versos como «y desde el culto hispano al indio rudo» lo sugieren—, pero indígenas eran, al fin, sus vecinos. Aún sin ser mestizo, el poeta sufría de dépaysement: no se sentía del todo de ninguna parte. No hay en él grandes muestras de identidad criolla en el sentido ideológico o político de la expresión.
+La lejanía no sólo de España, sino también de los principales centros urbanos del Virreinato, permitió a Domínguez Camargo servirse de su talento y erudición para desarrollar, con gran libertad, la estética sincretista del Poema heroico. De ahí que se trate de una obra donde la antigüedad grecolatina, el gongorismo, y la hagiografía ignaciana conviven con naturalidad. La imaginería del poeta es profusa, a veces incluso extravagante, pero la obra jamás cuestiona los dogmas de la fe católica. Todo lo contrario. Dado que Domínguez Camargo trabajó para la Inquisición en Tunja en la etapa final de su vida (1657-1659), debía de saber que esta institución estaba más ocupada en expurgar textos doctrinales heréticos que poemas cultos.
+Por otra parte, durante el Barroco se impuso la idea de que los clásicos ya habían agotado todos los recursos. En El discreto (1646), Gracián escribe: «Estamos ya a los fines de los siglos. Allá en la Edad de Oro [es decir, Grecia y Roma] se inventaba: añadióse después, ya todo es repetir». Este sentimiento se acentúa en América, incluso en autores de la talla de sor Juana —véase el poema «Pinta en jocoso numen…», versos 45-46: «Dichosos los antiguos que tuvieron / paño de que cortar […]»—. Sus palabras reflejan la inquietud de la ciudad letrada virreinal, que recibe la tradición con respeto pero también con ansiedad. Si un genio medieval como Petrarca experimentó desazón frente a los grandes escritores del pasado, ¿cómo se sentirían los autores americanos en las postrimerías del siglo XVII, tras leer, después de Virgilio, a Góngora y Quevedo?
+Por ello, los ingenios de América se sintieron epígonos del Renacimiento. Pero la ansiedad de la influencia no los sumió en la parálisis. Más bien al contrario: su respuesta creativa no se hizo esperar. La sociedad criolla produjo una literatura que no sólo mimetizó los géneros y el estilo del Barroco español, sino que llegó a medirse frente a frente con las luminarias del Siglo de Oro. Así lo acreditan las obras mayores de poetas como sor Juana, Oña, o el propio Domínguez Camargo. Por eso el prólogo «Curioso lector» sostiene con orgullo que el Poema heroico es la demostración de que el «Nuevo Mundo» no es «… menos fecundo de minerales ricos y preciosas piedras, que de aquilatados y sublimes ingenios».
+Este tipo de símil era lugar común, lo cual evidencia la importancia que se daba a la recepción de la literatura americana en Europa. La comparación es simple: de la misma forma que España aporta la tecnología para extraer la plata que se envía al «Viejo Mundo», la metrópolis proporciona la materia prima —la lengua y el canon, en sus vertientes latina e hispana— para que los poetas virreinales escriban obras que deslumbren como el oro a los europeos.
+Domínguez Camargo compartía esta cosmovisión. Por eso quiso absorber a sus precursores españoles. La asimilación de Góngora, el más prestigioso modelo peninsular, fue su forma de buscar el reconocimiento de las élites letradas a ambos lados del Atlántico. Sin embargo, no se limitó a imitar su estilo e imaginería, sino que se sirvió de ellos para renovar la épica hagiográfica de la Contrarreforma como no lo había logrado ninguno de sus predecesores. El lector podrá disfrutar del resultado, una poética de lo más innovadora, en las siguientes páginas.
+LUIS CASTELLVÍ LAUKAMP
+Preludio a la vida de San Ignacio de Loyola; sus padres, su nacimiento en un establo; su bautismo, en que se puso a sí mismo el nombre; aparatos de la pila y solemnidades del convite.
+[…]
+Para el dictamen tuyo soberano,
+bronces enrubie el sol con rayo oculto;
+un mármol pario, y otro, bruña ufano,
+en que rinda el cincel, el ritmo culto:
+sus diamantes la India dé a mi mano,
+con que escribir el título a su vulto1;
+y porque a siglo y siglo esté constante,
+en cada letra gastaré un diamante.
+[…]
+Mas obstinado ya mi pensamiento,
+tirado del imán de altos ardores,
+uno repite y otro atrevimiento;
+mariposa sedienta de esplendores,
+morirá en su mejor arrojamiento:
+que es la luz cocodrilo de fulgores,
+pues derramando lágrimas de cera,
+crüel lo atrae a que temprano muera.
+[…]
+Su tálamo ilustró la copia hermosa
+de estrellas doce, en que lució la tea
+última a Ignacio, mas tan luminosa,
+que de su carro el sol su luz apea:
+porque a su luz, su luz aún no es lustrosa,
+y en su hermosura, su hermosura es fea,
+con que Ignacio por sol, por astro Febo,
+Zodíaco en el orbe ilustra nuevo.
+Precursora a los siglos profecía
+(si la piedad es título bastante),
+a otro Cristo, presente otra María,
+y un establo ya escucha lacrimante
+en el pesebre a Ignacio; y pende el día
+perplejo en discernir de Infante a infante,
+pues se embaraza en sí, o en sí se alcanza
+el concurso de aquesta semejanza.
+[…]
+El brazo breve, que ligó, en la cuna,
+nevada en perlas una y otra zona,
+al áspid implicado a su fortuna
+no teme tierna, inerme no perdona;
+del pecho en néctar, Juno no importuna,
+al nuevo Alcides labios le corona,
+y su lengua, oficina de centellas,
+cuanta leche vertió cuajó en estrellas.
+Con blanco alterno pecho le flechaba
+Madre amorosa, tanto como bella,
+de la una y otra ebúrnea blanda aljaba
+de blanco néctar una y otra estrella;
+y su labio al pezón solicitaba,
+si en blanca nube no, dulce centella,
+en aquel Potosí de la hermosura,
+venas, de plata no, de ambrosia pura.
+No enfrena el llanto el susurrante arrullo
+de siempre tierna, lisonjera dama;
+de clarín sí marcial, bélico orgullo
+que al labio se dedica de la fama:
+oficioso de Ninfas el murmullo,
+no en cuna breve le compuso cama;
+que le previno ya Marte sañudo
+en sus mallas cambray, cuna en su escudo.
+[…]
+«Aquilate en sus venas el acero
+para armarte tu patria; sea una malla
+de tus armas, al bárbaro guerrero,
+lo que al mayor ejército muralla;
+a elevar de tu yelmo el peso fiero,
+tanta vincule pluma en su medalla
+África, que le preste tu memoria
+vuelo a la fama, plumas a la historia.
+[…]
+«Tantas tu acero te vincule glorias,
+felicidades tantas dé a tu suerte,
+que agoten los laureles tus victorias,
+y dude en ti jurisdicción la muerte:
+un siglo y otro ocupen tus memorias,
+escrito un mármol y otro la despierte;
+y cuando, en bronce, no diamante agudo
+sea cincel el sol, el cielo escudo.
+[…]
+La opulencia excedió, para el bautismo,
+límites a la pompa: cuya fuente
+mucha cátedra es en poco abismo,
+donde la gracia corrigió elocuente
+del mal latín de Adán el barbarismo,
+que en la escuela aprendió de la serpiente;
+el agua, pues, que al hombre Dios sublima,
+es en la fe la cátedra de prima.
+[…]
+Nubes su pelo, rayos sus resuellos
+(bien espumado, si mejor mordido,
+oro en los frenos), cuatro Pirois bellos
+en regio carro al niño han conducido,
+a que el nativo sol de sus cabellos
+bañe en las ondas de este mar florido,
+y en los que lamen líquidos raudales,
+sierpes ahoga el agua originales.
+Opresa la cerviz, joven membrudo,
+Atlante es fatigoso de una fuente
+que, viceluz del sol, suplirle pudo,
+por grande tanto como por luciente:
+dulcemente zozobra en su ancho escudo,
+esquife un bernegal, donde en valiente
+rugosa emulación de su venera,
+sus palomas uncir Venus pudiera.
+En seguimiento del mayor lucero,
+robusto hermosamente un joven era
+Tifeo de un castillo en un salero,
+donde el cincel aumentos desespera;
+arduo Babel luciente, en que el platero
+escollo de oro a escollo así pondera,
+que en las almenas, que le ciñe bellas,
+su sal pudiera ser polvo de estrellas.
+Toga infantil, aún ignorada a Roma,
+Minerva le ha tejido en el capillo,
+donde Milán el oro en hebras doma
+y blando Murcia le descoge ovillo;
+bebido en poca tela mucho aroma,
+la sien corona de oro a un canastillo,
+cuyos enredó senos mal distintos
+arquitecto gentil de laberintos.
+[…]
+Corvo poco esplendor de cuerno leve,
+lilio en menguante, en su botón cerrado,
+en rayos crece de olorosa nieve,
+a mucha hojosa esfera dilatado;
+Cintia es de flores, que en su copa breve,
+si fragante no es ya carcaj plateado,
+muchas incluye, con primor decoro,
+flechas de ámbar con arpones de oro.
+La que, coral la cresta, rubí el pelo,
+el gallo fue del prado y los olores,
+rosa que a ser lucero elevó el vuelo,
+si no abatió el lucero sus fulgores,
+o rosa es ya de luces en el cielo
+o lucero de púrpura entre flores,
+pues una Venus le ministra bella
+luz para flor y sangre para estrella.
+[…]
+Del firmamento verde el numeroso
+vulgo plebeyo es astro, aunque lucido,
+que el Zodíaco pueblan espumoso
+del arroyo que, en flores escondido,
+en el jazmín que inunda populoso
+Vía Láctea al abril le ha florecido.
+Estos las fuentes y la pila arrean,
+o luz de flores, o astros de ámbar sean.
+[…]
+Al margen de la pila, viste muda
+la lengua más veloz, pasmos de roca,
+sin que en vocales fuegos se sacuda
+al golpe del prodigio que la toca;
+risco así, pertinaz, su fuego anuda
+con mordazas de hielo tanta boca.
+¡Oh pueblo! ¡Oh piedra! El nombre repitieras
+si una centella para el nombre dieras.
+[…]
+Menos regocijó llama improvisa
+en turbulenta noche, en mar sonante,
+cuando en voces de luz la orilla avisa
+huya de incierto mar, al naufragante,
+que suspensión determinó indecisa
+el nombre ardiente que voceó el infante;
+pues con su eco el nácar encendido,
+Al agua el niño la cabeza inclina,
+que en pocas sacras ondas desatada,
+se temió mariposa cristalina
+en piélagos de fuego despeñada:
+en cada pelo un rayo le examina
+a la melena que lamió dorada;
+y a las cenizas en que ardió, de perlas,
+urna la pila se afectó al cogerlas.
+[…]
+Paradas mesas la opulencia tuvo
+al número de huéspedes lustroso,
+que en lo mucho exquisito se entretuvo
+si mucho se admiró de lo precioso;
+tela donde un estómago mantuvo
+de los cuatro elementos victorioso,
+pues ni la tierra piel, la mar escama,
+ni el aire pluma le negó a la llama.
+Damascada pensión de los telares,
+flamenca Aragnes descogió, arrogante,
+entre hilados jazmines y azahares,
+no menos blanco lienzo que fragrante.
+Muró de crespas garzas, no vulgares,
+sus orillas la mesa, en que arrogante,
+crestado un lienzo sobre el otro, hacía
+entallada de nieve cetrería.
+[…]
+Cimiento el plomo, si la corcha almena,
+nudoso muro al mar, la red se tiende;
+provincias mil de escollos encadena
+y ciudadanos mil del agua prende:
+ni al de lúbrica piel vale la arena,
+ni el de escamas armado se defiende;
+que es la mesa teatro, en tanta suma,
+del secreto ignorado aun de la espuma.
+El que el arroyo cristalino muerde
+bruñido junco, ya oficioso cubre
+panal de leche, en su colmena verde,
+de la oveja labrado en ubre y ubre,
+con quien, helada, por morena pierde
+la que ordeñó a las nubes nieve octubre;
+canas esta peinó siempre vulgares,
+porque es la leche Adán de los manjares.
+Peinóse hebras de nieve la pechuga
+sobre la leche, que templó süave
+electro, que la abeja que madruga
+a libarlo a la flor, cuajarlo sabe;
+o se densa en las llamas, o se enjuga
+este, que, medio leche, medio ave,
+Centauro es de la gula, en el convite,
+del griego el metamorfosis repite.
+[…]
+Pelicano de frutas, la granada3,
+herida en sus purpúreos corazones,
+su leche les propina colorada,
+en muchos que el rubí rompió pezones.
+Baco, que la admiró desabrochada,
+apiñados le ofrece los botones
+en el racimo que cató respeto
+al vino de quien es diez veces nieto.
+Hijas del soplo, nietas de la hierba,
+las tazas débilmente cristalinas,
+y las que el chino fabricó y conserva
+en las que pudre al sol conchas marinas,
+con las que antigua sucesión reserva,
+partos de Ofir en sus primeras minas,
+dora el antiguo Baco, aún más precioso
+que el cristal puro y oro luminoso.
+[…]
+Puerilidad de San Ignacio hasta su juventud, en que sirvió en su Corte al Rey; en ella no manchó su castidad. Ocupaciones honestas que tuvo, hasta que inducido de su natural inclinación a la guerra, sirvió en ella a su Rey.
+[…]
+Lugarteniente del pezón materno,
+ama se sustituye vigorosa;
+ni Amaltea en el Júpiter moderno
+influye, que no sea generosa.
+No sordo cascabel, al niño tierno;
+la sacudida, sí, malla conchosa
+le adula el sueño: que nació esforzado,
+como Minerva desde el vientre armado.
+De carroza pueril luciente auriga,
+las salas Faetón niño pasea,
+y a confesar a su brocado obliga,
+que siente fuego, sin que incendios vea.
+Tierna planta el penino le fatiga;
+aprende mal a andar, y así cojea,
+que está su casa toda persuadida
+que andará sobre un pie toda la vida.
+Para darle el amor galas viriles,
+en la inundada frente en crespos rayos
+un año le tejió de doce abriles,
+y otro le encadenó de doce mayos.
+Para formar la edad del nuevo Aquiles,
+Quirones muchos se acicalan ayos,
+cuando, en la aurora que logró primera,
+flor a flor se agotó la primavera.
+[…]
+La que, mucha beldad, en breve nudo
+oprimió la niñez, rompen los días,
+y, joven rosa, desatarse pudo
+en purpúreas de Ignacio lozanías.
+Venus la más valiente, embrace escudo:
+que en esta, amor enseña tiranías,
+rosa, a cuyo esplendor, cuyos blasones,
+trasladó para espinas sus arpones.
+Suavemente membrudo el joven era,
+si armado Adonis, si vestido Marte;
+sortijosa tejió su cabellera,
+de la noche y el sol ambigua parte:
+fragra luciente4, ungida reverbera
+al culto aliño en que, estudiosa, el arte
+ámbares muchos le peinó dorados
+o le adobó crepúsculos hilados.
+[…]
+Rostro real, merecedor de imperio
+(sólo el sí le faltó de la fortuna);
+grave sin arte, sin estudios serio;
+alma, en lo arduo y en lo fácil, una5.
+Encogido, ocupara un hemisferio,
+y al océano diera otra coluna,
+cuando corto su brío. Esta persona
+dice que hay César sin ceñir corona.
+[…]
+Donde la rueda agita de fortuna,
+de la privanza licenciosa mano,
+despeñando del cuerno de la luna
+al que pavón sobre ella fue lozano;
+ni en ocasión la clavará oportuna
+el que fénix es hoy, si ayer gusano;
+que a las espumas da alada fatiga
+quien viste plumas de águila a la hormiga.
+[…]
+Donde se finge a la ceniza leve
+renacencia en el pórfido luciente,
+que un siglo más allá, en la pira breve,
+rempuje la memoria ilustremente:
+ambición del cadáver, que se atreve
+con poco mármol al secreto diente
+del tiempo, que lo roe y más olvida,
+muerta dos veces una misma vida.
+[…]
+Donde alista en un hilo en pocos granos
+una escuadra el oriente de luceros,
+a cuyos netos globos soberanos
+(balas de auroras) no hay dobles aceros:
+opulenta aritmética de indianos,
+que su riqueza suma en pocos ceros,
+y el más profundo investigando abismo,
+a la codicia halló nuevo guarismo.
+Donde Venus, con cetro más sublime,
+mal conducida de lasciva pluma,
+mares de perlas con su concha oprime,
+quiebra diamantes en lugar de espuma,
+y al remo llora, o dulcemente gime,
+el purpurado más, el mayor Numa,
+y, argonauta en la popa, un niño ciego
+con un arpón gobierna un mar de fuego.
+Donde, de jaspe y pórfidos armado
+y en su misma beldad desvanecido
+el palacio, a los siglos obstinado,
+adalid de los otros, se ha engreído
+hacerse del Consejo Real de Estado
+de los rayos de Jove esclarecido:
+¡teme, Luzbel de piedra, en tus rüinas
+arrastrar esas máquinas vecinas!
+¡Oh, ambición, que oprimida de grandezas
+vistes la corte de purpúreas ropas;
+sierpe, que en tantas se partió cabezas
+cuantas la pretensión adoró tropas:
+que brindas con hidrópicas altezas
+al camaleón, que te apuró las copas,
+y en ellas bebe sed el mayor Numa,
+pues seca al néctar ponzoñosa espuma!
+Este, pues, caos, en quien trocó la muerte
+saetas con amor, joven gallardo
+habita Ignacio, sin que amor acierte
+(ciego al fin) a clavarle solo un dardo.
+Marte era el joven: Marte, mas tan fuerte,
+que, afecto a Venus, no flaqueó bastardo;
+ni como el otro Marte, en su batalla,
+de conchas hizo de la mar su malla.
+[…]
+El venablo vibrando cansa el bosque,
+y el jabalí, que el cuerno oyó sonante,
+sale acosado de importuno gozque,
+hirsuto el lomo, el diente ya espumante:
+diestra mano, aun antes que se embosque,
+lenguado fresno le embebió vibrante;
+y él, excusando al hierro del estrago,
+confesó que muriera aun del amago.
+[…]
+Contra los dos carbunclos con que mira
+—perezosa la pluma, grave el ala—
+el ascálafo tardo6, se conspira
+turba de cuervas que a la noche iguala;
+o envidia mueve, o precipita ira,
+a cuanto pico en ellos se acicala,
+de aquestas, que en sus luces son hermosas,
+mayores de la noche mariposas.
+[…]
+A un rayo cordobés, miembros vestido,
+solicita fatigas con la espuela,
+que, hijo del Tridente esclarecido,
+polvoroso es borrasca cuanto vuela;
+en blancas nubes en su piel mentido,
+almas de rayos en su aliento anhela,
+y al caracol, girado pensamiento,
+le ofende mucho quien lo aclama viento.
+[…]
+El duro golpe de su docta pala,
+breve globo de viento al viento entrega,
+e impetüoso así nubes escala,
+que con los astros juzgarán que juega:
+neblí de piel, que sin valerse de ala,
+a ser cenit del firmamento llega,
+donde (a haber arte de cazar estrellas)
+se recelaran, garzas, todas ellas.
+Colón de Marte, investigó, en su acero
+en carta de matar líneas mayores7,
+ángulo crudo, o paralelo fiero,
+que a leyes le reduzcan sus ardores.
+¡Oh, del hombre occidente, y cuán severo
+error te impele a doctrinar horrores,
+pues a rendir tu flaco balüarte
+naturaleza se conjura y arte!
+[…]
+A sus laureles hojas escrudiñe,
+y su grama mural deje talada
+Palas para su frente, en quien ya ciñe
+tan fuerte pluma como docta espada;
+la sangre aquesta, el néctar la otra tiñe,
+acero sea suave, o pluma airada,
+pues (Parnaso la tienda) Ignacio extrema
+al Vice-Cristo Pedro, alto poema.
+Nuevo le aclama César, quien lo admira
+descansar de la espada con la pluma,
+y del morrión quitar para la lira
+de uno y otro cañón no poca suma:
+tintero un frasco se construye, y pira
+a lo que dicta Euterpe, o Marte espuma:
+¡Oh, feliz, que a dos manos en tu gloria
+has cogido entre puertas la memoria!
+[…]
+Este escollo de acero luminoso,
+hiedra de varias plumas convestida,
+un penacho lo trepa vagoroso8,
+precipicios mintiendo en la subida;
+llega a la cumbre, y ve de allá orgulloso
+despeñada su copa, y no caída:
+y al aire con quien lucha, suma a suma,
+es un Briareo trémulo de pluma.
+[…]
+Pudiera ser del unicornio crudo,
+por relevada y por cerúlea frente,
+el convexo bruñido de su escudo;
+si ya no fuera emulación valiente
+de aquella del monóculo membrudo
+que es cielo al sol de su pupila ardiente:
+cuya pestaña, de fatal acero,
+aun de los bronces es lince severo.
+[…]
+Capitán en Pamplona, la defiende del francés: reprime a los suyos, que huían medrosos; redúcelos a defender el muro, a donde pelea varonilmente hasta que deshecha una pierna con el golpe de una piedra, que desbarató una bala en los muros, gana el francés a Pamplona.
+[…]
+Piedra lució de su real corona,
+si ya no pedernal de su cadena,
+a la que puso cátedra a Belona
+en una y otra que la ciñe almena:
+a la escoltada del león, Pamplona;
+a la que altiva a su eslabón condena
+la cerviz más exenta, del que al muro
+o cauteloso escala, o bate duro.
+A su enjambre de techos numeroso
+que estrecha el aire en jaspes obstinados,
+no leve corcho, no, sí ponderoso,
+los muros son de almenas coronados,
+do hiedra de cristal el Arga undoso
+abrazos da a sus piedras apretados,
+y en halagos de vidrio (cuando octubre
+le da caudales) las almenas cubre.
+[…]
+La centellosa sangre has penetrado
+del pedernal en las heridas venas,
+y de sal y alquitranes fabricado
+infierno breve en rápidas arenas;
+y un rayo, el más fatal, desmigajado
+en tan menudos polvos encadenas,
+que átomos son del fuego, o contra el risco
+ojos molidos son de basilisco.
+Reducida la cólera, a minutos,
+y a granos la impaciencia de la llama,
+es mostaza que en humos absolutos
+se le sube a los montes de más fama;
+y de los tiempos salsa, entre los brutos
+riscos con tales hambres se derrama,
+que un breve instante come, apresurado,
+lo que no pudo un siglo desganado.
+Antes que tú nacieses, el membrudo
+jayán era temido, y el soldado
+la defensa preciaba de su escudo;
+un dardo de la cuerda era arrojado
+el áspid más fatal; ariete rudo
+desmigajaba el muro levantado;
+nacida tú al cañón, halló tu ira
+contra distantes vidas longemira.
+A infundir en Pamplona altos desmayos
+a estos Etnas de bronce, se dispone
+el lilio galo, en los sutiles rayos
+que en hoja y hoja el oro le compone.
+Pompa olorosa de caducos mayos,
+¿quién, de tu antigua cuna te traspone
+a tan activa pira, do tu estrago
+no el golpe causará, sino el amago?
+¡Qué mal el gallo contra el león se arroja,
+el sueño a las vigilias alternado,
+si en sus ojos dos Argos este aloja,
+aun cuando más del sueño acariciado:
+si canta aquel, aun cuando más se enoja,
+y es bramido el de aqueste, aun no enojado;
+si es, el resuello de este, al bosque espanto,
+y es el grito de aquel, apenas canto!
+[…]
+Plantó el francés el escuadrón armado,
+círculo al centro de su lilio de oro;
+cual su esfera a la rosa ha coronado
+de susurrante enjambre el vago coro,
+a inculcar libador, ¡oh, buzo alado!,
+en sus purpúreas conchas neto lloro.
+Tal, lenguadas de acero, en sus blasones,
+las picas se afectaron aguijones.
+[…]
+«¿Qué miedo instimuló9 vuestra carrera?
+¿Así excusáis el golpe al adversario?
+¿Esas armas de acero son de cera,
+o de diamante son las del contrario?
+Dad a la suerte qué dudar siquiera;
+no le hagáis el trofeo necesario.
+Huyendo, sólo le franqueáis más gloria
+que os diera, muerto él, vuestra victoria.
+[…]
+«Redimid con la muerte vuestra fama;
+la sangre saque mancha tan notoria:
+también ciñe al vencido ilustre rama;
+pelear sin esperanzas es victoria:
+sin gloria muere el que murió en la cama:
+trompas son, las heridas, de la gloria:
+dadles qué celebrar a los pinceles,
+y con sangre regad vuestros laureles.
+«Pelear para vencer, es granjería;
+pelear para morir, es rico empleo;
+victimarse al cuchillo, es valentía;
+socorrerse del riesgo, es gran trofeo:
+un airoso morir colma en un día
+la honrosa hidropesía del deseo:
+siempre el de la ocasión fue presto vuelo:
+detenedla, aunque sea por un pelo.
+«¿No ha de pagar la vida, en pluma poca,
+con una enfermedad plebeya muerte?
+¿No ha de callar los huesos una roca?
+¿Tierra no sellará la mejor suerte?
+A un siglo y otro le ocupad la boca;
+quien desprecia el morir, tan sólo es fuerte:
+degollad en el ara de la fama
+lo que sin gloria usurpará la cama.
+[…]
+«Si del galo Sansón culta melena
+enervare al león, alta sea gloria
+fabricar nuestra pira en su colmena,
+que dulce nos conserve la memoria:
+dorado es nicho el que la miel estrena,
+tabla es la cera para vuestra historia:
+¡feliz a quien su muerte urna le dore,
+o nicho que arda cera, o néctar llore!
+[…]
+Bosque de picas fue cada muralla,
+erizo fue de dardos cada almena;
+galo escribe cañón a hispana malla
+en el papel del plomo lo que ordena;
+la pólvora, estafeta en la batalla,
+la una posta y la otra desenfrena,
+y, correo mayor, el bronce duro
+los portes saca con violencia al muro.
+Dialéctica de Marte, conclusiones
+al uno le dictó y otro artillero,
+y neutra la victoria en opiniones,
+ni a uno victoreó, ni otro guerrero:
+las bombardas dijeron sus razones
+en silogismos de globoso acero;
+mas que Francia reduce, es infalible,
+a España en sus respuestas a imposible.
+[…]
+Tanto repite el muro precipicio,
+que en el foso las aguas enmaraña;
+de cuerpos ya sin el vital oficio
+sangrienta se ha erigido una montaña,
+o en rocas de coral un edificio,
+con que antemuro al muro opone España;
+que aun muerto el español, es así duro,
+que crece foso al foso, y muro al muro.
+Al pie de la muralla ha sacudido
+una, teñida en sangre, y otra ala
+la fama; y del destrozo enrojecido
+(que inculca apenas entre bala y bala)
+un Babel de rüinas ha erigido,
+que en riscos de coral al cielo iguala,
+donde de España se elevó la gloria
+a escribir en los cielos su memoria.
+[…]
+Tendida vid, el humo el aire trepa,
+eslabonada en pámpanos de fuego,
+de quien un bronce y otro es fértil cepa,
+cuando ministra su alquitrán su riego;
+fáltanle al aire espacios en que quepa,
+y del humo sepulcro, aun el sol ciego,
+y enmarañada de su esfera toda
+la luz más afilada, aún no la poda.
+[…]
+Mariposa el francés, que al estandarte
+hispano vuela al muro, al rayo ardiente
+fulminado se siente de este Marte,
+y antes la muerte que la herida siente;
+al despeñado al pie del balüarte,
+mortaja el tafetán diera decente,
+si en la caída el rayo que lo toca,
+no hiciera su pavés pavesa poca.
+[…]
+Cadáver a cadáver, sobrepone
+monte a monte, el valor más que gigante
+del fogoso francés que a España opone
+un Olimpo en su cúmulo arrogante,
+a que Ignacio las sienes le corone
+de estrellas desde el muro, pues triunfante
+el plomo arranca en él, con golpe duro,
+al león del zodíaco del muro.
+Trágico Orfeo, la bombarda aleve
+los dormidos peñascos le recuerda
+al muro; y el que más ágil se mueve,
+lúgubremente la dulzura acuerda
+del pautado de nervios leño breve,
+que metros gime en la pulsada cuerda,
+al contacto de aquel que en voces pocas
+supo vestir de plumas a las rocas.
+[…]
+Este esplendor rosado de españoles
+púrpura cuente a púrpura, en su pompa,
+los que la flor plebeya cuenta soles;
+de su botón el nudo un lustro rompa;
+no efímeros le dé los arreboles:
+séquela un siglo y otro la corrompa:
+y sol de grana sea, rosa bella,
+la que aun hoy de carmín es dubia estrella.
+[…]
+Su esfera gira en su sangrienta espuma,
+la pluma tiñe en el rubí su gloria,
+y la tinta le ofrece con la pluma
+al volumen heroico de su historia:
+no tiempo habrá que su esplendor consuma,
+que a sus letras es tabla la memoria;
+y por de Ignacio, que la dio constante,
+es ya su sangre tinta de diamante.
+[…]
+¿Quién contra ti, si tú no te vencieras?
+Hicístete de parte de la muerte;
+aun en un pie sin sangre te tuvieras,
+si no te rebelaras a tu suerte,
+si al rasgado peligro oído dieras,
+pues a imposibles no hay denuedo fuerte:
+date por entendido de tu herida,
+y piénsese que es tuya aquesa vida.
+[…]
+Impone Cristo al conquistar el cielo
+un pie sobre otro al tronco, que así estrecho
+angustió su camino, y ya en el suelo
+el caminante de su Cruz te ha hecho;
+nada ignora tu imagen al modelo:
+puedes medirte al cortezudo lecho,
+pues ya llevas andada la fatiga
+a que la Cruz a tu Maestro obliga.
+[…]
+Acicates de pluma agite al viento,
+en los que leves se calzó talares,
+Mercurio, acicalándose de aliento,
+para decirle a los distantes mares,
+que el de esta piedra a Ignacio ofrecimiento,
+a su deidad le borra los altares:
+pues cuando a ver la eternidad camina,
+a sus plantas la piedra le destina.
+[…]
+Admirado el francés de su valentía, lo trata urbanamente, y desesperado de su salud, lo remite a su tierra donde con amoroso sentimiento lo recibe y acaricia su hermano, y no teniendo esperanza de su vida le previene el funeral. Visítalo San Pedro y sánalo de su herida.
+Hidrópico de viento un estandarte
+a un mar de soplos se creyó sediento,
+y con picada sed, su menor parte
+un golfo se ha bebido en cada aliento;
+ajado un lilio desató sin arte,
+lisonja tremolada al fácil viento,
+adonde aleando la vestida espuma,
+garza florida fue, o lilio de pluma.
+[…]
+Sonoro camaleón, la hueca trompa,
+la sed que al viento le bebió esponjosa
+y la que muda atrajo al aire pompa,
+en música digiera numerosa:
+su arteria de metal a soplos rompa,
+y la gala al francés cante armoniosa;
+y si tósigo a España en copa de oro,
+le propine al francés néctar canoro.
+Bebiólo el eco, y trastornó sus heces
+(veneno a España) en la bolada copa10
+del cóncavo esplendor de sus paveses,
+y su voz ocupó toda la Europa;
+potable fuego fue, que los franceses
+a su clarín vinculan tropa a tropa;
+y a Ignacio, mal cobrado de su estrago,
+profeta fue, centella cada trago.
+[…]
+«¿De un rendido te abrigas con un muro?
+¿De un herido te esconde una trinchea?
+No bala temas este hueso duro;
+no pólvora mi sangre el miedo crea.
+No (si es trïunfo) así se empañe obscuro:
+¿qué gloria (vivo yo) te lisonjea?
+Mofándome postrado, no te exaltas,
+que más que la victoria hay ruinas altas.
+[…]
+«Inmoble norte me investigue aquella
+aguja, más que lanza, de tu mano;
+Osa sangrenta soy, trágica estrella,
+sobre el un polo de este pie; que ufano
+eje, sustentará cuanto en la bella
+esfera de ese cielo soberano
+vuelca el moble primero. ¡El hierro arroja,
+pues imán te lo llama mi congoja!
+[…]
+«¿Qué sangre mal hablada es la que miro
+articularse de entre aquella arena,
+que a lo de Abel, o me acrimina el tiro,
+o de venganzas a los cielos llena?
+¿Cómo repites importuno giro,
+mariposa purpúrea, en luz serena,
+si alado es tu período sangriento,
+epitafio a tu mismo monumento?
+[…]
+«La sedición del ímpetu reprime,
+y el motín de tus cóleras atienda
+al amor, que en mi pecho es tan sublime,
+que a tus heridas dedicó su venda:
+rendimiento tan noble legitime
+en tus altares mi admitida ofrenda;
+venza amor, a quien no la hueste armada;
+pues tu valor me vence, y no tu espada.
+«Hágase ya de parte de tu vida,
+y a mi opinión se tuerza Átropos fiera;
+su riesgo, si no el ruego, la convida
+a que deponga la fatal tijera:
+la hebra de diamante es bien nacida,
+no al plebeyo torzal iguale austera;
+pues si lo corta, embotará de suerte
+su filo, que se acabe en él la muerte».
+[…]
+Mejor que al lilio que dejó notado
+de aljófares el alba, lo festeja
+el leve pie de arena ponderado,
+(cuando a él se cala) libadora abeja,
+al lilio Ignacio se caló, y sellado,
+urna en su copa con su piedra, deja
+mucho esplendor, donde el carmín vertido
+con vara de laurel prenda al olvido.
+[…]
+El hombro fatigó con peso augusto
+un palanquín membrudo, otro arrogante,
+lo ligero se alterna a lo robusto,
+si lo leve compite a lo gigante:
+este jayán sucede al otro adusto,
+uno es Alcides del que el otro Atlante;
+su aliento en fin agita, en la litera,
+de otro Marte feroz la quinta esfera.
+[…]
+Reconoció los puestos el sentido,
+trincheóse en el cuerpo el alma, y luego
+le dio el nombre a los miembros, y un gemido
+artilló en la garganta almas de fuego;
+Cástor se repitió a Pólux herido,
+destiló de sus ojos vital riego,
+partió caudal la vida, y dióle marca
+que aun en los reinos valga de la Parca.
+[…]
+Fúnebre a Ignacio se previene pompa,
+en las que perlas la mañana llora,
+antes que en las cortinas del sol rompa
+alamares de estrellas el Aurora,
+y la abejuela con quejosa trompa
+en esponjosos corchos atesora,
+porque químico tropo le digiera
+lágrimas de agua en lágrimas de cera.
+[…]
+Donde la muerte, en campos de bayeta,
+en cirio y cirio, lilio y lilio ordena;
+y en uno y otro que encendió cometa,
+rubio enjambre de fuego desenfrena:
+do, abeja cada luz, le liba inquieta
+lágrimas que dedica a la colmena
+del sepulcro; que al llanto de la antorcha,
+un hueso y otro le dedica corcha.
+Adonde brazo de arteriosa nieve
+cada cirio se emula, en quien la llama
+las venas hiere de algodón, y breve
+hilo de cera en el blandón derrama;
+si no es gusano su esplendor, que atreve,
+o cuando su vigor mejor inflama,
+o cuando muerde el algodón, severa,
+diente de luz, que hiedras roe de cera.
+[…]
+Privilegio al cadáver le prepara
+el bálsamo en mi América sudado,
+donde al gusano le quebró la vara
+el que a tan regio se acogió sagrado:
+mas ¡ay!, que mal la carne se repara,
+cuando tan sólo treguas ha alcanzado
+del gusano, a otro siglo prevenido:
+que es grave culpa la de haber nacido.
+[…]
+Corrido al lecho el tirio terciopelo,
+orbes compendian en fogoso giro
+los talares que Pedro calzó al vuelo;
+a la pensión se niega del suspiro,
+ahogado en el sueño, su desvelo;
+y al inculcarlo el sol en su retiro,
+en la tabla del gozo no esperado
+salió su vida y su salud a nado.
+Monstruo lo duda de caduco sueño,
+con la edad de la fiebre delirante;
+apela del placer, bien que halagüeño,
+al hueso, aún en la sangre redundante:
+la verdad lo ha sacado del empeño,
+pues de las vendas lo admiró ignorante;
+y por zonas el cielo las aclama,
+cuando aún palpita luces en la cama.
+Unidos ya los huesos deshechos, sobresalió uno, relevado a los otros feamente. Hácelo aserrar San Ignacio sin que muestre sentir tan grave tormento. Pide un libro de caballerías para divertirse en la cama; no se halló sino uno de vidas de santos; leyendo en él, le trueca Dios el alma; y habiendo batallado con vanidades del siglo, se determina a dejarle.
+[…]
+Imperioso a la argolla de un preceto
+su alma encadenó, que al movimiento
+rémora fue mental, cuyo respeto
+el bajel enfrenó del sentimiento;
+hízose el “ah de casa” del secreto11,
+desterrólo a su pecho el sufrimiento:
+a un lince los dolores le negara,
+del corazón antípoda, la cara.
+Dentado acero se caló inhumano,
+y roe el relevado hueso inculto,
+y en las medulas se afectó gusano,
+mucho violento ejecutando insulto;
+no ya el verdor le marchitó lozano,
+hiedra al color rosado de su vulto;
+antes rubís palpita roja hiedra,
+abrazando en su cuerpo alma de piedra.
+[…]
+Vulgo de pajes se desata inquieto
+y el fantástico libro solicita,
+el camarín divulga más secreto
+y la más muerta alhaja resucita;
+mas, al lince escrutinio, alto decreto
+con ceguedad de topo lo limita;
+y del tiempo y del polvo relajado,
+un libro sacro se encontró el cuidado.
+[…]
+Alado llamas, corazón de cera,
+vuela en la pretensión de su caída;
+efímero cometa en ancha esfera,
+su muerte impetrará de su subida:
+arrancó desde el pecho su carrera,
+y de sus alas desató su vida
+la terrena de afectos pesadumbre
+que le negó el bravío de la cumbre12.
+[…]
+de alto, si bien infante, pensamiento,
+que al áspid engazado a su fortuna
+ahogó en el primero movimiento:
+una del lecho vio, y otra coluna,
+opuesto el uno al otro rompimiento;
+y el que certamen prescribió valiente,
+ondas lo alternan de invisible diente.
+[…]
+Esconde el llanto la mejilla bella;
+saliólo a recibir la voz al labio;
+sílabas su torrente le atropella,
+y aquestas pocas redimió a su agravio:
+«Leo, Señor, en la menor estrella
+que en la cerúlea piel escribes sabio,
+de tu poder un tropo, una sentencia
+del Tulio de tu altísima elocuencia.
+[…]
+Zozobrado el aliento en dulce calma,
+las señas que las letras imprimieron
+en los ojos, caminos para el alma,
+huella a huella las lágrimas corrieron:
+líquidos Hipómenes14 que la palma
+ganarle a la justicia pretendieron,
+pues, rémoras los pomos de estas perlas,
+se paró la clemencia a recogerlas.
+Vota a la Virgen Santísima el visitar su casa de Monserrate. Ella le remunera este deseo con su presencia; infúndele en esta visita el don de castidad.
+[…]
+Correr admira en la revuelta arena,
+caballo de cristal, a ese espumoso,
+rápido a ese Jordán que el aire llena
+(polvo a su piel) de aljófar luminoso:
+esa violencia incorregible, enfrena
+con blanda rienda Dios; y así obsequioso
+ceja en los pies, que el pecho sobre el viento,
+o más veloz lo huella, o más violento.
+Terror del mar, errante Mongibelo15,
+temida aun de la más exenta roca
+(pues todo el mar alista contra el cielo,
+cuando sorbido lo escupió), la foca
+mulló a Jonás, ileso aun en un pelo,
+albergue el vientre, si cojín la boca:
+y a la vida tiró sueldo su suerte
+en el mayor presidio de la muerte.
+[…]
+Llamó Moisés al agua en el dormido
+risco, y a obedecer su llamamiento,
+Argos de piedra a Dios reconocido,
+a su voz respondió con un portento:
+ojos abrió en el agua ciento a ciento;
+pues párpados vitales convestido,
+y a la menor pupila, más preñada
+madre fue de una fuente dilatada.
+La mano, pues, que obró tales portentos,
+que fabricó en los cielos dulce lira,
+compulsando suavísimos concentos
+en una y otra que le agita espira16;
+que en sus raudos sonoros movimientos,
+o cuerdas once, o cisnes once, gira17,
+a cuyo son los signos soberanos
+tejen un coro asidos por las manos,
+tocó de Ignacio el corazón dormido,
+a cuyo impulso, cítara süave,
+si cielo no, del cielo compelido,
+se gira acorde, y se desmiente grave;
+y el pie que mueve, o el que da suspiro,
+del cielo es vuelco y de su pecho llave,
+pues, cuando flaco se ajustó al concento,
+a Monserrat le vota el movimiento.
+[…]
+Este arcángel y esotro en la coyunda,
+partido el sol en cuatro ruedas bellas,
+el pie, que holló feliz sierpe iracunda,
+al retrete de Ignacio dio sus huellas;
+al aire el carro, y a la tierra, inunda
+en piélagos de fúlgidas centellas,
+en cuyas ondas muchos querubines
+sin vestirse de escama son delfines.
+[…]
+La frente, en sus corrientes anegada
+y de las cejas corvas dividida,
+isla es de nieve, y isla fortunada,
+de alternas ondas de oro repetida;
+si ya no la venera más plateada,
+en piélagos de soles sumergida,
+que del grano oriental más neta fuera
+ella la perla, el grano la venera.
+[…]
+Más lucientes hicieran, más sonoras,
+sus ojos dos, dos fúlgidos luceros,
+en dos lóbregas noches dos auroras,
+no menos luminosos que parleros:
+mudas sus niñas dos, nadan canoras
+Sirenas del zafiro, dos esteros,
+a quien, o cristal sean, o luz pura,
+adelfa de oro en las pestañas mura.
+Estrecho de marfil, entre los ojos
+la nariz se origina, a los dos mares
+que en leche están cuando ventilan, rojos
+ondas en las mejillas de azahares;
+si no botón de nieve a los despojos
+de dos, de plata y púrpura, alamares
+que en ellas se entretejen, cuyos rayos
+rosas de abriles son, lilios de mayos.
+[…]
+Si excede esta beldad, hijo la fía
+en sus brazos un Niño tan amante,
+que al cuello se eslabona de María;
+hilado su cabello es un diamante;
+su cuerpo, de las carnes es del día,
+cuando aún en leche el sol es luz infante:
+de este volumen de hermosura y gala,
+índice que la obtiene y la señala.
+Acuerda bien, cuando mejor defiende,
+túnica augusta, claramente obscura,
+los pechos donde lince amor atiende
+dos cúpulas del templo de hermosura:
+dos pomos, por quien Ida el suyo enmiende;
+dos Potosís de la beldad más pura,
+donde en sus venas un licor desata,
+de quien es piedra el sol, y él es la plata18.
+[…]
+Ancorólo una voz, que al aire fía
+(un ángel sea cada aliento breve,
+y cada acento, cada jerarquía,
+pues toda la razón son todas nueve)
+la siempre süavísima María,
+que dulce enfrena lo que hermosa mueve:
+envióle al alma todos sus despojos,
+y llamóla a asistir sólo a los ojos.
+[…]
+En sus brazos Ignacio repetido,
+«La afinidad (le dijo) de mi pecho
+(de ilibado pudor, don confundido)
+dulce, de hoy, te ceñirá pertrecho:
+ni al alma halagará torpe gemido,
+ni al cuerpo manchará impúdico lecho».
+Dijo, ausentóse, y infundió María,
+de su voz y su rostro hidropesía.
+Menos emparentó con la esponjosa
+sed de la imán el atraído acero,
+que hijo de su ansia contagiosa,
+nieto se califica del lucero,
+que María lo atrajo cariñosa
+a que del cielo fuese verdadero
+secuaz, a quien aclame la memoria
+aguja de marear golfos de gloria.
+[…]
+depondrá la violencia más sañuda,
+cuando ilibada una doncella vea,
+la planta inmoble, el pecho ya desnuda,
+nuevo jayán de nueva Galatea.
+En María depone aquella cruda,
+aquella, Ignacio, sanguinosa idea
+a que Marte lo indujo, pues tal pecho
+a su caricia se consagra lecho.
+Aquella le infundió virtud, aquella,
+que en el carro agonal unció las pías19,
+que de una y otra convistió centella
+al siempre casto, al siempre serio Elías,
+y (alta del cielo atropellada estrella)
+a que viese para raudos los días
+y cerrarse los siglos lo ha guardado,
+bálsamo de sus carnes ilibado.
+[…]
+Aquella que a José cauta le avisa
+de la que, oculta entre halagüeñas flores,
+al alma le flechó, siempre improvisa,
+el tósigo mayor de sus amores,
+y a una corona lo elevó indecisa,
+o a un cetro solo en dos emperadores:
+rey como Faraón, que ató coyunda
+en la cerviz de cuanto el Nilo inunda.
+[…]
+Deja su patria: va a Monserrate; hace una confesión general. Vela en el templo sus armas, y dando sus ricas galas a un pobre, se viste de un grosero saco.
+[…]
+Dejóla Ignacio, y cometió a la espuela
+que al caballo avisase del camino
+de Monserrat, a cuyo monte apela,
+disfrazando a su hermano su destino:
+de portante arrancando el frisón vuela,
+cuando pierde con él velero el pino;
+y al contacto de Ignacio que lo instiga,
+muchas devana lenguas su fatiga.
+[…]
+Venera el monte, en cuya falda verde
+un serpiente de espumas escamado,
+en roscas de cristal sus giros pierde,
+flexüoso entre peñas desatado,
+y al risco que lo pisa, altivo muerde,
+en sortijosos vínculos vibrado:
+matricida cristal de dos montañas
+que, al parirlo, rompieron sus entrañas.
+[…]
+En la grieta menor del risco herido
+del desgarro de un rayo, a la culebra
+trinchando ve al lagarto, que mordido,
+los pedernales con la cola quiebra;
+a cuyas sobras, presta se ha tendido
+sobre las peñas la mentida hebra
+de las hormigas, que en la piel ya vana,
+o se enreda, o se tuerce, o se devana.
+[…]
+La opulencia del templo envidó a Ignacio20
+a tributos de mármol, el instante
+que, sin dejarle a descartarse espacio,
+sus opulencias le arrojó delante;
+la vista se subió con el palacio
+hasta el cielo, y cansóse en lo distante;
+que olvidado de sí, al Empírio sube,
+y débil se apeó de nube y nube.
+Coronó los umbrales de la puerta,
+y embistióle los ojos y el oído21
+la opulencia y la música; y no acierta,
+de opuestos mar y viento combatido
+bajel, con rumbo ni derrota cierta;
+y del mismo naufragio socorrido
+zozobrando, le ofrece a su grandeza,
+tabla a la voz, y tabla a la riqueza.
+Inculcando rocíos del aurora,
+el norte cala y sur, en onda y onda,
+no abeja alada, no, sí nadadora,
+el siempre casto buzo, sin que esconda
+los granos que en sus aguas atesora,
+o venera tenaz, o gruta honda;
+y cual, de flor y flor, perla libada,
+de concha y concha al templo la traslada.
+[…]
+Las almas que ha mentido la pintura,
+el oro que ha pendido en el brocado,
+la que la voz desperdició dulzura,
+las perlas que anegaron lo bordado,
+los que formó milagros la escultura,
+la beldad que en los vultos ha voceado,
+la más que todo, celestial María,
+fueron de Ignacio dulce tiranía.
+[…]
+Levantó la memoria la bandera,
+y a la reseña convocó su vida,
+y contada, pasó la más ligera
+hora de sus puericias impedida:
+cejó la más distante en su carrera,
+y aun la pequeña le acordó caída;
+y alistado aun el leve pensamiento,
+al presidio se fue del sentimiento.
+Diole el oído un religioso grave,
+y el rostro de sus lágrimas arado,
+en su conciencia le franqueó la llave
+del secreto, aún al alma retirado;
+y lo que gravemente oyó süave,
+süavemente grave le ha curado;
+y al Jordán sus pecados conducidos,
+él quedó limpio y ellos sumergidos.
+Inmoble el templo lo admiró coluna,
+o madre de dos fuentes, viva roca,
+el tiempo que gastó en platear la luna
+cuantos de un horizonte espacios toca:
+dedicóle sus armas, una a una,
+cuando su ardor con más ardor la invoca,
+en su altar a María, cuyo oído
+fue esponja dulce a su agonal gemido.
+[…]
+Violas aquel que, entre los coros nueve,
+Olimpo fue del cielo el más sublime,
+a quien el tiempo vanamente atreve
+el golfo de los años, sin que lime
+en su tenaz idea arena breve,
+en cuanto bate sordo, o mudo gime;
+que escollo quiebra, armado eternidades,
+olas de siglos, piélagos de edades.
+El que de Dios imagen la más bella,
+monarca se juró de la hermosura,
+y en las manos los ejes que atropella
+de aquella idea eternamente dura,
+orbe a orbe arrebata, estrella a estrella,
+a despeño feliz, a llama obscura;
+que en un raudo curso, móvil fue primero
+el que entre todos su mayor lucero;
+aquel que, Serafín precipitado,
+inflexible dragón vive la llama,
+de escorpiones revueltos coronado
+y de un áspid vestido en cada escama:
+de las armas de Ignacio provocado,
+un Marañón de fuego azul derrama
+de su espumosa boca, así iracunda,
+que el infierno en sus tósigos inunda.
+[…]
+Cardada la esmeralda en el vestido,
+piélago verde el chamelote undoso
+formaba, de riberas mil ceñido,
+en este y en aquel galón precioso:
+islas de Ofir los golpes se han fingido;
+y los botones, que caló ingenioso
+filigranista en cada ojal decoro,
+torcidos eran caracoles de oro.
+[…]
+Descríbese la cueva de Manresa, donde el santo hizo áspera penitencia y compuso el libro de los Ejercicios.
+[…]
+Hija de su despeño, zarza poca,
+armada abrojos y verdor crestada,
+sus grifos de esmeralda a roca y roca
+en crespas hojas vinculó, erizada
+hidra del risco, Alcides que la toca
+con clava undosamente fulminada;
+y riza en uno y otro cuello verde,
+o lucha con sus peñas o las muerde.
+[…]
+Arteria en cada poro de esta peña,
+late la espiritosa lagartija,
+y revuelta la sierpe zahareña
+en cada piedra forma una sortija;
+en la ruga al cristal más halagüeña,
+se anuda un caracol a cada guija;
+y en cuanto miembro enlazan arenisco,
+son venas las hormigas de este risco.
+[…]
+Al pedernal se tuerce menos rudo
+el serpiente a dormir; y ya dormido,
+de las hormigas se desata mudo
+el escuadrón; y en cuernos dividido,
+le imprime el diente cada cual agudo,
+y aun antes que dispierto, así embestido
+por cuanta escama falseó, se advierte
+que sus muertes abrevia con su muerte.
+De superior impulso conducido,
+bien abrigado de la eterna diestra
+y del divino arpón Ignacio herido,
+esta cueva eligió para palestra,
+adonde a brazo luchará partido
+con el infierno todo, a quien ya muestra,
+atleta soberano, las arenas
+que vestirá con sangre de sus venas.
+[…]
+Rota la encía, ensangrentado el diente,
+en el último anhelo el labio abierto,
+poca lengua a la vista le consiente,
+que al paladar se eleva descubierto:
+no sepulcros de pórfido luciente,
+de jaspes sí manchados, donde al yerto
+cadáver de la lengua destrozada,
+cubren terrones de su sangre helada.
+[…]
+Muchos dentados hierros la armería
+ocupan de la cueva, que pendientes
+del colmillo que más sobresalía,
+el risco así los admiró inclementes:
+la cueva, que de horror se estremecía
+y sacudía de temor los dientes,
+cuando de Ignacio la constancia santa
+o los cansa, o los gasta, o los quebranta.
+[…]
+Cuando en este occidente el sol coloca
+las calientes cenizas de sus rayos,
+o en la del oro más calada roca,
+o en el monte más hijo de sus mayos,
+del mendigado pan reliquia poca
+no esfuerza, no, divierte sus desmayos;
+y del helado arroyo pocos granos
+su sed atizan, cóncavas las manos.
+[…]
+No en cultas crenchas, cual antiguamente,
+revuelto en toscos nudos el cabello,
+la hermosura le estorba de su frente,
+la blancura le borra de su cuello;
+y en la barba emboscado incultamente
+lo que en su rostro se lució más bello,
+con desaseos rígidos macera
+el ámbar que peinó en su cabellera.
+[…]
+Carnosas las pupilas, siempre rojos
+los párpados del llanto, han retirado
+hasta el casco, cansados, sus dos ojos:
+dos en ellos cisternas se han quebrado,
+que retener no pueden los despojos
+del raudal de aquel llanto arrebatado,
+que rompiendo en el rostro suavemente,
+en mucha barba esconden su corriente.
+Las rodillas clavado a un risco rudo,
+de sus cordeles al menor amago,
+la espalda golpes le rebate, escudo
+del que resulta sanguinoso estrago:
+en el pecho le rompe un canto crudo,
+con alternas heridas, ancho lago;
+y en el Cristo, a quien voces da devotas,
+nuevas imprime llagas con sus gotas.
+¡Oh, tú, que oprimes el mullido lecho
+cuyo cariño desplumó las aves,
+y el prolijo artesón te dora el techo
+escoltando tu sueño muchas llaves!
+Cuando, entre holanda y púrpura, tu pecho
+hierros de torpe amor arrastra graves,
+Ignacio te despierta. ¡A Ignacio atiende,
+que en un risco su techo y cama tiende!
+¡Oh, tú, que a los gusanos das cuidado
+y a las ruecas de holanda das fatiga,
+por quien Milán el oro atenüado
+a los tormentos del brocado obliga:
+cáñamo mal tejido y mal dentado
+el cuerpo viste, y la cintura liga
+rudo esparto, de Ignacio, que te enseña
+que cabe la grandeza en una peña!
+[…]
+Pénsil desde el cenit baja la araña,
+y en cuantas hebras en su vientre esmera,
+uno y otro cabello le enmaraña
+y otra le sobrepone cabellera;
+el que lo ciñe lino, en hilos baña,
+y en esconder la sangre persevera
+tan sutil, que en las manchas que le cela,
+no se ve lo que va de tela a tela.
+El que el prado (o saliva de la estrella,
+o carbunclo menor) de luces nota,
+y si del sol molida no es centella,
+es de la luna destilada gota,
+sea gusano ya, o lucerna bella22,
+los ojos muertos de la efigie dota
+y en pupila y pupila donde habita,
+fulgores late cuando luz palpita.
+[…]
+De una escuadra que al campo el jugo tala,
+esta y aquella se perdió abejuela,
+y hasta la lengua cariñosa cala
+la que, aljófar cargado, al labio vuela:
+la trompa alivia y aligera el ala,
+y en borrarle la hiel tan dulce vela,
+que, venciendo amargores sus porfías,
+nadan los labios dulces ambrosías.
+[…]
+Cítara en quien (si la pasión destempla
+la armonía que Dios templó canora
+en el alma), si atenta la contempla
+y por los puntos de sus voces ora,
+los discordes afectos así templa,
+que el que discorde fue, cuerda es sonora,
+y tal da consonancia en el retiro,
+que cada voz compone de un suspiro.
+[…]
+Las grandes aflicciones y escrúpulos que padeció su espíritu al principio de su conversión. Serenado ya este, le hizo el Señor singulares favores: vio la hermosura del rostro de Cristo, corridos los velos de las especies sacramentales; revelósele el misterio de la Trinidad Sagrada, manifestándosele otras maravillas en un rapto que le duró ocho días.
+[…]
+De espinas su conciencia combatida,
+un crudo abrojo en cada culpa alienta,
+arduo erizo del alma, adonde herida
+la voz, que dubia la salida intenta,
+se advierte, y de sus puntas embestida,
+la razón más piadosa se ensangrienta,
+y envuelta en laberintos mil de abrojos,
+los hilos buscan en agua de sus ojos.
+[…]
+Siete veces el sol la pira dora
+en que durmió la noche sepultada,
+y otras tantas la noche en la urna llora
+en que la luz del sol durmió enterrada;
+y ayuno Ignacio tan valiente ora,
+con afecto y con voz tan alentada,
+que si clamar el risco no lo oyera,
+que era risco, como él, se persuadiera.
+[…]
+De rosado cristal brazo desnudo,
+tejiendo el aire, al otro se eslabona;
+y de la más pesada el pie más rudo
+que en la anudada se giró corona,
+(sin violarla en un hilo) correr pudo
+en la que Aragnes vidrïosa zona
+al viento implica, sin que el viento pueda
+sentir el laberinto en que la enreda.
+Perlas sudara el aquilón más seco,
+con las que lame el céfiro en la frente
+de la que, haciendo a la pizarra eco,
+al aire se ha librado, diligente:
+en la mano responde el marfil hueco
+y el pie las leyes de los golpes siente
+tan leve, que la hierba, a quien no humilla,
+piensa que el viento se calzó jervilla.
+[…]
+Librado sobre un pie, raudo se gira
+un mancebo, que un risco ha sacudido
+de la torosa cuerda con que tira
+en el brazo, a quien otro, mal sufrido,
+donde resulta el risco se conspira;
+y tan valiente al aire lo ha escupido,
+que en su alcance cojeara, siempre lerda,
+flecha impelida de nerviosa cuerda.
+[…]
+Con poco lienzo mucho abril ajado,
+animado con almas de pimienta,
+en el de fresno plato mal cavado,
+la esposa del que, aun muerto, la lamenta,
+un breve seno le ocupaba al prado,
+ladeada el pernil, que representa
+en la sal que lo observa a la comida,
+el alma que de sal sirvió a su vida.
+[…]
+Tierno el melón, calado de una herida,
+escrito su epitafio, cayó muerto,
+cuando lanzando su purpúrea vida,
+inerme la granada, el pecho abierto,
+la mesa del crüor dejó teñida;
+frío el cohombro, o temeroso o yerto,
+yace enterrado entre la roja guinda
+que, hecha una sangre, no escapó por linda.
+Echando espuma se ha pasado el vino,
+desde el odre que rompe, al boj torneado,
+y de refriega tan atroz, mohíno,
+en sus vahos sus retos les ha echado,
+cuando la paz en el aceite vino,
+en muchos claros ojos desatado,
+sobre el que ya degeneró en la cuba,
+bastardo hijo de la dulce uva.
+El blanco pan, que blanca mano parte,
+no pocas gotas al aceite apura;
+y mientras ella a cada cual reparte
+su presa, cohechó la coyuntura,
+por que al cortar se hiciese de su parte;
+pues tan fácil se cala a la más dura,
+que trinchando del ave los despojos,
+vistió el cuchillo de adivinos ojos.
+[…]
+Del éxtasi cobrado, humano admite
+cuanto el zagal le ofrece condolido,
+y del que Dios le preparó convite,
+nuevo Daniel se afecta agradecido.
+A la oración y al rapto se repite,
+de la imán de su Dios tan atraído,
+que de su cuerpo el alma se desata
+y librado en el aire lo arrebata.
+Rompiendo nubes, cielos escalando,
+del cuerpo ya depuesta la pihuela,
+el Empíreo sagrado penetrando,
+a la corte de Dios Ignacio vuela,
+y al trono se presenta, venerando,
+de aquella, que a los suyos se revela,
+deidad que, coronada de despojos,
+es dulce hidropesía de los ojos;
+en la que bebe sed, cuanto más bebe;
+en la que come hambre no saciada,
+cuanto se goza más; en la que a breve
+minuto, estrecha eternidad gozada;
+en la que en dulce paz al alma mueve
+en esferas de amor arrebatada,
+y es mar de sed, letargo de dulzura,
+piélago de hambre, abismo de hermosura;
+[…]
+O inmediación de Dios al alma sea,
+o sea Vice-Dios su especie impresa
+lo que a Loyola Dios le da que vea
+en su esencia, que ya le bebe expresa,
+su pluma a la piedad le da que lea
+este favor, que tímido confiesa,
+y de su mano y de su letra sella:
+«Visto he, mi Dios, la esencia como es ella».
+[…]
+Esta y aquella nube al sol corrida,
+o roja al vino, o blanca al pan sagrado,
+desata el rayo, a quien su vista mida
+el párpado de Ignacio acicalado;
+y ave Ignacio real, en la lucida
+copa, los resplandores le ha agotado
+a aquel sol que embrïaga de luz pura
+a la más perceptiva crïatura.
+[…]
+Lejos del cuerpo, hurtado de sí mismo,
+en éxtasi süave, en largo olvido,
+en rapto amable, en dulce parasismo,
+cómo nació la luz del labio vido
+de Dios, que la derrama en el abismo;
+la luna en leche, el sol recién nacido,
+gemelos admiró mecerse en una
+vuelta, que el cielo les giró su cuna.
+La carroza admiró correr del cielo,
+cuyas raudas esferas agitadas,
+cuya cortina azul de terciopelo,
+cuyas ruedas de estrellas tachonadas,
+gira en perpetuo infatigable vuelo,
+sin ruidoso tropel de pías aladas,
+auriga un ángel, que trastorna solo
+la máquina del orbe en polo y polo.
+Desgranada la luz en la alta mano,
+sembrar la vio en el campo de zafiro,
+y macollar vio un astro en cada grano
+cuando rompiendo un sulco en cada giro,
+(arado corvo el cuerno más lozano
+del naciente esplendor, bien que deliro23,
+de la luna) ofreció la vez primera
+al sol esa brillante sementera.
+[…]
+Vio que la voz de su süave imperio
+al redil recogió de poca arena
+ese rebaño de olas, donde serio
+con blando muro mucho orgullo enfrena,
+y partiendo a la tierra su hemisferio,
+en grano y grano le erigió una almena
+tan inviolable, que aunque el golfo brame,
+los muros besa, las arenas lame.
+[…]
+De un astro y otro le descoge escala
+a la mar, que abrazó la tierra al cielo,
+dormido a este Jacob, adonde el ala
+de un ángel y otro se repite al vuelo,
+cuando al empíreo desde el suelo escala
+la que previene Religión su celo:
+puente, por donde el mundo ya seguro
+halle pasaje al estrellado muro.
+Parda circumvistió nube a la cima
+que rompe el rayo, que la llama dora,
+del monte en que a Moisés leyes intima
+el sumo emperador a quien adora,
+cuarenta soles; pero más sublima,
+y a Ignacio en siete días lo mejora
+(pues en ellos le dicta dogmas graves),
+el que sus yugos fabricó süaves.
+Robada la color, el cuerpo yerto,
+yace de sí olvidado, en Dios unido,
+Ignacio, a quien latiendo mal despierto
+el corazón, que le pulsó dormido,
+las urnas le negó, cuando tan yerto,
+en tan prolijo se arrebata olvido,
+que siete noches le pararon, bellas,
+túmulo que ardió antorchas las estrellas.
+[…]
+Sentido el Marte de que el Marte muera
+que a vivir lo condujo jubilado
+el pabellón azul de su alta esfera,
+un rayo y otro de su ardor quebrado,
+de su luz arrastrada la bandera,
+el parche de su cielo destemplado
+y rota su marcial bélica trompa,
+fúnebre le previno a Ignacio pompa.
+[…]
+Las nubes de dolor despedazando,
+gimiendo triste en sordo y sordo trueno,
+volcán desde sus ojos lacrimando
+y al sentimiento relajado el freno,
+Júpiter llora al que con rayo blando,
+con luz süave y con ardor sereno,
+conductor se afectara soberano
+del rayo de Jesús, que vio en su mano.
+Venera sea de luz aquel lucero
+en que navega Venus en su esfera,
+que como Ignacio la venció guerrero
+y de su concha le paró galera
+en que gimió su afecto lisonjero,
+de ramera trocada ya en remera,
+convertidas sus lágrimas en perlas,
+a su sepulcro se llegó a ofrecerlas.
+A su misma tristeza cortó el luto
+que en su esfera arrastró, Saturno esquivo,
+y el rostro no de lágrimas enjuto,
+muerto lamenta al que define vivo
+un ay que dio la vida por tributo
+al labio que lo exprime compasivo,
+cuando el alma del cielo se despide
+y al cuerpo ya, segunda vez, se mide.
+Con estos, pues, favores halagado,
+cuando más de asperezas consumido,
+o retiro fue un año, regalado,
+o teatro la cueva fue, aplaudido
+del cielo; donde, atleta victoreado,
+siempre a Luzbel lo desarmó rendido,
+pues aun los riscos consagró vocales,
+que sus lauros cantasen trïunfales.
+Aguja que de nubes se corona,
+donde el cincel memoria aró estudiosa,
+el doctor le erigió Juan de Cardona,
+electo ya Prelado de Tortosa,
+que este agonal primero le blasona
+trïunfo, a aquella mente victoriosa
+de Ignacio, cuyas letras siempre bellas
+con rayo y rayo limpian las estrellas.
+[…]
+mientras Ignacio en la escollosa peña
+ilustró los agudos pedernales
+con una y otra religiosa seña
+de los que en ella desató corales;
+mientras colmena se mulló halagüeña,
+mientras fueron sus riscos los panales
+al enjambre de aladas Jerarquías,
+que en ellos desataron ambrosías.
+Despídese de su dulce retiro de Manresa; llega a Barcelona. Isabel Rosella le admira con rayos de luz en el rostro, cuando humilde entre los niños escucha la divina palabra; hospédale en su casa, y negóciale embarcación para pasar a la Italia.
+[…]
+¡Salve, escondido albergue entre las peñas!
+No tiria grana, no flamencos paños,
+hiedras sí te convisten halagüeñas,
+por las manos tejidas de los años;
+no del pincel te ilustran cultas señas,
+cuando te adornan sólo desengaños;
+pues lienzos a la vida son vocales
+los roídos del tiempo pedernales.
+¡Salve, rústico albergue, cuya frente
+con timbre no, de plumas anegado,
+la nobleza escondió bárbaramente;
+de cogollos sí grifos, ocupado
+el más mordido pedernal del diente
+del siglo más voraz; has reservado
+los blasones del tiempo, a cuya pluma
+el diamante más duro es flaca espuma!
+[…]
+¡Salve, feliz albergue, en cuyo techo,
+no el artesón de cedro, ardiendo en oro,
+abriga el esplendor de ebúrneo lecho
+ni el sudado de América tesoro!
+Araña cuelga vil tu cerco estrecho,
+que, vecina del más secreto poro,
+con sus hilos halaga desiguales
+las columnas de toscos pedernales.
+[…]
+No la avaricia, en una y otra vena
+que desata a la América sedienta,
+bebe hidrópica sed; no aquí, Sirena,
+los bajeles segundos escarmienta
+con la rüina que infamó su arena
+y que a las rocas mismas amedrenta,
+la lujuria, que blandamente fiera,
+Scila de pluma, escollos da de cera.
+[…]
+La peregrina planta el templo toca,
+cuando altamente Cicerón cristiano
+pendiente tiene al pueblo de su boca,
+duro arguyendo, persuadiendo humano;
+entre los niños ocupó una roca,
+y el alma, de aquel néctar soberano,
+de cuya articulada fue lisonja,
+avarienta su oído un rato esponja.
+[…]
+Su recámara el sol pasó a la cara
+de Ignacio, en quien tendió esplendor radiante,
+y en la que luz le reflorece clara,
+atezado carbón es el diamante;
+la de rayos más pródiga, es avara
+estrella, con su luz menor brillante,
+y en el rayo menor que el rostro puebla,
+el carbunclo asentó plaza de niebla.
+[…]
+De la que el sol le viste cabellera,
+hilos peinó a sus lumbres su pestaña,
+y solo en su pupila reverbera
+cuando al lince la suya se le empaña:
+enigma fue su luz en tanta esfera,
+que si a Rosella alumbra, al pueblo engaña;
+y a Loyola, indecisa, le comete
+que en su casa la cifra le interprete.
+[…]
+¡Oh, mar, oh, tú, devorador crüento
+del bien nacido leño en la montaña
+que del Noto mofó soplo violento
+y escarneció del Ábrego la saña,
+en cuyas tablas roe tu elemento
+en cuanto embiste torvo, o ledo baña
+tanto cadáver de velero pino,
+que a su rüina lo condujo el lino!
+[…]
+Tú, pues, codicia, pérfido piloto,
+despreciadas de Alcides las Colunas,
+con tres quillas rompiste el nunca roto
+piélago occidental de otras algunas;
+y sobornando al mar náutico voto,
+porfiaste hasta las rocas importunas
+del Istmo, que cordel son diamantino
+del arco de ambos mares cristalino.
+A pesar, pues, del indio, cuya frente,
+cuya espalda vistió exquisita suma,
+de plumas esta, aquélla del luciente
+aljófar que le dio su rica espuma:
+la flecha a quien el áspid le dio el diente,
+la jara a quien sus aves dieron pluma,
+quebrada, violó perlas en la orilla
+de esta mi cuna tu obstinada quilla.
+[…]
+Condujiste después linos segundos
+al mar, cuna del sol, donde el aurora
+en los senos esconde más profundos
+lo que en las conchas más rugosas llora;
+muró en vano, después, sus nuevos mundos,
+cuanto espumoso monstruo el agua mora,
+con las que alterna formidables señas
+de mástiles rompidos en sus peñas.
+[…]
+Al Egipto su aroma traducido,
+el Nilo, hidra de cristal, navega,
+que en siete cuellos túrgidos partido,
+escamada de naves, al mar llega:
+undoso Alcides, donde dividido
+y desatado de su escama, entrega
+naves, ardiendo en incentivo aroma
+que enciende a Grecia, que destempla a Roma.
+¡Oh, cuánto cuesta al lusitano noble,
+a las Quinas del viento trïunfantes24
+(que en cuantos labra hipérboles de roble,
+y de obstinado pino arma elefantes,
+piélago no hay fragoso que no doble),
+hallar el firmamento de diamantes,
+la láctea vía de la perla neta,
+y del rubí la eclíptica secreta!
+[…]
+Arduo obelisco, la escondida roca
+sobre la mar, que se abatió, descuella;
+y el que en sí se apretó tumor, se choca,
+y en sí mismo restalla, y se atropella:
+despéñase, y el risco que lo toca,
+espumosa sacude su centella,
+y rompiéndose en sí, son los cristales
+eslabones, a un tiempo, y pedernales.
+[…]
+Esta babel de vidrio, que corona
+de turbios astros su erizada frente,
+si Atlante no espumoso, que la zona
+en sus sienes aprieta más ardiente,
+en terrones undosos desmorona
+este y esotro escollo transparente;
+y el vaso dubio, que naufraga roto,
+Cofres se bebe el mar, el viento votos,
+de mercancías y de llanto llenos,
+con que los pasajeros y pilotos
+coyunda al mar, al viento imponen frenos:
+estos, timones sacrifican rotos;
+lienzos, aquellos, cultos, que los senos
+del templo de Neptuno, no vacíos,
+vistan humildes, embaracen píos.
+[…]
+De ganchosos corales la sublime
+frente, y de perlas netas impedido
+el hombro, de un delfín cerúleo oprime
+el lomo, de veneras convestido;
+silencio al mar, que entre las rocas gime,
+un caracol le publicó torcido:
+clarín de nácar, que compuso iguales
+Babilonias rebeldes de cristales.
+[…]
+Después de haber sido albergado y regalado nuestro peregrino de un pescador, sigue su viaje, hallando la Italia infestada de peste; y desechado de las ciudades, se ve obligado a dormir por los campos, a la inclemencia del cielo. Al fin llega a Roma, y habiendo visitado aquellos santos lugares, besa el pie a Su Santidad.
+La roca besa agradecido, en tanto
+que a sus cansados ojos les desata
+el dulce, el tierno, el armonioso llanto
+uno y otro raudal de undosa plata:
+por aqueste y aquel pelado canto
+menos lúbrica sierpe se dilata,
+que de la barba a las pendientes peñas
+hilos corren de perlas halagüeñas.
+[…]
+Hollando riscos, escalando peñas,
+en desmayos del sol sombras pisando,
+estas y aquellas vence opuestas breñas
+que venciera la cabra mal, trepando:
+a las llamas, imán, sigue halagüeñas,
+que del ancón el margen coronando,
+muchos convoca rubios escuadrones
+de amantes de su fuego camarones.
+[…]
+Cariño lo recibe aquel que mudo
+juzga servicios las que son mercedes,
+que a la ambición no es cuna el barco rudo
+ni a la opulencia halagan pobres redes,
+al de piedad albergue no desnudo
+(cuando estrïado nácar sus paredes
+conviste bruto) lo reducen pobre,
+que beba en conchas y que coma en roble.
+Dos son los pescadores, uno anciano
+padre de un joven, hijo floreciente,
+los que sin pompa de cortejo vano
+albergaron a Ignacio pobremente;
+coronaron, sentados, a Vulcano
+que en los despojos de una encina ardiente,
+Scila es devorador, en cuyo ceño
+en cenizas naufraga el mejor leño.
+[…]
+Arnés de la tortuga, una volada
+concha le expuso cuando ya marisco,
+o de las aguas fue espuma animada,
+o pertinaz verruga de algún risco;
+ni el escollo, ni el agua que mal nada
+lo privilegian del nudoso aprisco
+de las redes, que hicieron de su presa
+teatro dulce la prolija mesa.
+[…]
+La que huella el abismo, el cielo toca,
+con escolloso pie, con grifa frente,
+ya coronada, ya calzada roca,
+del cancro, ya marino, ya luciente,
+mal ha eximido de la angosta boca
+(que en uno corvo en otro agudo diente
+lo prende) de la nasa, al cancro hirsuto
+que sinüoso al plato da tributo.
+Exime mal la retirada gruta
+que más lo guarda, que mejor lo medra,
+carnoso al pulpo, que en la peña bruta
+se eslabona tenaz, nerviosa hiedra;
+la cogulla que viste, nunca enjuta,
+intrépido le oprime en piedra y piedra
+valiente joven, y postrero abrazo
+torciendo nervios le vincula al brazo.
+Estas, y muchas más turbas villanas
+que viven de las grutas las aldeas,
+al huésped se tributan en las vanas
+conchas, que se desnudan, hicoteas26.
+Sellan la cena, bellamente urbanas,
+con sus flores, marinas Amalteas,
+dando en el camarón y la sardina
+lilio veloz, nadante clavellina.
+Cenizas de cristal en la estrïada
+concha, que es taza al huésped, y a ella pira,
+líquida mariposa desatada
+en una y otra cristalina espira,
+fuentecilla propina; así arrojada,
+que alas de vidrio en un escollo gira,
+y en la hoguera de un piélago de espumas,
+undosas da rüinas, si no plumas.
+[…]
+Del botón de la noche tenebrosa
+en quien ajado se apretaba el día,
+rosa de luz el sol, o luz de rosa,
+de arrebolados céspedes nacía:
+mucha desabrochaba luz hojosa,
+hojas de luces muchas esparcía,
+cuyos rayos a Ignacio son abrojos
+que blandos le punzaron en los ojos.
+Can de lanas crecido, que lo guarda,
+rompe el sueño también: que a su garganta
+dentada (del albergue fiel bombarda),
+voces le da en el agua que levanta,
+batido el remo en la barquilla tarda
+que siembra corchos y que nasas planta,
+que azora peces y fatiga ancones,
+ara cristales y trasplanta arpones.
+[…]
+halcón (si el haya le vistió su pluma
+y alterno el remo le duplica el ala),
+sigue la barca, aquel tirano Numa
+que los imperios del estero tala.
+Sus leves cuernos le rayó la espuma;
+y a un tiempo el agua y las escamas cala
+el arpón, entre dos que lo ha violado
+pedernales viscosos al costado.
+[…]
+No de otra suerte que tendiendo golas
+la yunque bate el mazo repetido,
+las aguas hiere con partidas colas,
+la arena azota con mortal rüido,
+en la oficina undosa de las olas
+el vulgo de los peces oprimido;
+que en las orillas que besó, fatales,
+lúbrico es mazo en yunque de cristales.
+[…]
+«En la urna del nácar sinüoso,
+guija este día tan feliz me cuente,
+aquella que al cristal mordió lustroso
+de recíproco mar el culto diente,
+la estrella venza su esplendor hermoso,
+la perla exceda su candor luciente,
+en que aquesta dentada infiel cuchilla,
+varando muerta, se embotó en la orilla.
+[…]
+«Aquesta me peinaron desengaños
+prolija barba, que me nieva el pecho,
+y a este, cediendo a la fortuna engaños,
+lo frágil albergó de aqueste techo:
+los tardos me hallarán, postreros años,
+los juncos albergando de mi lecho:
+y cisne dulce en mi nevada pluma,
+erigiré mi pira en esta espuma».
+[…]
+Lagar sangriento Italia entonces era
+de una peste oprimida tan sañuda,
+que la muerte, hasta allí nunca tan fiera,
+y su cuchilla, nunca tan desnuda,
+cuanto racimo ya segó severa,
+en negras cubas apretaba cruda,
+llorando así el agraz, como el opimo
+en sazonados pámpanos racimo.
+[…]
+Ignorante el ganado del crujido
+de honda pastoral, yerra en la vega,
+y el que inundaba el campo más tendido
+apenas un redil estrecho anega;
+o mal herido el can, o bien dormido,
+macilento rebaño al lobo entrega
+que piratal monarca de los prados27,
+tiraniza provincias de ganados.
+Cuanto Pomona ya sudaba grata
+en gotas dulces de una y otra fruta,
+lágrimas son amargas que recata
+contagiosa pupila, yema enjuta;
+basiliscos al aire mil desata,
+Libias descoge de áspides, la gruta
+que flores alojó en lascivos senos,
+ya alhóndigas comunes de venenos.
+Lengua es cualquiera hierba, de serpiente;
+cualquiera flor es ponzoñosa escama;
+la fruta dulce, venenado diente;
+áspid fatal, la más amiga rama;
+víbora de cristal, cualquier corriente;
+quelidro, el sol28 en su amarilla llama;
+ojos los granos son de basilisco;
+y sangriento dragón, cualquiera risco.
+[…]
+Arados ya los templos, y surcadas
+las más festivas plazas, los rincones,
+las cisternas, mil siglos olvidadas,
+de cadáveres son mustios mesones;
+no oprimen huesos piras elevadas,
+no los pórfidos sellan los blasones:
+plebeya incluye al Cónsul sepoltura,
+y su funesta aguja es tierra dura.
+[…]
+Teatro a esta tragedia de no mudas,
+funestas siempre, mal habladas scenas29,
+era entonces Italia, en quien sañudas
+las Parcas tres representaban penas:
+pendiendo flechas en la espalda agudas,
+áspides anudados las melenas
+y ajustando el coturno al pie sangriento,
+sacaban de los riscos sentimiento.
+Esta, pues, infección, echó al camino
+un monte inaccesible, echóle al muro
+candados de diamante; al peregrino,
+este es guardado, esotro mal seguro;
+estufa, no una vez, el cristalino
+cielo, si pabellón al aire impuro,
+en el del campo mal mullido lecho,
+ardiente hogar le dan, y amigo techo.
+[…]
+¡Déjate hallar, oh, cúpula elevada,
+de la vista que Ignacio a ti encamina!
+No así, de tus cimientos olvidada,
+en los cielos te pierdas peregrina;
+que penetra tras ti su vista alada,
+por una esfera y otra cristalina,
+por ver si ese tu globo temerario
+es ya de piedra espacio imaginario.
+[…]
+Aquellos veneró siete repechos
+que, empedrados de pórfidos lucientes,
+sobre un confuso piélago de techos
+islas son a sus ondas eminentes;
+secretos adoró agonales lechos
+que mártires ilustran eminentes,
+en cuyos senos cada cual desata,
+en siete Potosís, huesos de plata.
+No de otra suerte a cada templo admira
+un rebaño de casas agregado,
+que a la gallina el vulgo se conspira
+de este implume y aquel pollo asustado;
+o al olmo blanco, a la frondosa lira
+(si cisne, no, del genitivo prado,
+a los soplos del Céfiro), la suma
+del que vistió, jazmín, fragante pluma.
+[…]
+El pie venera del Pastor de Roma
+que montes de oro en las diademas huella,
+de las cervices que su planta doma
+en los dragones regios que atropella;
+a cuyo sacro pie desata aroma,
+cuanto labio de príncipes lo sella.
+Y a los muros perdona diligente,
+dando la espalda a los que dio la frente.
+Pasa de Roma a Venecia, donde le hospeda un cónsul en su casa; embárcase para Jerusalén, y reprendiendo las culpas que se cometían en la nao, determinan los marineros, ofendidos de su censura, arrojarle en un islote desierto; pero trocando Dios los vientos, llega con felicidad a la isla de Chipre.
+[…]
+cuando el que débil descansar pudiera
+de púrpuras de ebúrneo augusto lecho,
+polvorosa la rubia cabellera,
+descalzo el pie el plomo ya deshecho,
+al Jordán endereza su carrera,
+del aliento impelido de su pecho,
+tan leve, que su planta peregrina
+ni aja la arena ni la flor inclina.
+[…]
+A un corto albergue lo retira, rudo,
+desalhajado de sus pobres dueños;
+con sus miembros se mide un risco crudo,
+abrigado de mal vestidos leños;
+celeste el Can le imprime el diente agudo,
+del León de julio lo calientan ceños,
+sin más amparo que las duras rocas
+que urnas serán de sus cenizas pocas.
+[…]
+Articulada flecha su suspiro,
+plumas esconde en el divino pecho,
+y del empíreo convocó retiro
+a Cristo, a que le asista al duro lecho:
+y su luciente carro en raudo giro
+quebró las luces del cerúleo techo,
+y el albergue su luz doró, escondido,
+de querúbicas pías conducido.
+[…]
+Vistióse de sus armas el sentido:
+sonante caja el pulso, al destemplado
+ejército de espíritus, rendido,
+a recoger tocó; y él, reforzado,
+marcha a compás en regular latido;
+su puesto reconoce el más turbado;
+y así sus armas juega el menos fuerte,
+que las espaldas le volvió la muerte.
+[…]
+La lengua se le pierde ya en la boca,
+a los ojos la vista ya no sabe
+volverse, al tiempo que en el alma toca
+el prodigio que en ella apenas cabe.
+A los cielos el carro se revoca;
+al labio echó la admiración la llave;
+y trocándole oficios el sentido,
+oyen los ojos lo que ve el oído.
+Nervio de oro los peñascos ata,
+cada paja del techo es neta vena;
+limaduras el polvo son de plata,
+cuando no perlas la menuda arena:
+un Marañón de luces se desata
+de piedra y piedra, en quien se desmelena
+el diamante, el topacio se deshila,
+y el rubí, o es espuma o es favila.
+De las ondas de luz la fugaz suma
+deja de ser riscos los que ya hizo soles,
+cual con su mar huyendo hace la espuma,
+que coronen la orilla caracoles.
+Calzó talares de ligera pluma,
+gloria nuestro romero de españoles,
+y compendiando leve las distancias,
+las venecianas descubrió arrogancias.
+[…]
+No tan süave, cuando más canora,
+la de cisnes república ha tejido
+los senos de las aguas en quien mora,
+vivificando su espumoso nido;
+ni tan risueña sobre el campo Flora
+ejércitos de lilios descogido,
+como Venecia da, en techo y naves,
+de jaspes, lilios, y de pinos, aves.
+[…]
+¡Oh, república, tú, que siempre fuiste
+vecina del cristal del oceano;
+cuyo estudioso aliento al aire viste
+miembros de vidrio, camaleón que ufano
+el volumen dïáfano conviste
+siempre luciente, pero siempre vano,
+adonde cuanto rey copas te debe,
+con tus vidrios también tu nombre bebe!
+[…]
+El cansancio, del sueño, pues, sainete,
+salsa de los reposos, la fatiga,
+lo insulso de las losas acomete
+y al seno de la paz lo pasa amiga;
+el tejido de mármoles tapete,
+cuánta pluma le fue, mudo lo diga
+el éxtasis, que al mármol hace yerto
+que pierda, con su sueño, por despierto.
+[…]
+Enherbado cariño al Numa estraga30
+la holanda que aun süave lo atormenta,
+la lana que livor tirio embrïaga,
+la seda que el carmín noble ensangrienta;
+la marta lisonjera que lo halaga
+lamiendo dulce lo que más fomenta,
+y el aroma que al vino da halagüeño
+armas de Circe que endurezca el sueño.
+[…]
+Guiñóle al corazón, dormido el vulto,
+y hurtado a la luz; al rostro atiende:
+grave lo mira, aunque lo mira inculto;
+hermoso, aun cuando el hielo más le ofende.
+De sí acusado, apela a sí inconsulto;
+fïado sobre un pie, trémulo pende,
+mientras se agobia todo, a que halagüeño
+borre en sus ojos el contacto el sueño.
+Los apretados miembros en el frío
+desata Ignacio perezosamente
+por el espacio en que camina umbrío
+al palacio del Cónsul, que indulgente
+sirve opulento cuando alberga pío,
+al romero que admira reverente:
+púrpura el lecho, el plato hizo süave
+cuanto la gula ignora, cuanto sabe.
+La piel que el bosque al suelto can tributa,
+la pluma que el augusto Numa ignora,
+la escama que escondió sinuosa gruta,
+la ambrosia que la unida corcha llora,
+la preservada en néctar dulce fruta,
+el vino que la antigua cuba mora,
+en oro, en vidrio, en damascado lino
+admitió con templanza el peregrino.
+Desconoció el olán su penitencia,
+el ayuno extrañó lauto el banquete,
+no se halló la pobreza en la opulencia,
+ni el peregrino pie sobre el tapete,
+hurtóle a las delicias su presencia;
+y desde el pobre que eligió retrete,
+a que indulgente el piélago lo admita
+la púrpura del Griti solicita31.
+[…]
+El cóncavo volumen de su lino,
+entre la pluma de cañones ciento
+(ojo de rubio bronce el menos fino),
+lisonjas arrogándose del viento,
+pompa del mar la nao, pavón de pino,
+dilata sobre el húmedo elemento,
+que argentándole pies en el abismo,
+a su esfera le excusa el parasismo.
+[…]
+Amenazado, Ignacio no desiste,
+al torpe vicio eslabonado alano
+que ardiente muerde, y tanto más insiste
+cuanto le hiere más, rebelde mano;
+obstinado diamante el pecho viste
+de cuanto peca pasajero insano,
+que conjurando contra él su ira,
+al mar lo inducen, que lo abrace pira32.
+[…]
+«¿Que sacudido se descuelle robre,
+sin vacilar al Euro que lo toca?
+¿Que su flaqueza a nuestra fuerza sobre,
+y combatida nos resista roca?
+¿Que el temor no amedrente a un hombre pobre
+y mordaza no sea de su boca?
+¿Que, áspid su lengua, nos fulmine enojos
+y al placer basiliscos sean sus ojos?».
+[…]
+Menos el aire breve piel vestido
+en suelto globo, cuando el cielo escala,
+resulta entre las nubes, sacudido,
+cejando al golpe de contraria pala;
+menos, pendiente el pie se ha recogido
+sobre el que hollaba áspid, que se cala
+la popa de la nao contra el corriente,
+hiriéndole los vientos por la frente.
+[…]
+Chipre los recibió, donde Cupido
+(piloto ciego de fatal carrera)
+con el timón de un dardo fementido
+a su madre conduce en su venera;
+donde el brazo del remo, el pie impedido
+de la cadena dulcemente fiera,
+tanto príncipe gime, arando ciego
+olas de ambrosia en piélagos de fuego.
+De Chipre pasa a Jerusalén; y habiendo visitado tan sagrados lugares, da la vuelta a España, a donde llega después de haber padecido muchos ultrajes de los soldados españoles.
+[…]
+Venera aquel que, siendo ameno huerto,
+palestra fue agonal, que vio, devota,
+indulgente al letargo, al sueño yerto,
+triunvirato de amigos cuando brota,
+Argos purpúreo Cristo, Argos despierto,
+un párpado sangriento en cada gota,
+que al angor desatada su pupila,
+corales llora, si rubís destila.
+[…]
+La que buril la planta grabó, dura
+piedra, venera: sacro ya tapete,
+sobre cuyo cenit la arquitectura
+nunca labró a sus templos capacete;
+isla del aire, a quien la piedra mura,
+sin que pueda toldarle su ribete;
+índice de aquel vuelo esclarecido,
+que anillos mil de mármol ha ceñido.
+[…]
+Menos, seguro el corderillo tierno
+asustado se vio de loba fiera,
+cuando, excedido de la oreja el cuerno,
+lasciva Parca de las flores era;
+y menos, lujurioso el árbol tierno,
+que al aire descogió pompa primera,
+embestido se halló del Euro ronco,
+y pira de sus hojas vio su tronco.
+Oyó de Ignacio el lastimado anhelo
+piadoso Cristo; y por la misma escala
+que inviolable en el aire abrió su vuelo,
+su amor agita la piadosa ala:
+inclinóse con Él todo su cielo,
+y previo al peregrino así regala,
+que liba, abeja el querubín alada,
+cuanto a Ignacio Jesús néctar traslada.
+[…]
+Águila era de pinos convestida
+(al agua riscos, a los vientos pluma),
+que de imperiales alas presumida
+conducidora fue de augustos Numas,
+otra nao, veneciana, que engreída
+la pihuela del ancla en las espumas
+desataba veloz, cuando velera
+la alcándora dejaba en la ribera.
+[…]
+¡Oh, de la plata venerado imperio;
+oh, mérito del oro lisonjero,
+y cuánto le agregaste vituperio
+al que no viste púrpura el dinero!
+Medir podrá su planta el hemisferio
+del ponto undoso, aun cuando brame fiero,
+hollando en cada onda fluctüante
+playas de bronce, tablas de diamante.
+[…]
+Picado el mar, y de soberbia lleno,
+cristalino caballo se desboca;
+y no cabiendo en su tendido seno,
+con las manos y el pecho el cielo toca:
+rompe furioso el diamantino freno,
+y estrellando su frente en roca y roca,
+espumas masca en la fragosa orilla
+y escupe los bajeles de su silla.
+Yunque de pino, el vaso naufragante
+tablas escupe al mar, así sañudo,
+que le sacara astillas al diamante,
+que al pedernal le desatara el nudo:
+la breve onda es ya grifo gigante,
+la blanda espuma es ya risco membrudo;
+bala, la arena más desconocida,
+que el alcázar embisten de la vida.
+[…]
+La turca nave, de la mar sorbida,
+ciñendo cada onda de un turbante,
+no jubila en la tabla alguna vida
+de mucho derrotado navegante:
+en pocos miembros nada, dividida,
+la que durezas apostó al diamante;
+y la que Parca fue de alado abeto,
+apenas es de tablas esqueleto.
+[…]
+Breve espuma de tablas la tercera,
+como en sus senos recogió a Loyola,
+poco violada de la mar severa,
+corrió las aguas sin violar la ola:
+por mariposa se eximió velera
+por flaca presa se jubila, sola,
+del piélago, que sacre cristalino,
+las raudas garzas desmembró de pino.
+Rïose el cielo ya, acostóse el viento,
+peináronse las olas desgreñadas,
+echóse a descansar el mar violento,
+las espumas durmieron argentadas;
+y lisonjas hollando la mar ciento
+en las cerúleas ondas desatadas,
+el áncora en Venecia dio a la arena
+por convestir el templo de su entena.
+[…]
+Menos sobre las aguas ha atraído
+en la cárcel de mimbres el süave
+alado imán, el ruiseñor, prendido,
+esta y aquella codiciosa ave,
+que el dinero en el pobre despendido,
+a este pïante, al otro indujo grave
+mendigo, que pidiéndole importuno,
+sus cuartos le agotaron uno a uno.
+[…]
+¡Oh, tú, divina mano, que enlazaste
+a la cerviz del mar yugo de arena,
+sin que su eterno túrgido contraste,
+breve a la playa le derribe almena;
+y león cristalino, lo enseñaste
+a que tienda en la orilla su melena,
+y bramando nos diga que tú sola
+la cólera enfrenaste de Loyola!
+[…]
+Da principio a sus estudios de latinidad en Barcelona; apaléanle unos mancebos divertidos porque ampara la virtud; y Dios le honra, resucitando por sus oraciones un difunto.
+Alta resolución (digna de cuanto
+calzó coturno heroico docta pluma;
+digna que el mar, en su cerúleo manto,
+gaste en ararla, cuanta argenta espuma;
+digna que el alba, cuanto escarcha llanto,
+en escribirlo, en flor y flor, consuma),
+lo indujo a que estudiando, Colón fuese
+que un Nuevo Mundo literario abriese.
+[…]
+¿Qué zona en la Escritura, su estudiosa,
+su infatigable entena no halló pía?
+¿Qué escollos no venció en la tormentosa,
+en la siempre agitada Teología?
+¿Qué bocina, qué trópico, qué osa,
+su magnitud de su compás no fía?
+¿Qué tropo ya no viste nuevas flores?
+¿Qué oratoria no halló nuevos primores?
+Alto ingenio el de Ignacio, no versado
+en magistral escuela, en casi siete
+lustros que a la esclavina le ha gastado
+o el militar ceñido capacete,
+el prolijo abarcó primero arado,
+donde al inculto césped le comete
+gramático cultor el suelo estrecho
+que de otras ciencias es fecundo lecho.
+[…]
+De esta colmena, pues, no ya murada
+de corchos, sí de mármoles, adonde,
+no susurrante, no, no abeja alada,
+enjambre sí de ángeles se esconde,
+aquí de miel, de cera fabricada
+la aceda más, la dura más, responde
+al festejo del joven liviano,
+con la voz, con el rostro, con la mano.
+Sirenas adulaban el oído,
+alma canora dando al instrumento
+que, de oculares dedos impelido,
+tósigo al alma fue, néctar al viento:
+en cada voz Orfeo repetido,
+reproducido Anfión en cada acento,
+no hay alma que no roben, entre tanto
+que armoniosa es ganzúa el dulce canto.
+Tamaña liviandad, duro gusano,
+araba el pecho de Loyola ardiente,
+y al joven oponiéndose liviano,
+no poco le imprimía acedo diente;
+al religioso, ya claustro profano,
+riguroso le afea suavemente,
+que ilibado el pudor de tanta rosa
+se deja ajar de mano irreligiosa.
+[…]
+«¿Que un lobo rija, y otro lobo fiero,
+un pueblo de corderas tan lucido,
+de quien dulce pastor ya fue primero
+fatigado Jesús, Jesús herido;
+que haciendo de su pecho abrevadero
+(redil un tiempo el claustro recogido),
+os vistieron armiño sus amores,
+bebisteis néctar y pacisteis flores?
+«Pueblo de cisnes en el sacro coro,
+os atendió envidioso, o compitiente,
+aqueste serafín y aquel canoro;
+enjambre os emuló, menos luciente,
+melifluo menos, menos ya sonoro,
+el de la abeja imperio floreciente.
+¡Pudor jubile noble, hidalga pena,
+cuello virgíneo, de tan vil cadena!».
+[…]
+Yace, no de otra suerte ya Loyola,
+fulminado de golpe de atroz mano,
+que oprimida del agua la amapola
+en los bárbaros céspedes del llano,
+cuando, rompiendo nubes, la vïola
+nimboso el Orïón, el Euro insano,
+y en el plebeyo sulco infausta sella
+la que del campo fue purpúrea estrella.
+[…]
+De escorpiones de acero la crüenta
+quirurgia armada, se agregó a la cura,
+y en un lince de plata, en una tienta33,
+del hueso allá el secreto ver procura;
+no pocos días la piedad fomenta
+de venda medical la ruina dura;
+selló sus llagas Dios, y él sella el labio
+al escrutinio de tan crudo agravio.
+[…]
+La mano, entre las víboras ardientes
+que peinaban las furias desgreñadas,
+se ató con ellas, y las más pendientes
+al aire se prendieron anudadas;
+pasmáronse las siempre sueltas fuentes
+en las infaustamente urnas quebradas;
+el buitre olvidó a Ticio: que al infierno,
+entredicho Loyola intimó eterno.
+[…]
+A sus culpas, el joven fortunado
+al teatro llamó de la memoria;
+y habiendo el llanto en él representado
+de su trágica vida larga historia,
+de indulto ya sacramental lavado,
+en el seno durmió de la victoria
+que a Ignacio concedió deidad benigna,
+digna del mármol, y del bronce digna.
+¡Oh, Ignacio, tú que así, fiscal severo,
+las de la muerte imperas monarquías:
+exención te jubila de su acero;
+salamandra, te exime de los días!
+¡Oh, ya te observe Dios al día postrero,
+para clarín que las cenizas frías
+de las urnas compulse, pues tu aliento
+a los muertos infunde sentimiento!
+[…]
+Estudios, persecuciones y cárceles que ejercitó y padeció en Alcalá.
+[…]
+Aquel taller pisó, aquella oficina
+de Palas, donde ya culto gusano
+el cándido capullo le destina
+al teólogo; el flavo, al siempre humano
+médico; y el cerúleo le ilumina
+al físico; purpúreo, al soberano
+legista; y al dosel y al templo arroga
+sacra la mitra, judicial la toga.
+Aquella a quien concurre, de la Europa,
+de mucha noble juventud lozana
+esta y aquella codiciosa tropa,
+como a colmena, no de corcha vana
+que al aljófar que llora en copa y copa
+de las caducas flores la mañana,
+atesora; de olivos sí, lucientes,
+cuyos panales son luz de las gentes.
+Donde escamada de oro, armada de alas
+de culta abeja conductora alada,
+emperatriz de las escuelas, Palas,
+sin aguijón preside, y sin espada;
+donde la que frecuenta doctas salas
+juventud, liba ambrosia desatada
+en vocales aljófares que irrora
+del labio magistral, laureada aurora.
+Estudioso a las leyes se conforma
+del revuelto a su medio silogismo,
+serpiente literal, que al genio informa,
+que en la espira se tuerza de sí mismo;
+al hilo consiguiente de la forma
+(que un laberinto ciego, que un abismo
+de implicadas cuestiones desanuda),
+tenaz incumbe, diligente suda.
+Penetra la dialéctica escabrosa,
+de su incansable estudio la porfía:
+del aliento mayor, cima fragosa,
+si del ingenio culta ya armonía;
+do operación triforme litigiosa
+propios, si desiguales, actos fía,
+que ventile la cátedra al conceto,
+que las pretende su mental objeto.
+Físico, partes del compuesto ausculta,
+y aquella, que es común hospedería
+de cuanta forma corporal se abulta,
+materia prima, ve que la varía
+actüante la forma; y que resulta
+en un compuesto, en que la unión lo fía
+existente; y corrupto, aún ella existe
+pues de otra forma, camaleón, se viste.
+De aquesta cetrería literaria
+pendiente Ignacio vive; mas no tanto
+que, del alma dulcísima corsaria,
+el pecho todo le robase santo:
+su alterna lengua, dulcemente varia,
+al dilema la voz, al salmo el canto
+daba en los libros; que eran, en sus ojos,
+el sacro rosas y el profano abrojos.
+[…]
+Lucrecias eran dos, que retraídas
+de populares ojos, dos rincones
+teatros eran de sus santas vidas,
+si ya de su virtud eran blasones:
+de mudables impulsos compelidas,
+varias intentan peragrar regiones,
+hollando el dubio pie polvos extraños,
+con secreta esclavina, largos años.
+[…]
+Aquel bajel de luz, el paño echado
+de cuantos rayos teje su ardimiento,
+el ancla en el oriente había zarpado,
+y el cerúleo sulcando firmamento
+en el escollo de oro más calado
+de aqueste mi occidente, el movimiento,
+ancorado feliz veces cuarenta,
+y aún Loyola vivía de su afrenta.
+[…]
+De esta herida bien, mejor de aquella
+alterna pala al viento compulsada,
+plumado, en cada impulso una centella,
+violento sacre fue de quien rizada
+se teme garza la mejor estrella,
+de violentos crujidos azorada,
+cuando no fijo, no, en su firmamento
+instable fue zodíaco del viento.
+[…]
+A corifeo del triunfante juego,
+que erario avaro de las doblas era,
+le pide Ignacio, con humilde ruego,
+del reportado precio breve esfera.
+Mirólo torvo; y de coraje ciego:
+«¡En vivas llamas abrasado muera
+(dijo), si aqueste hipócrita malvado
+no merece de fuego ser quemado!».
+La admiración, en el concurso mudo,
+en las venas derrama un hielo incierto:
+vestido un risco, el estupor no pudo
+arquear las cejas, cuando al labio yerto
+el pasmo le apretaba un torpe nudo;
+vivo, con cada cual, fuera el más muerto
+pedernal, pues blasfemia tan severa
+fuentes atara, riscos deshiciera.
+Un imperio vestido en cada pluma,
+un mundo en ala y ala complicando,
+hollando de ambos piélagos la espuma
+y en sus ojos los dos polos girando,
+garzón nació real, de augusto Numa,
+el Segundo Filipo, que estrechando
+el piélago y el orbe, a su fortuna
+nido fue el uno, el otro fue laguna.
+[…]
+Festejosa Alcalá, nocturnos soles
+descogía en los techos eminentes,
+que en diademas de ardientes arreboles
+muchas ceñían almenadas frentes;
+y en concurso apiñado de faroles
+(granos purpúreos no, sino lucientes),
+la torre de luceros coronada
+luminosa Alcalá, la hacía Granada.
+Este en aquel clarín sonoro topa,
+y bebiéndole al aire sus alientos,
+en la canora les propinan copa
+armoniosas ambrosias a los vientos:
+bríndase aquesta con aquella tropa,
+dícense la salud los instrumentos;
+y tantas bebe, cada cual, auroras,
+que al aire inundan crápulas canoras.
+Tela es el aire, donde justan luego,
+por el palenque de una cuerda lisa,
+este y aquel mantenedor de fuego
+que sus distancias encendido pisa:
+aqueste corre alado, esotro ciego;
+y en cuanta lanza quiebran improvisa,
+resultando en astillas las centellas,
+al aire firmamento hacen de estrellas.
+En poco espacio, voladora llama
+una Libia en el viento induce ardiente,
+en que de mucha luminosa escama
+este y aquel se dilató serpiente,
+que en la cola, en que agita breve rama,
+que en la boca, en que vibra rojo diente,
+en nube y nube se apretó, y en ellas
+la piel depone, que vistió, de estrellas.
+[…]
+Azoran la región iluminada
+torrentes de cometas donde en vano
+la red tiende de sombras atezada
+la mustia noche con escura mano;
+palma es de luz, la torre coronada;
+cedro de fuego, el techo más enano,
+cuyas copas embiste el vuelo ciego
+de cuanto cruza, pájaro de fuego.
+[…]
+Borró de las paredes el brocado,
+los milagros violó de los pinceles:
+de milanés prolijo aquel, cuidado;
+desvelo, estotros, del divino Apeles.
+El oro ya en el humo zozobrado,
+náufragos en el fuego los doseles,
+nadando están, en el conflicto sumo,
+olas de fuego en piélagos de humo.
+[…]
+Negro las plumas, trágico el aliento,
+brasas afila, llamas acicala
+en la hoguera fatal sañudo el viento,
+al impulso violento de ala y ala:
+de los robres se queja el sufrimiento,
+restalla el haya que el incendio tala;
+y el sagrado metal, gimiendo tierno,
+a ver convoca un cuadro del infierno.
+[…]
+A la muerte, que nunca desganada
+el diente a nuestras vidas le comete,
+mostaza en alquitrán fue confitada
+la pólvora, que dulce ya sainete,
+aquella hambre le picó, insaciada,
+con que el blasfemo joven acomete;
+y tascando sus miembros en su boca
+a las urnas les dio migaja poca.
+[…]
+Estudios, persecuciones y cadenas en Salamanca; y por seguir el divino impulso que le llamaba, se parte a París.
+Sordo al encomio se selló el oído
+que esponja fue sedienta al vituperio,
+y de Alcalá se ausenta, conocido,
+al extraño del Tormes hemisferio:
+al Tormes, que de ciencias dulce nido,
+si no de doctos cisnes claro imperio,
+a cuanto, o canta dulce, o dulce espira,
+es su corriente, numerosa lira.
+[…]
+En torva noche, en cielo no sereno,
+vibrando luz crinita en diente y diente
+(relámpago la escama, el silbo trueno),
+menos ruidoso, menos ya luciente,
+de la nube rompió el materno seno
+naciendo el rayo, súbito serpiente,
+y a la vista y oreja dio, medrosa,
+venenado fulgor, luz ponzoñosa.
+[…]
+Bisagra un duro grillo abrazadora,
+une el sagrado pie siempre inocente,
+con el de un joven, que la cárcel mora
+por secuaz de Loyola, por valiente
+arnés de su doctrina, mordedora
+del vicio en las escuelas indulgente:
+tan cruda, tan tenaz, que menos fiera
+víbora, al pie revuelta, los mordiera.
+[…]
+En cada flor de las que liba grata
+en los purpúreos dulces eslabones,
+no la propria, la ajena injuria ata
+una Libia crüenta de escorpiones,
+que en cada boca a Ignacio le desata
+un carcaj venenoso de harpones,
+que al piadoso dolor beben, sedientos,
+sangre del alma en mudos sentimientos.
+[…]
+Cerró la noche el párpado lucido
+del claro cielo con obscuro ceño,
+y pupila luciente, el sol dormido
+en las sombras mulló lecho halagüeño:
+y en veinte y dos desvelos sacudido,
+depone el cielo el pegajoso sueño;
+y al lado de su injuria, la inocencia
+la duerme, y la recuerda la paciencia.
+[…]
+Desatado en letargos vino, pudo
+tullirle el sueño a la dormida guarda,
+las orejas atarle a un mármol rudo,
+y una piedra a los pies calzarle tarda.
+Un preso y otro, cuyo paso mudo
+aun del Céfiro blando se acobarda,
+bebiendo sombras, enfrenando alientos,
+no pisan tierra, por pisar los vientos.
+[…]
+Esta heroica constancia, aqueste augusto
+desprecio de la fuga, aguda espuela
+al juez se le intimó, que ya con gusto
+en ver la causa de Loyola vuela.
+El impuesto delito inculcó, injusto,
+a su limpia virtud judicial tela,
+donde mantuvo con paciencia muda,
+contra armado rigor verdad desnuda.
+O ya esconderse humilde a mucha estima
+que el mucho ultraje le granjeó, pasado,
+o del cielo impelido, que lo anima,
+su pie condujo, siempre fortunado,
+a aquel imperio cuyo honor sublima
+un lilio que, de pueblos coronado,
+hojas sus rayos ve, donde lucientes
+liban enjambres de infinitas gentes.
+Era del año la estación algente
+en que, travieso el pie, rígido el pelo,
+adunco el cuerno, si lascivo el diente,
+en la vid del Zodíaco, que el cielo
+en mucho ciñe pámpano luciente
+astros al Capro pace, cuando el hielo
+que el pie le muerde a Ignacio peregrino,
+el carácter le niega del camino.
+[…]
+Hollaba Ignacio acicalada nieve
+que su planta hería, cuando el cielo,
+lo que de día en su cabeza llueve,
+de noche escarcha de obstinado hielo:
+tardo en tullidos ríos el pie mueve;
+montes de nieve escala, a quien el vuelo
+(si coronar quisiese su alta cumbre)
+con prolija venciera pesadumbre.
+[…]
+No tan airoso nace, tan ameno,
+el voluble juguete de la pluma
+(a quien este mi patrio Magdaleno
+oro a la cuna, al nido le da espuma),
+del de la parda garza blando seno
+en una y otra inquieta negra suma,
+cuando, o lo juega el blando movimiento,
+o lo retoza lisonjero el viento.
+[…]
+Con sordas dilaciones lo divierte,
+mientras su hija, Parca ya secreta
+(si tan bello disfraz vistió la muerte),
+en un cuchillo vibra una saeta
+a un cabritillo que, en sus manos, vierte
+de espumoso rubí mucho cometa
+en poca sangre, que perdió con ella
+en labio y labio de su boca bella.
+[…]
+El can mordaz de huerto floreciente,
+el ajo, que la carne mordió activo,
+el uno quebró en ella y otro diente,
+rabioso al paladar, mas no nocivo;
+la leche, que en su mano trasparente,
+dulcemente alabastro fugitivo,
+por imitarla suavemente dura,
+flüida densó al fuego su blancura.
+[…]
+Sirvió, modesta, rústica comida
+en la que ya tejió prolija tela,
+con pudor más purpúreo que escondida
+la virgen rosa, del carmín que cela
+la pompa de sus hojas encogida,
+al botón las pestañas le cairela,
+antes que el alba el párpado descoja
+y una pupila y otra le abra roja.
+De cisnes de cristal ceñido el pecho
+y su pelo en aljófar anegado,
+no lejos mucho del pajizo techo,
+potro de vidrio corre desatado
+un arroyuelo, que en fragoso trecho
+espumas labra en cuantas le han atado
+guijas la boca; y cuanta gota suda,
+a la mesa propina en copa ruda.
+[…]
+—«Días ha muchos, el anciano dijo,
+que, frustrándole jaras, una a una,
+con esta dulce y otro dulce hijo,
+el aljaba agoté de la fortuna;
+con breve arado poca tierra aflijo,
+que al sudor corresponde así oportuna,
+que en los del año más ardientes meses
+zozobró en un océano de mieses.
+[…]
+«Si al corzo en quien la posta toma el viento,
+la saeta dentada, el can gallardo,
+plumada del más raudo pensamiento,
+o no lo hiere, o no lo alcanza tardo,
+lo muerde, expulso del cordel violento,
+can de madera su lenguado dardo;
+y falseando estos dos su planta bella,
+el corzo sin fatigas atropella.
+[…]
+«En estos, pues, halagos divertido;
+sordo dejo roer al fatal diente
+del tiempo, en estas canas embebido,
+un surco y otro en mi caduca frente;
+adonde muchos lustros se ha dormido
+cuanto en él se abrigó mental serpiente,
+que la memoria huella aquel momento
+que en mi dormido pisa sentimiento.
+[…]
+Sueño le concilió el corcho süave;
+y cuando Febo una tïorba alada
+en una compulsaba y otra ave,
+perdona al corcho y a la piel templada:
+que armoniosa su lengua, arpada llave,
+a la del sueño oreja bien sellada
+abrió canora; con que el peregrino,
+agradecido, prosiguió el camino.
+Entra en París, donde recibe el grado de Maestro. Reduce a ajustada vida a un sacerdote divertido, y gana para Dios a otro doctor de esta Universidad, jugando al truco. Excusa la muerte temporal y eterna a un hombre que ya tenía el dogal en la garganta.
+Aquella descubrió ciudad, aquella
+que inunda en techos tantos tanto suelo,
+pues vencen estos una y otra estrella,
+y abrevia aquel el uno y otro cielo:
+Zodíaco de piedra el muro, sella
+en ella el firmamento un paralelo
+en los astros de mármol, que ya Febo
+luciéndolos se arroga un año nuevo.
+Aquella que, cabeza coronada
+de infinitas ciudades, clara afrenta
+la aritmética, en ceros alcanzada,
+si vencida del número la cuenta;
+así Sicilia, en mieses inundada,
+tantas a agosto espigas le acrecienta,
+cuantas París Sicilias ve eminentes,
+de pueblos mieses, y alholís de gentes.
+[…]
+No gusano ingenioso hebra lucida
+tuerce prolijo, o hila delicado,
+que cerúlea la tinta le dé vida;
+el zafiro celeste sí, hilado
+por la de Palas mano esclarecida,
+ápice en su cabeza se ha ilustrado:
+maestro el cielo lo laureó, que espera,
+poner, donde la borla, azul su esfera.
+Poco le agobia al esforzado Atlante
+la azul cogulla el hombro floreciente;
+poco le oprime el ápice arrogante,
+la borla azul, la bien sufrida frente,
+cuando aun el cielo al hombro de diamante,
+y a su cabeza el sol será luciente,
+cogulla de zafir, aquel, lucida,
+y aqueste, borla de oro esclarecida.
+[…]
+Aquella que ya fue, de la romana
+silla, obediente, conductora pía,
+que a su coyunda dulcemente humana
+coronadas cabezas sometía,
+serpiente ya fatal, que la tirana
+conduce en sus provincias herejía,
+Londres, a Ignacio en ella forastero,
+breve auxiliar le concedió dinero.
+[…]
+Cultor de las escuelas, docta pluma
+a las cuestiones sacras dedicaba,
+y al nieto ciego de la blanca espuma
+los encendidos dardos apagaba:
+de venenosas flechas mucha suma,
+de que agotó su lujuriosa aljaba,
+coronaban su pie; y en sus arpones,
+Libias hollaba ardientes de escorpiones.
+Un sacerdote, pues, en la venera
+de Venus dulcemente adormecido,
+ajaba plumas de lasciva cera
+en la cuna arrullado de Cupido:
+con el arco, la cuerda lisonjera
+tïorba fue süave, que impelido
+un dardo lo flechó, que en vena y vena
+el arpón le embebió de una sirena.
+Infamó la corona el admitido
+letargo muchos días, y el veneno
+tósigos le flechaba a lo escondido,
+que uno vulgar bebía, y otro seno:
+aqueste monstruo, pues, torpe, engreído,
+sacrílego fractor del sacro freno,
+el carácter sagrado profanaba
+con el que incienso a Venus consagraba.
+Con pío, sí, mas con celante acero
+despedazaba a Ignacio la rüina
+del de Venus dulcísimo remero;
+absolverle del banco determina:
+sus puertas entra; y dulcemente austero,
+al pie profano su rodilla inclina,
+y en penitentes lágrimas deshecho,
+sus sanas llagas refregó en su pecho.
+[…]
+—«¡Tanto (le dice) mástil destrozado,
+tanta en la roca quebrantada quilla
+que el piélago del siglo alborotado
+en una dividió y en otra astilla,
+en el templo divino han ya besado
+amiga arena, penitente orilla,
+a cuyo dan cadáver, bien deshecho,
+piélago el llanto, cuando aliento el pecho!».
+Tantas, con esto, lágrimas los ojos,
+tanto suspiro desató su pecho,
+que de aquellas el mármol los despojos,
+de estos los ecos hoy conserva el techo:
+sacros, con esto, le ha infundido enojos
+contra el halago del lascivo lecho
+cuya holanda abomina, y en dos fuentes
+de lágrimas se inunda penitentes.
+—«Goce serenidad (dice) tu llanto,
+ata en el pecho el lúgubre suspiro:
+que mis naufragios, en tu pecho santo,
+con mayor riesgo y menos luz admiro;
+de sirena fatal el dulce canto
+arrebató mi nave, que retiro
+de la arena en que admiran mis excesos
+mucho obelisco de lascivos huesos.
+[…]
+Dijo; y el llanto, cristalino arado,
+de gemidores ayes conducido,
+dejando el rostro en lágrimas surcado,
+en el alma sus puntas ha embebido:
+adonde siempre Ignacio aquel sagrado
+grano, que ciento a ciento ha respondido,
+naciendo espigas ya, donde escorpiones
+sembraron de Cupido los arpones.
+[…]
+En esta, pues, dulcísima galera,
+con nudosa cadena al flaco cuello
+sierpe se ensortijaba lisonjera:
+que en crespos eslabones el cabello,
+que en nudos de cristal mano de cera,
+que en lazos de rubís el labio bello,
+que en argollas de soles los dos ojos,
+viviente eran Argel de sus despojos.
+[…]
+En la mesa repite la estacada,
+vestida agilidad la ebúrnea esfera,
+y de alternos impulsos agitada,
+cada cual se arrebata a su carrera;
+mas del Doctor la bola fulminada,
+lo claro penetró de una tronera,
+y quebrando al caer violentas alas,
+Ícaro de marfil, midió las salas.
+[…]
+Sediento, en treinta soles, su deseo
+en la lira de aquel libro sagrado,
+néctar libó armonioso al dulce Orfeo,
+en celestiales metros desatado:
+despojo fue secuaz de su trofeo
+el duro corazón que, arrebatado
+del infierno de amor, bebió en su celo
+auras, viviente Eurídice, del cielo.
+[…]
+—«Porque a dar su garganta a una vil cuerda
+se precipita (dice) al más seguro
+seno del bosque, y porque no se pierda,
+traslada puro, tú, su afecto impuro:
+su dictamen al tuyo así concuerda,
+que de tu pecho fíe el suyo obscuro;
+y cuando amaneciere yo improviso,
+desnuda el pecho y dóblate a mi aviso».
+Menos secuaz al desatado ciervo,
+(absuelto de la laja) el can valiente
+anhelante persigue y hiere acerbo,
+tenaz bisagra el diamantino diente;
+menos, alada imán, del parto niervo34
+sacudida saeta diligente,
+en el norte fugaz de corza leve
+tenaz se ata, pertinaz se mueve.
+[…]
+«¡Ay, mil veces de ti, si en esta encina
+el teatro infamases puro al viento!
+Pues de fatal a más fatal rüina
+ciego te precipita arrojamiento,
+el dardo embistes, y huyes de la espina,
+tan neciamente tierno el sentimiento,
+que amotinó contra tu mesma vida
+trágico tronco, cáñamo homicida.
+[…]
+«No de su parte tu despecho se haga,
+dándole contra ti lenguado dardo,
+en disfavor armando de tu llaga
+de plumas el arpón, que acusas tardo;
+en tus entrañas a tu vida halaga,
+que de fortuna triunfarás gallardo
+si le mostrares que, en tan duro estrecho,
+le faltan dardos y te sobra pecho».
+Rendimientos el joven le mentía
+al persuasivo de Loyola acento,
+y entrambos con divina batería
+tiros a Licio fulminaron ciento.
+Rindióse, al fin; y de sus plantas fía
+el cordel que su cuerpo fiara al viento,
+y de la encina echándose ascendida,
+se reconcilia con su misma vida.
+Pretende un mancebo quitarle la vida, y el cielo le ataja y rinde con una espantosa voz. A otro, que le había hurtado el dinero, le asiste y cura en una grave enfermedad. Y queriéndole azotar públicamente en el Colegio de Santa Bárbara, Dios le libra de aquesta infamia, acreditando más su santidad.
+[…]
+Que insidioso a su vida, pretendía
+manchar de su livor un crudo acero,
+según un pensamiento le decía,
+que en el joven, Luzbel infundió fiero;
+uno lo pica, irrítalo otro día,
+y tan crudo lo muerde, y tan severo,
+que más piadoso el can, mordiendo estrellas,
+le fulminara dientes de centellas.
+[…]
+Un Argos de zafir el cïelo era,
+que, el volumen cerúleo desatado,
+en la tendida pluma de su esfera,
+había tantos ojos desatado
+cuanta en su manto estrella lisonjera
+vigilante lo miente, o desvelado,
+ya pestañeando rayos brilladores,
+ya atractivos guiñando resplandores.
+[…]
+Requerida la calle con pie mudo,
+acusando al silencio de parlero,
+al céfiro infamando de sañudo,
+los umbrales de Ignacio holló severo:
+al brazo diestro cometió membrudo
+la aleve ejecución del golpe fiero;
+y al pie pendiente ya en el aposento,
+súbita voz enfrena el movimiento.
+[…]
+¡Oh, en antiguo rencor pecho sañudo,
+alimentado de fatal serpiente,
+que el agravio trinchándolo está mudo,
+y royéndolo está tu duro diente,
+cuando apretando el vengativo nudo
+aun la vejez te encaneció indecente:
+de Ignacio el pecho te dirá, y el labio,
+que es fácil descasarse de un agravio!
+[…]
+Su peligro a un papel cometió luego,
+en que el auxilio de Loyola pide,
+que indulgente a su ofensa, alado al ruego,
+el trecho que a París de Ruan divide,
+con los talares que le calza el fuego
+de su abrasado amor, tan ágil mide,
+que, cuando tardo más, su movimiento,
+muchas jornadas le ganara al viento.
+[…]
+El espumoso anhelo de fortuna,
+de expectaciones túrgidas preñado,
+en sazón deponían oportuna
+este joven y aquel, desengañado;
+a su infante virtud, grata era cuna
+el pecho de Loyola, que abrasado,
+muchas les propinó lácteas centellas
+en generosa inundación de estrellas.
+Propincuidad estrecha de parientes,
+propria reputó injuria aquel augusto
+desprecio de las pompas florecientes,
+que abraza en verde edad joven robusto:
+agudo vibra venenosos dientes
+contra Loyola su furor injusto,
+que indulgente a su injuria, ardiente en celo,
+el pecho ofrece a quien le pide un pelo.
+[…]
+Al ejemplar lo destinó suplicio,
+que más que dura, mimbre correosa,
+afrenta sea de inmortal convicio
+al que mudar intenta la estudiosa
+juventud que se induce al precipicio,
+que delito le afecta, cautelosa;
+porque puniendo al que ejemplar imitan,
+infamemente lo desacreditan.
+[…]
+«O pavorosa gima, o torva arda,
+en los rayos que anima, en el que inspira
+sulfúreo trueno, la crüel bombarda
+a mi oreja ya fue armoniosa lira;
+rosa, bien que de plomo, fue gallarda
+la bala, de que aun hoy siento la ira,
+de mí, aunque joven, resistida entonces
+más que del muro que coronan bronces.
+[…]
+«De un cordel impedida, y vinculada
+a un mármol que ensangrienta, miro aquella
+inocencia de Cristo tan violada,
+que a cada nervio que su espalda sella,
+en el atrio responde, desatada
+en cometas purpúreos, una estrella.
+Yo, pues, gusano vil, ¿qué mucho obrara
+si en su afrenta la mía purpurara?
+[…]
+«¡Oh! No se diga, no, que es afrentado
+de quien lo ilustra ya, de quien lo sigue,
+de la sacra virtud el ilibado
+pudor, y que a infamalla se coligue
+tanto ilustre esplendor, tanto laureado
+Doctor, y que su borla desabrigue
+este naciente armiño, y que Govea
+su nieve tizne con la mimbre rea.
+«Pruébese contra mí dogma, que un pelo
+le tuerza a la virtud, que no se mida
+al Evangelio; y luego vuestro celo
+con la afrentosa mimbre el brazo impida.
+El que Cristo enseñó camino al cielo,
+desprecio heroico fue de libre vida;
+huella el joven su pompa, a Cristo imita.
+¡Cristo en las mimbres se desacredita!».
+[…]
+Menos, en las de abril blancas mañanas,
+culto tonsor, el Céfiro deshoja,
+en la edad de la encina, cuantas canas
+peinó el invierno en la caduca hoja:
+que, con violencias dulcemente humanas,
+de la mimbre crüel, la voz despoja
+de Ignacio, cuanto brazo le conspira
+contra heroica inocencia injusta ira.
+[…]
+Detiene a un mancebo a que no se despeñe torpe, y le reduce a vida casta, arrojándose en un estanque helado; que antes se había mostrado sordo a sus fervorosas amonestaciones.
+[…]
+Ni el oro fuera oro en su cabello,
+ni el nácar fuera nácar en su frente,
+ni en cada hoja de su labio bello
+sueldo el rubí tirara de luciente;
+la nieve le tiznara el blanco cuello,
+la perla le manchara el neto diente,
+su mejilla la rosa obscureciera,
+y a su carne la pluma endureciera.
+[…]
+El día a Julio retirado al techo,
+la noche en sus balcones lo hallaba,
+agotando Cupido en pecho y pecho
+su preñada de flechas dura aljaba:
+en las cortinas del ebúrneo lecho,
+sus alas en sus telas desplegaba;
+y sellando un arpón sus labios mudos,
+en los amantes duplicaba nudos.
+[…]
+en que, fiscal, el Ábrego prendía
+erigiendo sus urnas en obscuro
+calabozo, las fuentes; y en que el día,
+atado al banco del invierno duro,
+en el remo de un Áfrico gemía
+sulcando el viento, que agitaba impuro
+en el seno, que el sol le ilustra breve,
+ondas de nubes, piélagos de nieve.
+[…]
+Enmarañada en él la nieve pura,
+no fácil nido, ruda sí oficina
+de carámbanos era, si no dura
+zarza que al agua acicaló la espina,
+y en la ciega de espumas espesura,
+al pece que el invierno descamina,
+o le despluma escamas o le prende
+en los abrojos de cristal que tiende.
+[…]
+—«¿Dónde te precipitas atrevida,
+hidrópica de rayos mariposa,
+a la luz fraudulenta que a tu vida
+convoca dulce y matará alevosa?
+El lenguado fulgor que te convida
+con la elocuencia de su luz sabrosa,
+escamado de oro es un serpiente,
+que en la halagüeña llama esconde el diente.
+«Embebido en tu pecho, el arpón grave
+desata dulce su mortal veneno,
+y en el alma calándose süave,
+más crudo mata, cuando más ameno:
+al corazón se tuerce blanda llave,
+y espuela fatal es, que rompe al freno
+la licenciosa rienda, con que el vicio
+ciego te induce a torpe precipicio.
+«¡Oh! No te engañe el halagüeño estilo
+de este ciego rapaz, que presidente
+de un abrasado venenoso Nilo,
+en lo risueño armó de su corriente,
+en Dámaris un dulce cocodrilo
+que envaina en su hermosura el crudo diente,
+y con la sangre de tu vena rota
+pagarás de su llanto cualquier gota.
+[…]
+Rayo forjado en el ardor divino,
+las nubes rasga de la espuma helada,
+y el lago derritiendo cristalino,
+en llamas hierve el agua congelada:
+el hielo se desata diamantino;
+y en la orilla, de nieve coronada,
+ondas bullen de fuego indiferente,
+de aljófar rojo y de cristal ardiente.
+Las espumas ardían en la nieve,
+a las llamas del Etna adusto iguales;
+y en la onda menor que el Noto mueve,
+escollos centelleaban de fanales:
+mézclase el sol en la laguna breve;
+y el pece, desatado en los cristales,
+si escamada no fue roja saeta,
+luminoso en la espuma es un cometa.
+[…]
+Su voz, canora llave fue al oído,
+que obstinado lo abrió; la acción valiente,
+pomo dorado al joven fue perdido,
+que le enfrenó el despeño dulcemente;
+la amenaza fue un áspid sacudido,
+que al pie le fulminó su agudo diente;
+y todo junto, cuando Ignacio llora,
+dulce rémora fue, Circe canora.
+[…]
+Menos el jabalí, erizada roca
+de tanta ya calada al lomo pica,
+a los pies del montero se revoca,
+y al que lo hiere dardo, se complica,
+cuando, esgrimiendo alfanjes en su boca,
+el cándido coturno le salpica,
+si no lo inunda en líquidos rubíes,
+de los Nilos que vierte carmesíes.
+Yace a sus pies el joven lacrimante,
+grillo amoroso el brazo complicado
+en la planta de Ignacio trïunfante;
+y el que a los pies de amor avasallado,
+áspid ya fue revuelto, de diamante,
+de un risco cada oído embarazado,
+la ponzoña en su pie depuesta fiera,
+hiedra a Loyola se implicó de cera.
+—«Aquestas (dice) que en mi pecho admiras
+plumas süaves, que a la espalda arpones
+responden crudos, dulces fueron viras,
+si de amor no enconosos aguijones;
+las que en el viento resonaron liras,
+y en mi pecho mordaces escorpiones
+una embeben sirena, en cuantos tiros
+lisonjas fueron ya, ya son suspiros.
+«Un arpón de otro arpón se defendía
+en mi cosido pecho, en que era escudo
+el que amor me tiró el segundo día,
+del que primero me clavó sañudo:
+díctamo te vincula, al que te fía
+el corazón que tanto embebió crudo
+dardo amoroso, que en mi roto seno
+llame a su examen el fatal veneno.
+[…]
+—«Esa (le dice Ignacio), que a tu vida
+tan halagüeña se le miente aurora,
+en cuya boca toda Tiro anida,
+en cuyos dientes toda el alba mora,
+a un cadáver la advierte definida,
+y verás que el cabello que el sol dora
+y lazo al alma se le aprieta estrecho,
+aborto es de serpientes en tu pecho.
+[…]
+«Esa de rayos estancada pila,
+en quien se baña, en luces inundada,
+una sirena en cada cual pupila,
+en dos traviesos ojos duplicada:
+muera, y verás que cada cual distila,
+cisterna de gusanos frecuentada,
+de tragedia fatal turbios despojos,
+horrores del olfato y de los ojos.
+[…]
+«Aquese hoyuelo de la barba bella,
+que si no fue del alba dulce lecho,
+cuna fue ya de la mejor estrella,
+míralo al golpe de su arpón deshecho:
+túmulo de sí mismo, adonde sella
+el cadáver de un sol lucilo estrecho35,
+cenizas frías de una humana Flora
+y secas flores de una muerta aurora.
+«¡Oh, revuelve la historia de los días
+en el volumen de un sepulcro obscuro,
+las letras lee, que en cenizas frías
+este hueso y aquel escribe impuro:
+en tantas de la muerte librerías,
+los cuerpos de esos huesos, mal seguro,
+estudia, Julio; y en su letra advierte,
+que son abecedarios de la muerte!».
+[…]
+Elige diez generosos mancebos para oponerlos, como valientes capitanes, a la herejía de Lutero.
+Víboras añudando en el cabello
+que en ponzoñosas crines se derrama
+por la tostada espalda y negro cuello,
+embebido un escuerzo en cada escama;
+áspides desatando en el resuello,
+y borrando la luz su negra llama
+con los dos basiliscos con que mira,
+muertes Luzbel al alemán respira.
+Desenlazó feroz, de la implicada
+Libia de su melena, una serpiente,
+que mordida en su boca e irritada
+de muchos ñudos que le dio impaciente,
+al pecho de Lutero desatada,
+un infierno le imprime en cada diente;
+a cuyo activo pertinaz veneno
+abrigó en lo sagrado de su seno.
+[…]
+¡Oh, pecho, del infierno abreviatura,
+taller que naves concedió al pirata;
+inmundo lupanar, donde la impura
+doncella, del lenón no se recata36;
+potro que, torcedor de la escritura,
+a distantes sentidos la desata;
+cátedra donde Venus se sublima
+y escuela en quien Cupido lee de Prima!
+[…]
+Aquella mano soberana, aquella
+que en el libro del cielo la brillante
+cerúlea conscribió página bella
+con tinta de oro y pluma de diamante,
+y al carácter locuaz de tanta estrella
+en zona y zona aró pauta radiante;
+la que en el monte fue, nubes vestido,
+estilo sobre el risco empedernido,
+en un rasguño, de su diestra mano
+al alma heroica de Loyola fía
+un valiente designio, un soberano
+modelo de su ilustre compañía,
+que en cuanto ilustra el sol, y el oceano
+baña, acusase a aquella inmunda arpía,
+enlazando con vínculos süaves
+su votado albedrío a las dos llaves.
+[…]
+Hidalgo azor el Fabro, cuyo nido
+excelsa abrigó torre saboyana,
+al brazo de Loyola ha cometido
+cuanta pulió en la escuela pluma ufana:
+primer Decano de este esclarecido
+Colegio, que a insultar la siempre insana,
+la siempre inmunda luterana arpía,
+generosa se agrega cetrería.
+[…]
+Excelso baharí, Diego Laínez
+(a quien le dio Almazán cuna luciente),
+alcándora hará suya los clarines
+de la fama, en sus libros elocuente;
+e inculcándole a Palas nuevos fines,
+al tridentino cónclave eminente
+suspenderá su vuelo, y hará, en suma,
+religioso cayado de su pluma.
+[…]
+Halcón de ilustres plumas, en la mano
+se apioló de Loyola augustamente,
+noble el Simón Rodríguez lusitano,
+claro esplendor de su nación valiente;
+y su vuelo tendiendo soberano,
+tanta cuchilla fulminó elocuente,
+que ni presas, ni pluma, ni osadía
+diera Noruega a tanta cetrería.
+[…]
+¡Oh, diez mancebos37 no, sí diez portentos,
+a quienes, sacra alcándora, sustenta
+el brazo de Loyola, que los vientos
+de mucha purgan cuerva turbulenta!
+Aquestos diez alados pensamientos
+que su maestro espíritu alimenta,
+entre heréticas turbas desatados,
+rayos son, de su pecho fulminados.
+[…]
+No hay ala que no roce las estrellas,
+cualquiera pluma hasta la zona tala;
+y en los helados trópicos, centellas
+una agitada saca, y otra ala:
+siente el cenit las fugitivas huellas;
+y tanto implume cuervo el aire cala,
+que a su sepulcro, el líquido elemento,
+y a su despeño es poco todo el viento.
+Vuelve a su patria, y deja la casa de su hermano. Vive en el hospital como pobre: predica y enseña en ella la doctrina cristiana. Dios, por su medio, obra algunas maravillas. Embárcase para Venecia, después de haber visitado otros lugares de España y compuesto algunos negocios de sus compañeros.
+[…]
+A la que cuna fue a su edad primera,
+desde París Ignacio se revoca;
+terminóle su patria su carrera,
+y al patrio albergue perdonando, toca
+su fatigada planta aquella austera
+piscina de incurables que convoca
+las vidas dubias a que, en hado fuerte,
+por la posta caminen a la muerte.
+Acibaroso le mordió a su hermano
+el de Loyola destinado techo,
+que al santo impulso achaca un tigre hircano
+y un dragón atribuye al sacro pecho,
+cuando negado advierte su honor vano,
+que en opulenta mesa, en blando lecho,
+con esplendor sirviera, con decoro,
+costosos platos y columnas de oro.
+—«¿De qué Libia tan rígido portento
+(enojado le dice) habrá nacido,
+cuando en sus alas no lo sufre el viento,
+de sus ponzoñas duramente ardido?
+¿Qué seno lo ha abrigado tan crüento?
+¿Qué serpiente fatal lo habrá parido
+sin reventar violenta, que así crudo
+al fraternal amor le rompe el nudo?
+«No tu delirio el pueblo; mi despego,
+mi sangre manchará con torpe nota,
+cuando a mi mengua atribuyere, ciego,
+una hermandad tan duramente rota:
+no ha perdonado tu desasosiego,
+en máscara escondiéndose devota,
+extranjera región, ¿y así severo,
+eres, aun en tus lares, extranjero?
+«Sin techo, sin hogar; con indecente,
+con irrisiva, con infame ropa,
+tu peregrino pie el nombre luciente
+infamó de Loyola en toda Europa:
+depuesta así la pudorosa frente,
+¿aun a mis ojos, en la obscena tropa
+te mezclas, en mendigos hospitales,
+a tus paternos renunciando umbrales?
+[…]
+El hospital vivió, y en cada lecho,
+a cuanto enfermo lo animaba, era
+dulce reclinatorio el blando pecho,
+vestido de almas de piadosa cera:
+el pelicano, menos se ha deshecho
+sobre su implume pájaro, que espera
+de esta granada ilustre de las aves,
+en su sangre beber almas süaves.
+[…]
+¡Oh, cuánta convertida Magdalena,
+ahogando a sus pies dulces enojos,
+en el mar que su llanto desenfrena,
+zozobra de Cupido los despojos:
+en ondas anegando la melena,
+en mares inundando sus dos ojos,
+la planta que pisaba, en tanto lloro,
+sierpes de aljófar y áspides de oro!
+[…]
+La nao del corazón, en que la vida
+ondas surca de sangre, en aquel trecho
+que su derrota sigue esclarecida
+en los angostos márgenes del pecho,
+de dos quebrados remos conducida
+en las angustias de un violento estrecho,
+encallaba en un joven, donde rota,
+en una de coral se anega gota.
+[…]
+De aqueste achaque, pues, tan tormentoso,
+en que el bajel del corazón perdido,
+de un Caribdis a un Scila proceloso
+duramente nadaba sacudido,
+naufragando mortal, el imperioso
+aliento de Loyola esclarecido
+el Telmo fue, que en el revuelto seno38
+impuso a su tormenta el dulce freno.
+[…]
+Reiteróse a la vida el mal atado
+brazo a los hombros; y reconocido
+de la anciana mujer, de un bronce helado
+los otros miembros suyos ha vestido:
+yertos se pasman, pues; y el adoptado
+brazo del hombro, donde se ha ingerido,
+ágil se mueve: que le dio el portento
+el de todos los miembros movimiento.
+[…]
+Profanada del polvo del camino
+su boca, si del báculo su mano,
+la vez tercera, al circo cristalino
+que en sus aguas erige el oceano,
+sagrado atleta cometió el destino,
+inculcador del ponto veneciano;
+y en el carro agonal de nave fuerte
+se consagró vecino de la muerte.
+Undoso cocodrilo, si indulgente,
+les ofreció la mar seno mullido,
+y a breve instante le erizó la frente
+del Áfrico el desgarro sacudido:
+en la menor espuma, agudo diente
+acicaló su enojo enfurecido;
+y la que nao creyó de sus halagos,
+tarde siente advertida sus estragos.
+Desde las rocas, en que lo ata mudo
+del Eolo la laja, se desata,
+dentado can, el Ábrego sañudo,
+erizando en la mar polvos de plata:
+tras la corza de pino vuela crudo,
+cuando en deliras ella se dilata
+caladas, y se esconde de sus sañas
+en las undosas, que caló, montañas.
+[…]
+De cortadoras alas convestido,
+menos el cierzo, baharí crüento,
+al garzón del abril esclarecido,
+cándido lilio, arrebató crüento
+y en olorosos miembros dividido,
+al cadahalso le esparció del viento
+troncada nieve, deshojada espuma,
+en trozos de ámbar, en fragrante pluma,
+que del furioso Ábrego embestida
+la fugitiva nao, miembros de pino
+se desnuda en el mar, sin que a la huida
+alas le presten de velero lino.
+De sus dentados soplos tan mordida
+corcilla, corre al fin el cristalino
+bosque de olas, que en la arena grave
+cadáver yace exánime la nave.
+En troncos desatada, la carrera
+en el puerto absolvió tan felizmente,
+que a su rudo esqueleto de madera
+túmulo el mar se erige transparente:
+yace en su orilla la que fue velera
+ballena, que lanzó mucho viviente
+Jonás, que a Ignacio atribuyó el acierto
+del timón en la mar y ancla en el puerto.
+Llega a Venecia; y pasando a Roma con sus compañeros besan el pie al Pontífice: confírmales el voto de ir a Jerusalén; y no pudiendo pasar aquel año a la Tierra Santa, se parten a predicar por el dominio véneto. Sana a Simón Rodríguez de unas fiebres malignas.
+Segunda vez feliz alberga, aquella
+ciudad en los cristales embarcada,
+del sacro Ignacio la divina huella.
+Una calumnia aquí, rayos armada,
+que de su estatua supo la centella
+en París, afirmó; mas ventilada
+tan grave injuria en judicial Astrea,
+él quedó libre, y la calumnia rea.
+[…]
+Revocado a Venecia aquel pequeño
+colegio de mancebos generosos
+(mientras del mar depone el torvo ceño
+los entredichos que intimó espumosos),
+los siembra, labrador siempre halagüeño,
+en los pueblos, Ignacio, que obsequiosos
+el yugo cargan veneciano, adonde
+con fruto opimo cada cual responde.
+[…]
+Este, pues, año, el veneciano suelo,
+de los jóvenes diez logró dichoso
+el divino fervor, el santo celo:
+que ardiendo cada día fervoroso,
+a conculcarle el puerto al alto cielo,
+faro se contrastaron luminoso,
+a cuyos se enfrenó rayos süaves
+un pueblo inmenso de diversas naves.
+Menos, con silbo igual, raudos cometas,
+de diez nerviosos arcos desatadas,
+al ciervo se calaran diez saetas,
+cuando, cuchillas de diamante armadas,
+al corazón uniéndose, secretas
+alas se le intimaran venenadas,
+con que volara al agua, que a la gente,
+rayo cualquiera fue, joven ardiente.
+[…]
+Aquesta, de los muros desatada,
+migaja de su antiguo esplendor, era
+de Ignacio y de otros dos, pobre morada,
+si fiel testigo de su vida austera:
+adonde a la dureza mendigada
+miembros el agua le vestía de cera,
+domando de un arroyo los cristales,
+en los mendrugos tercos pedernales.
+[…]
+A la paja perdona, que lo abriga;
+y tan veloz camina, que pudiera
+sobre las rubias mieses, sin fatiga,
+su prolija agitar vaga carrera
+sin doblarle una arista a la alta espiga;
+tan leve, que en la espuma más ligera
+sin abollarle el copo más vidrioso,
+su paso hollar pudiera impetüoso.
+[…]
+Los puestos de los miembros ocupaba
+fiebre, a Simón, tiranamente unida;
+y en el rendido corazón, talaba
+el alcázar purpúreo de la vida,
+que las vitales flechas de su aljaba
+en la arteria quebrando sacudida,
+poseído lloraba el mayor fuerte
+del general tirano de la muerte.
+Este, a la voz, al cariñoso lazo
+del imperioso Ignacio, desampara
+el ocupado alcázar: que su brazo
+aun a la muerte misma sujetara.
+Rindióse, al fin: que al implicado abrazo,
+Eliseo en sus nudos se declara,
+siendo su voz, en el conflicto fuerte,
+aforismo que puede aun con la muerte.
+Vacila en su vocación un discípulo de San Ignacio: quiere quedarse en compañía de un ermitaño; pero un ángel, en figura de un hombre armado, le vuelve a su acuerdo, y reduce a la dulce compañía de su santo Padre.
+[…]
+Enmarañada mies del Austro era
+la que los hombros y la espalda oculta
+en cándidas aristas cabellera,
+o tarde o nunca de sus dedos culta;
+zarza de nieve, le escondía severa
+el anudado pecho barba inculta,
+que en espinosos complicada nudos,
+fulminaba a la vista abrojos crudos.
+[…]
+Anacoretas ya, como él, sus ojos,
+en dos cisternas rotas escondían
+de dos ancianas niñas los despojos,
+que del comercio de la luz huían;
+y ceñidas cilicio en los abrojos
+de sus cándidas cejas, exprimían,
+cuando el llanto sus ojos examina,
+en sus lágrimas sangre cristalina.
+La nariz, de la frente derivada
+despeño corvo, oblicuo precipicio,
+al labio pende: imagen ajustada
+del pico adunco que, en el buitre, Ticio
+apacienta infeliz; o de la armada
+al sanguinoso inexorable oficio,
+guadaña de la muerte, que desea,
+en su esqueleto, nada de su idea.
+Balas los siglos, pólvora los días,
+su munición gastaron inclemente
+en batir en las mórbidas encías
+el muro ebúrneo del menudo diente:
+que en las reliquias que conserva, frías,
+su rüina acordando mudamente,
+cárdena pira erige labio y labio
+que mal del tiempo redimió el agravio.
+En pocas carnes mucha tierra medra,
+con anulosos vínculos atada
+la de sus nervios complicada hiedra
+que una roca en su cuerpo engaza helada;
+que en sus miembros abraza piedra y piedra,
+de aquella de los siglos fatigada
+prolija senectud, que torpe anuda
+caducos huesos a la carne muda.
+Relajado el color, las pieles flojas,
+en el volumen de su cuerpo rudo
+revuelve el tiempo sinüosas hojas,
+en quien edades escribiendo mudo
+con las que bebe al pecho tintas rojas
+la dura pluma de su diente crudo,
+biblioteca le erige a las edades,
+en que prescribe el tiempo eternidades.
+[…]
+Esta excepción del tiempo rebelada,
+salamandra del fuego de los años,
+en este eterno monte reservada
+cátedra magistral de desengaños,
+no la holanda la viste delicada
+no del belga la abrigan cultos paños;
+dentado ramo sí, de palma ruda,
+que por vestir al viejo, se desnuda.
+El tardo golpe de su breve azada,
+de su mano impelido flacamente,
+en la tierra a su imperio doctrinada
+huertecillo habilita floreciente:
+donde la planta, que se halló halagada
+del culto hierro al cariñoso diente,
+opima a sus sudores le tributa
+sombra apacible y sazonada fruta.
+En flor y flor, en él, fragrante estrella
+en olorosos rayos se dilata,
+y un signo hojoso, en cada planta bella,
+en fructíferos astros se desata,
+cuando el arroyo, que en su arena huella,
+bullicioso zodíaco de plata,
+en cuanto corre en la tendida falda
+de aqueste firmamento de esmeralda.
+El hueco seno de una encina vieja,
+de susurrantes flechas dulce aljaba,
+una desata errante, y otra abeja,
+que arpón alado en cada flor se clava:
+y en la copa que más herida deja,
+el aguijón en el aljófar lava;
+y en húmidas metáforas de nieve,
+buida esponja es, que perlas bebe.
+Aquesta escuadra, pues, retozadora
+de mil alados Cupidillos leves,
+o de Sirenas mil, turba canora,
+que liras en sus picos pulsan breves,
+lo que al lirio y la rosa el alba llora
+bordando granas y argentando nieves,
+en dulzura traducen, que le fía
+al paladar su armónica ambrosía.
+[…]
+Piadosa la abejuela, en lo que estraga
+la muerte en la rompida calavera,
+en cuanta el hueso expone ebúrnea llaga,
+ingiere susurrante hilas de cera;
+muchas rüinas con su miel halaga,
+mucho le dora estrago lisonjera,
+mientras el Cristo, de sus llagas rotas
+melifluas mana, no purpúreas gotas.
+[…]
+El lilio, en copa de olorosa plata,
+con el aljófar que le dio el aurora,
+en los dulces venenos que desata,
+sus sedientos afectos enamora;
+anulosos al pie grillos le ata,
+en el fragrante ameno Argel de Flora,
+la eslabonada vid que sortijosa,
+de un olmo se afectó mazmorra hojosa.
+De su olorosa aljaba las mosquetas
+con arpones de ámbar, a su aliento
+flechando están suavísimas saetas
+en el arco dïáfano del viento;
+fragrantes los jazmines son cometas
+que predominan en el pecho atento
+del joven, que a su influjo dio, süave
+de sus potencias la rendida llave.
+El clavel, laberinto escrupuloso,
+que nasa39 al aire se intimó teñida
+en el livor del tiro más precioso,
+a la vista del joven advertida,
+volumen se le enreda sinüoso
+en que se pierde dubio, y la salida
+en sus hilos le ofrece; y siempre incierta,
+a volverse a sus párpados no acierta.
+[…]
+Amiga soledad, donde hurtado
+al contagioso tráfago del mundo,
+viva sólo a su Dios, privilegiado
+de las olas del piélago iracundo,
+dulce llama a su afecto, y que (dejado
+Loyola) se redima del profundo
+ponto escolloso, donde el flaco aliento
+con agua lucha y con contrario viento.
+[…]
+Un peñasco de acero era el gigante,
+de muchas olas negras inundado,
+en las conchas de cárdeno diamante
+que al cuerpo viste, infaustamente armado:
+de su escudo el convexo fulminante,
+Etna de acero en nubes inundado
+rayos aborta en Libias de escorpiones,
+que al aire anega en piélagos de arpones.
+En su mano, la lanza era serpiente,
+no tortüoso, no, sino tendido,
+cuando vibrado al aire, su alta frente
+con el cuento juntaba dividido:
+cuya acerada lengua, cuyo diente
+de venenosas llamas convestido,
+su tósigo vibraba truculento
+al que gemía, estremecido viento.
+Su espuma sangre, sus resuellos fuego,
+sus crines sierpes, si su pelo llamas,
+en la nube escondió de polvo ciego
+cuantas el hierro le conviste escamas,
+el caballo que infrene y sin sosiego,
+rompiendo al bosque las trabadas ramas,
+en su espesura hacía, escandaloso,
+lo que el rayo en las nubes proceloso.
+Las manos sobre el pecho palpitante
+del mancebo arrojó, precipitado,
+cuando del asta el hierro de diamante
+al corazón vibraba el enojado,
+el horroroso, rápido gigante;
+y del huelgo primero atropellado
+que del impulso del caballo ardiente,
+besó sus pies con la obstinada frente.
+[…]
+Derrotada la vista en sus dos ojos,
+anegando en sus miembros el sentido,
+nadando el alma en piélagos de abrojos,
+al corazón acude, combatido,
+con los que al pulso le hurtó despojos,
+a que bajel los salve, socorrido:
+toda asiste en la oreja, adonde advierte
+vestirse de piedades a la muerte.
+[…]
+«A Ignacio te repite, débil caña
+que a tan ligero soplo has vacilado,
+cuando a su sombra desarmar la saña
+del Áfrico pudieras enojado;
+a su esquila te acerca, que te engaña
+en piedades el lobo enmascarado,
+y en su diente verá tu triste anhelo
+lo que su boca dista de su pelo.
+[…]
+Entredicho del joven respetado
+la voz fue del jayán, que calzó nieve
+al pie que en el talar había calzado
+a sus afectos acicate leve;
+a su antiguo destino, el pecho errado,
+y la planta al de Ignacio albergue, mueve:
+donde, en sus brazos recibido, el mozo
+logró doctrina cuando halló reposo.
+Camina San Ignacio a Roma con intención de fundar su Religión y es prevenido del Cielo con una soberana revelación.
+[…]
+No lejos mucho del sagrado muro,
+de una ermita el cadáver destrozado
+en el sepulcro de un ribazo obscuro,
+de cipreses yacía coronado,
+donde en los huesos de su mármol duro
+su alcándora había el cuervo fabricado,
+cuando los búhos no su obsceno nido
+en los senos del mármol carcomido;
+[…]
+Hinchado rubio mar, la sinüosa
+clámide, los carmines ha estancado
+que al tirio da rubor, concha rugosa,
+y a su tejido piélago, el costado:
+púrpura anega en púrpura la undosa
+túnica, que alteraba el desatado
+torrente rojo, cuando quiebra iguales
+ondas de rosa en ondas de corales.
+[…]
+Toda el alma en los ojos asistía;
+y a la oreja pasados los sentidos,
+ni su luz en los ojos le cabía,
+ni su voz le venía a los oídos:
+ciego lince, se empaña en tanto día,
+con los rayos luchando esclarecidos;
+rica, se embaza sorda en los despojos40
+que los oídos ven, y oyen los ojos.
+Aun más allá de lo admirado, anhela
+la ardiente suspensión, que naufragante,
+de un abismo de glorias a otro vuela,
+más derrotada mientras más amante:
+piérdese en él, en fin; y el alma apela
+a su mismo naufragio, en quien errante
+se favorece, en gloria tan divina,
+del destrozo feliz de su rüina.
+[…]
+Extenüada suavemente, huye
+la luz, que el mármol convestido había
+con los fulgores que en su rayo incluye
+la luminosa púrpura del día:
+sus rüinas al techo restituye;
+y a cada piedra la desnuda, fría,
+una hiedra de estrellas que, brillantes,
+se van al cielo a ser breves diamantes.
+En la distancia se escondió el luciente
+majestüoso trono, que robado
+a Loyola le había dulcemente
+el sentido, en sus glorias engolfado:
+llamó, a los ojos, a la vista ausente;
+y a la oreja, el oído desterrado;
+y en tamaño portento, sus despojos
+en la oreja no caben, ni en los ojos.
+[…]
+Más que a los riscos resplandores rojos
+le desató el portento esclarecido,
+netos a Ignacio cometió despojos,
+no de aljófar caduco encanecido,
+de lágrimas sí ardientes, que en sus ojos
+gota a gota le dejan excedido
+su número a la arena, y los fulgores
+a los que el cielo bordan resplandores.
+[…]
+Blandamente mordió su voz süave
+al sueño; y porque el alma en él despierte,
+al blando impulso cometió la llave
+de las chapas de aquella breve muerte:
+despierto cada cual, al rostro grave
+que pavoroso entre la luz advierte,
+portentos atribuye superiores,
+que rubrican su aviso en sus fulgores.
+Menos Moisés afinidades bebe
+en las luces de Dios, que amigo trata,
+cuando al consorcio de su luz le debe
+(anegada la frente en neta plata),
+dos cipreses de luz, que un lienzo breve
+o borra escuro, o tímido recata
+del ciego pueblo, que en Loyola dora
+rosas de fuego la divina aurora.
+Los ojos a sus dos hijos limita
+la luz que vierte Ignacio, así brillante,
+que ajado de ella el párpado palpita,
+y ajara aun la pupila de diamante
+del águila real, que se acredita
+en el cenit con Febo rutilante;
+y el pasmo que los viste, apela luego
+para la lengua del dosel del fuego.
+[…]
+«El imperio del chino, no violado
+de peregrina planta; el siempre rudo
+de labio, y de cabello complicado,
+etíope; el chileno más membrado;
+el mejicano, plumas adornado;
+el opulentamente inca desnudo,
+al yugo la cerviz darán cristiano,
+que de hijos nuestros impondrá la mano.
+[…]
+Tu Espada, con tu Ingenio esclarecido,
+tu Sangre, con tu Dicha han fabricado
+cuatro partes a un mundo, rebelado
+al tiránico imperio del olvido.
+Sólo podrás de ti ser excedido,
+si, rompiéndole el margen a tu hado,
+a lo imposible investigares vado;
+y habrás, de humano, dudas admitido.
+Estrecho es a tu luz nuestro hemisferio,
+al mundo del obrar le das columna,
+contigo tus oficios acreditas.
+El rey te sobra en tu amoroso imperio,
+mayor eres en ti que tu fortuna;
+cuando eres más que tú, mejor te imitas.
+Corre arrogante un arroyo
+por entre peñas y riscos,
+que, enjaezado de perlas,
+es un potro cristalino.
+Es el pelo de su cuerpo
+de aljófar, tan claro y limpio,
+que por cogerle los pelos,
+le almohazan verdes mirtos.
+Cíñele el pecho un pretal
+de cascabeles tan ricos,
+que si no son cisnes de oro,
+son ruiseñores de vidrio.
+Bátenle el ijar sudante
+los acicates de espinos,
+y es él tan arrebatado,
+que da a cada paso brincos.
+Dalen sofrenadas peñas
+para mitigar sus bríos,
+y es hacer que labre espumas
+de mil esponjosos grifos.
+Estrellas suda de aljófar
+en que se suda a sí mismo,
+y atropellando sus olas,
+da cristalinos relinchos.
+Bufando cogollos de agua,
+desbocado corre el río,
+tan colérico, que arroja
+a los jinetes alisos.
+Hace calle entre el espeso
+vulgo de árboles vecino,
+que irritan más con sus varas
+al caballo a precipicio.
+Un corcovo dio soberbio,
+y a estrellarse ciego vino
+en las crestas de un escollo,
+gallo de montes altivo.
+Dio con la frente en sus puntas,
+y de ancas en un abismo,
+vertiendo sesos de perlas
+por entre adelfas y pinos.
+Escarmiento es de arroyuelos,
+que se alteran fugitivos,
+porque así amansan las peñas
+a los potros cristalinos.
+Hizo el insigne poeta Francisco López de Zárate un romance que comienza: «Hojas deshojadas vierte a un valle que las recoge, etcétera». A cuya imitación hizo el poeta el que se sigue.
+En desmayada beldad
+de una rosa, sol de flores,
+con crepúsculos de sangre
+se trasmonta oriente joven.
+Cortóla un dentoso arado
+que, a no ser de ayal torpe,
+por la púrpura que viste,
+le juzgara marfil noble.
+Cerdoso Júpiter vibra
+rayos, marfil, sobre Adonis
+y al alma que trae de Venus
+hiere más, mientras más rompe.
+Espumoso coral vierte
+que en verde esmeralda corre,
+mar de sangre en quien a Venus
+naufragio prepara Jove.
+Verdugo monstruo ejecuta
+de inflexible Dios rencores,
+y siendo amor el vendado,
+son cadahalsos los montes.
+«¡Ay!, fiera sangrienta, dice,
+si asegundarte dispones,
+advierte que en la de Venus
+no en mi vida, has dado el golpe.
+Y matar una mujer
+con hazaña tan enorme,
+más para escupida es,
+que para esculpida en bronce».
+Con esto se vino a tierra
+esta hermosura Faetonte,
+y exhala beldad, ceniza
+del sol que agoniza ardores.
+De la herida a la ventana
+el alma, al golpe, asomóse
+y aunque halló en la sangre escalas
+saltó atrancando escalones.
+Cuando de cansar las fieras,
+ciudadanos de los bosques,
+venía la diosa Venus
+guisando a su amante amores,
+perlas desata en la frente,
+y su cuerpo exhala olores,
+que en amorosa porfía
+mejillas y aire recogen.
+Juega la túnica el viento
+y entre nube holanda expone
+relámpagos de marfil,
+migajas de perfecciones.
+Arroyo de oro el cabello,
+libre por la espalda corre,
+de la cual pende un carcaj,
+vientre de dardos veloces.
+Duplica en la espalda flechas,
+rigores ostenta dobles,
+bruñido dardo a las fieras,
+sutil cabello a los hombres.
+Al pequeño pie el coturno
+le pone armiñas prisiones,
+blando muro a dura espina
+que a tanta beldad se opone.
+Fuentes le abrió de coral,
+quizá previniendo entonces,
+que tanto fuego tuviese
+por la sangre evacuaciones.
+Hilos de rubí desata
+para que su nieve borden,
+con que en la tez de las rosas
+lácteos purpureó candores.
+Ramos de sangre en tal cielo
+fueron cometas atroces
+que le escribieron desastres
+en tan sangrientos renglones.
+Espoleóle a su desgracia
+con la espina y arrojóse
+desde el risco del amor
+al zarzal de confusiones.
+Trajinaria de distancias,
+la vista escudriña el orbe,
+ve un atleta con la muerte
+luchando en rojas unciones.
+A Adonis vio, jaspe yerto,
+por lo manchado y lo inmoble,
+y por dudar lo que ve,
+adrede le desconoce.
+Asómase toda el alma
+a los ojos, conocióle,
+y por dudar y engañarse,
+con engaños se socorre.
+Beber la muerte en sus labios,
+cervatilla herida, escoge,
+muerte bebe en barro y vida
+en boca rubí propone.
+A voces le encaña el alma
+y a la de Adonis, sus voces,
+como se va por la herida,
+son a su prisa empellones.
+Mira al cielo de su rostro,
+que alumbraban zarcos soles,
+y halla que a eclipsarlos vino
+la luna de su desorden.
+De las mejillas, que en rosas
+desabrocharon botones,
+si bordados, no alelíes,
+cárdenas violetas coge.
+El panal dulce del labio,
+que entre ambrosia daba olores
+si es ámbar flor maltratada,
+hiel al néctar corresponde.
+Mas las víboras de sangre,
+que se arrastran por las flores,
+nueva Eurídice, la muerden,
+miembros de mármol la ponen.
+Rabiosamente se arroja,
+y es el remedio que escoge,
+beberle en la boca el mismo
+veneno que la corrompe.
+La boca avecina al labio,
+a heredarle el alma, adonde
+como llegó Venus muerta,
+alterna muerte matóles.
+¡Ay, Píramo!, ¡ay, Tisbe nueva!,
+riscos ablandáis que os lloren,
+pues caváis en una herida
+hoyo a dos vidas conforme.
+y dando nieve en sudores,
+con cansados huelgos dice
+estas quejas a los dioses:
+«¡Ay, Dios bronce!, ¡ay, Dios diamante!,
+¡ay, Júpiter!, cuando adores
+a Europa toro, oro a Dafne,
+tus amores se malogren.
+¡Ay, Apolo vengativo!,
+cuando con pies voladores
+sigas a Dafne, de ingrato
+laurel tus sienes corones.
+¡Ay, náufraga vida mía!,
+que un mar bermejo te sorbe
+y en la roca de la muerte
+te estrellas ya sin tu norte».
+Dijo, y por la herida misma
+hasta el corazón entróse,
+que aún más allá de la vida
+un dulce amor se traspone.
+Esta, mal de la tierra descarnada,
+si con poca bisagra bien unida;
+esta, mal en las ondas embarcada,
+si bien de sus impulsos repetida:
+península Cartago, que ha que nada
+—foca de arena— siglos mil de vida,
+a uno y otro Jonás que el mar le induce,
+a Nínives de plata los traduce.
+Esta, de nuestra América pupila,
+de salebrosas lágrimas bañada,
+que al mar las bebe, al mar se las distila,
+de un párpado de piedra bien cerrada:
+digo, de un metro real, que recopila
+en su niñeta breve dilatada,
+Babilonia de pueblos tan sin cuento,
+que les ignora el sol su nacimiento.
+Esta, sedienta imán de inquietos mares,
+esta pina de excelsos edificios42,
+consagra a la piedad cultos altares,
+para libar en todos sacrificios
+a los que Europa trasladó a sus lares,
+a los que en techos recibió propicios
+que, sorbidos de hidrópicas marinas,
+a sus templos consagran sus rüinas.
+Esta, blanco pequeño de ambos mundos,
+de veleras saetas asestado,
+que, vencidos los mares iracundos,
+a su puerto su proa han destinado:
+do de Europa, de América, fecundos
+partos le expone aquel, este costado,
+que al sur remite, al norte le desata
+la plata en ropas y la ropa en plata.
+Esta, en la selva de sus techos rica,
+uno y otro ciprés de piedra erige
+en una y otra torre que edifica;
+norte que mudo los abetos rige;
+Argos esta, a sus cumbres se dedica
+y linces ojos a la mar dirige
+por albergarlos en sus ojos antes,
+aún en poder del mar, aún cuando errantes.
+Esta, pues, Cartagena, esta varada
+nao de piedra en la tierra, cuya popa
+templo a la Virgen se erigió sagrada,
+timón dedica un cirio a errante tropa,
+que de argonauta mudo voz callada,
+ecos oye de luz, en los que Europa
+faroles le responde, con que luego
+mudos se hablan con la voz del fuego.
+Esta, pues, monte verde, Polifemo
+que ilustra los espacios de su frente
+de un ojo de un farol, así supremo,
+que es mucha llama su pupila ardiente,
+su pie le da a besar a cuanta el remo
+desde las naos le aborta hesperia gente
+en hormigas de pino, en las barquillas
+que de españoles pueblan las orillas.
+Estos su patrio ya no extrañan suelo
+en esta que es común patria del orbe,
+en tan pequeño sitio en tanto cielo
+que, sin que inmenso número le estorbe,
+multitudes alienta su desvelo,
+millones su piedad de pueblos sorbe,
+pues firmamento ya del suelo medra
+el que ciñe zodíaco de piedra.
+A imitación de otro del M. R. P. M. Fr. Hortensio Félix Paravicino, Predicador de las Magestades de Felipe Tercero, y Felipe Cuarto, el Grande.
+En dos cruzados maderos,
+nudosos monstruos del bosque,
+que aun para leños son rudos,
+si para troncos disformes,
+con más heridas que miembros,
+vinculado miro a un hombre,
+víctima que pénsil muere
+porque vivan Absalones.
+Sierpes de rubí se arrastran
+por la Libia de aquel monte,
+benjamines que, si nacen,
+es porque matan atroces.
+Matricidas que revientan
+porque la piel los aborte,
+y en la vaina de las venas
+son palpitantes estoques.
+Racimo en mostos bañado,
+blandido el vástago enorme,
+hueso a hueso y nervio a nervio
+descoyuntado lo expone.
+Insensible se estremece
+a tanto tormento el roble,
+no más que de afinidad
+que contrajo en los dolores.
+Muchas blasfemias le vibran
+del vulgo las irrisiones,
+sin que su inocencia muda
+por sus agravios abogue.
+Oídos sus muchas llagas
+le vocean cuantos oyen,
+y él hidrópico de injurias,
+ecos las consagra dobles.
+Bárbara impiedad estudia
+diadema, clavos y mote,
+que afrentado lo lastimen,
+que atormentado lo mofen.
+Rayo inmundo las salivas
+en sus hermosas facciones,
+vibra más, en la más bella,
+desgarrados deshonores.
+En el campo de su carne
+los azotes, los cambrones,
+purpúrea vid, se desatan
+que mucha hermosura estorbe.
+Las que encadenó zafiro
+selladas gotas se encogen,
+preñados racimos son
+que vendimiaron sayones.
+En las bien surcadas pieles,
+porque hondas orillan logren,
+por entre rocas de huesos
+torrentes purpúreos corren.
+Feo hermosamente el rostro,
+a pesar de los rigores,
+derrotada beldad nada
+en náufragas perfecciones.
+¿Qué sol vivió aquellos miembros
+que aun entre cenizas torpes,
+con ser tan grande el ocaso
+le están latiendo candores?
+Mal se dotrinan los clavos
+porque opriman y no corten,
+manos que trastornan cielos,
+pies que huellan esplendores.
+Ejes de este cielo ceden
+y es forzoso que se agobien;
+que manos que cargan mundos,
+doblan atlantes de bronce.
+Cuatro rosas desanudan
+de los clavos los botones,
+para que en manos y pies
+caliente carmín deshojen.
+El peso le da a las manos
+roturas que desabrochen,
+para que en los pies el clavo
+rugosos labios le doble.
+Espinoso laberinto
+la cruda diadema impone
+duro yugo a la melena,
+zodíaco de escorpiones.
+Nilo es dorado el cabello,
+porque en rojos marañones,
+las avenidas de sangre
+crecientes de oro arrebolen.
+Greñas en la espalda ondean,
+de oro y carmín chamelotes,
+crenchas en el rostro baten
+de sangre y luz tornasoles.
+Su descabellado enredo
+en dubias inundaciones,
+si hace al oro que se anegue,
+hace al carmín que se ahogue.
+Anegados en su sangre
+de los ojos los faroles,
+entre el golfo del cabello
+ya aparecen, ya se esconden.
+Crece el piélago sus iras,
+y en sus últimos angores,
+hace que su luz zozobre.
+Lirio destroncado el labio
+que clavel ardió en rubores,
+nácar fue de blancos dientes,
+ayer perlas, hoy carbones.
+Cuna arrulló de rubí
+todo el sur en netos orbes,
+ya sepulcro de ceniza,
+hace que en sombras reposen.
+La barba partida enredan
+torzales de nácar, donde
+carámbanos de coral
+los cuajados nudos formen.
+Al cadáver de la lengua
+entre cárdenos terrones,
+poca hiel y mucha sangre
+el tumulto le componen.
+Elevado el paladar
+es escollo donde topen
+en la canal del aliento
+en hilos que se derroten.
+Rosada mejilla estraga
+de acerada mano el golpe;
+menos crudo sea el arado
+cuando los claveles tronche.
+Como el piélago en la orilla
+blancos lame caracoles,
+como al lilio en los vergeles
+le están peinando los nortes.
+Lágrimas y sangre inundan
+crüentamente salobres,
+en la nariz la eminencia
+de una descollada torre.
+Una mujer a su lado,
+a tanto mar roca inmoble,
+al piélago de tormentos
+yunque inflexible se expone.
+Madre la dice afligida
+de aquel Hijo que socorre,
+con beberle, esponja viva,
+de sus ansias las mayores.
+En su vista arden las almas,
+en su dolor tan conformes
+que se engazan en sus penas
+yedras, los dos corazones.
+Ecos se alternan y rocas,
+en quien quiebra, en quien responde,
+una alma sola en dos pechos,
+mucho amor en pocas voces.
+En la vista bebe aquel
+de aquesta las aflicciones
+y en los párpados se brindan
+de mucha hiel amargores.
+Inorme el rigor jubile
+en su carcaj los arpones,
+pues linces dardos se tiran
+amorosamente atroces.
+El siniestro lado ocupa,
+ave real, aquel joven
+que peinó con sus pestañas
+átomos a sus fulgores.
+Heliotropio es de aquel sol44,
+que aunque el carmín lo arreboce
+legitima simpatías
+de sentimiento acordes.
+Este mira-sol de pluma
+o esta águila de flores
+que con hojas siguió luces,
+que con ojos miró soles.
+Ave, en la herida del pecho
+rayos de sangre conoce;
+flor, del abierto costado,
+rocíos de agua recoge.
+Un delito a dos mancebos
+fija a dos troncos biformes,
+de quien, en coros alternos,
+glorias atiende y baldones.
+Bebe tósigos el uno,
+si el otro antídotos coge,
+que tan nuevo centro hizo
+antípodas dos ladrones.
+Bastarda araña es aquel,
+si es abeja aqueste noble,
+que del jugo de una rosa
+miel y venenos componen.
+Porosa imán, una esponja
+quiere que su labio agote,
+tanta hiel, cuanta ella atrajo
+de acibarosos licores.
+Liba hiel quien ya la tuvo
+para vibrar el azote;
+no la bebe, que rehuye
+letargos a sus dolores.
+Esto se ha acabado (dijo),
+en corpulentos clamores,
+y al período vital
+punto la muerte le pone.
+De los cielos las esferas
+rueda son de ebrios relojes,
+que en sus ruedas desvanece
+corifeo, el primer moble.
+Por despeñarse a su fin
+el freno furioso coge,
+pues la virtud que lo impele,
+dándole está remesones.
+A su volumen cerúleo
+un pavoroso desorden
+violentamente arrancó
+de sus dos ejes conformes.
+De su encaje se desatan
+y con excéntricos topes
+se descaminan sus vueltas
+al precipicio discordes.
+Desanudados sus globos
+de sus diamantinos gonces,
+hacen que en giros opuestos
+unos en otros se rocen.
+Al rubio fanal del cielo
+que, mariposa, a Faetonte
+ardió, golosa de luces,
+dióle un soplo y apagóle.
+Globo lleno el de la luna,
+descarnado de arreboles,
+esqueleto es de los astros,
+en que se arguyen feroces.
+Gotas de ese mar de luz
+les enjugó resplandores
+a las estrellas, que son
+de lo que fueron borrones.
+Ciego al cielo Polifemo
+le niega sustituciones,
+Argos que acedó sus ojos
+con nocturnos alcoholes.
+Pavón de zafiro, el cielo
+cerúleas ruedas depone,
+que hace agitada la tierra
+que astros su polvo le borre.
+Caducos riscos se mueven,
+tan ágiles, tan veloces,
+como si arterias tuvieran
+con espíritu de azogue.
+Golfo la tierra parece
+que, en confusos horizontes,
+los olajes de collados
+se están alternando choques.
+El velo que le oyó a Judas
+las mal pagadas traiciones,
+rotas, como él, las entrañas,
+el aire puebla de horrores.
+Tejido Jordán, se rasga
+y en las orillas que rompe,
+maretas de lino agita,
+que arca a Cristo reconoce.
+Absalón de lino, pende
+roto el pecho, porque el bote
+de la lanza que hirió a Cristo
+le está desgarrando broches.
+En su caos los elementos
+confusos se desconocen
+leve y grave, luz y noche.
+Lenguada llama, ancho hierro,
+en la muerte antorcha, entonces,
+pavesas de rubí apura,
+cenizas de agua descoge.
+Ambiguos raudales bebe
+aquella luz de dos cortes
+y embriagada de agua y sangre,
+derrama lo que no sorbe.
+Intimándole a los clavos
+que los huesos le perdonen,
+como a Cordero, la ley
+da regalías que goce.
+De sus carnes se revisten
+almas de muchos varones
+que a sus sustancias las urnas
+químicos fueron crisoles.
+Pío afecto dio al cadáver,
+porque tres soles lo alojen,
+túmulo virgen, que anime,
+plebeyo mármol, que informe.
+1vulto. Antiguamente rostro o cara, muy usado en todo el poema. De aquí en adelante se tomaron como referencia las notas de la edición Domínguez Camargo, la rebelión barroca del Instituto Colombiano de Cultura (1976), las cuales, a su vez, son originales del padre Alfonso Méndez Plancarte para la edición de las Obras de Domínguez Camargo del Instituto Caro y Cuervo (1960). Para la presente edición se incluyeron solamente las que sirven para aclarar dudas de vocabulario y de sentido de los versos, y se complementaron algunas con el propósito de ayudar a la comprensión del lector (Nota de los editores).
+2si la vista lo oyó, lo vio el oído. Es verso este último de Ribera en el Triunfo de David; trueca los epítetos de los ojos a los oídos para denotar la turbación en que lo puso tan gran prodigio, como haberse puesto el nombre el niño. Véase Libro tercero, estrofa CXXV: «oyen los ojos lo que ve el oído», y Libro quinto, estrofa CXLIV: «que los oídos ven y oyen los ojos». No hemos podido precisar a qué Ribera y a qué Triunfo de David remite la apostilla marginal del autor. Lo más probable es que se trate del P. Luis de Ribera (1665-1620), sevillano emigrado a México y uno de los mejores poetas religiosos de su época, cuya obra Sagradas poesías fue impresa en Sevilla por Clemente Hidalgo en 1612 y reeditada en Madrid por Diego Flamenco en 1626. También podría tratarse de Anastasio Pantaleón de Ribera (1600-1629), cuyas Obras fueron publicadas por Pellicer en 1654. Mucho menos probable, desde luego, es esta última hipótesis.
+3Pelicano de frutas, la granada. Creemos que la voz pelícano, hoy esdrújula, debe hacerse en ambos versos llana para conservar el ritmo. Así lo advierte el doctor Méndez Plancarte y lo confirma la estrofa XXXIX del Libro cuarto, donde la rima exige pelicáno. Góngora la acentúa también llana y juega con la doble opción: pelicano, peli-cano.
+4fragra luciente. Este fragra parece ser una asimilación de flagra, del verbo flagrar, resplandecer; a no ser que sea errata por fragua, o que esté relacionado con el antiguo fragrancia. El sentido sería: «su cabellera resplandece luciente o reverbera ungida por el culto aliño en que, siendo cuidadosa, le peinó el arte muchos ámbares dorados».
+5alma, en lo arduo y en lo fácil, usa. Bien nota el doctor Méndez Plancarte que este verso recuerda a Horacio (Odas, II, 3): aequam, memento, rebus in arduis / servare mentem.
+6el ascálafo tardo. El ascálafo es una ave nocturna semejante al búho o lechuza. En la mitología, Ascálafo era el joven hijo de una ninfa que fue convertido en búho en castigo por haber delatado a Perséfone o Proserpina que hurtó una granada del jardín de Hades.
+7en carta de matar líneas mayores. Así el original: «carta de matar». Como en el verso anterior lo ha llamado «Colón de Marte», parece tratarse de un juego de palabras relacionado con carta de marear: «mapa en que se describe el mar, o una porción de él, con sus costas o los parajes donde hay escollos o bajíos» (Diccionario académico).
+8vagoroso. En diccionarios antiguos o modernos no se encuentra la forma vagoroso que da el original y que es sin duda un caso de asimilación del castizo vagaroso: «que vaga o que fácilmente y de continuo se mueve de una a otra parte» (Diccionario de la Real Academia Española).
+10en la bolada copa. El Diccionario registra el sustantivo bolada como «tiro que se hace con la bola». Mas aquí está empleado como adjetivo, por lo que parece más bien una palabra forjada por el autor sobre bola. Por la confusión, corriente en la época, entre b y v, podría leerse también volada, participio pasado de volar en sus acepciones 6.a: «sobresalir fuera del paramento», o 7.a: «ir por el aire una cosa arrojada con violencia» (Diccionario académico). Véase Libro tercero, estrofa LXIV.
+11el “ah de casa” del secreto. En el texto se lee: «hízose el ay de casa». Corregimos poniendo entre comillas la expresión “ah de casa”, muy usada antiguamente para llamar en casa ajena.
+12el bravío de la cumbre. Bravío, como sustantivo, es un latinismo (bravium), tomado a su vez del griego βραβείρον, premio del certamen, especialmente de la carrera, lauro.
+13Habilita la cama para cuna. Este y los siguientes versos hacen, sin duda, alusión a la leyenda de Hércules, según la cual, la diosa Hera introdujo a la alcoba donde dormían los hermanos Hércules e Ificles, niños de ocho meses, dos enormes serpientes que se enroscaron a sus cuerpos. Mientras el pequeño Ificles gritaba desesperadamente, Hércules prendió a los animales por la garganta, uno con cada mano, y los estranguló. Véase Libro primero, estrofa XV.
+14líquidos Hipómenes. Hipómenes, según la fábula, era un joven héroe que pretendía a Atalanta, la cual había jurado que sólo se casaría con quien lograra vencerla en la carrera. Ya había derrotado y dado muerte a muchos pretendientes cuando Hipómenes entró en la competencia. Este, mientras corría, arrojó delante de ella unas manzanas de oro que había recibido de Afrodita. La joven se paró a recogerlas y así logró Hipómenes vencer a su rival y casarse con ella. A este mito aluden sin duda los cuatro últimos versos de la octava, donde la voz pomo (pomum, manzana) parece tomada en doble sentido por pómulo (pomulum, manzanita).
+15errante Mongibelo. El monte Etna, al que los árabes llamaron al-jebel y los italianos, latinizando la palabra con un hibridismo: Mongibello. Muy usado por Góngora y su escuela.
+16en una y otra que le agita espira. El original, por indudable errata: «es pira». Espira parece estar aquí por espiral.
+17o cuerdas once, o cisnes once, gira. El pasaje es particularmente oscuro por lo que hace a las «once cuerdas» u «once cisnes», pues ni en los mitos órficos ni en los de Apolo que se relacionan con la invención de la lira y con cisnes fabulosos se encuentra alusión alguna a ese número específico. Tampoco hallamos explicación en las creencias astronómicas corrientes en el siglo XVII, ni en las denominaciones de lira y cisne aplicadas a ciertas constelaciones boreales. Los «signos soberanos» del 7.º verso han de ser sin duda los doce del zodiaco.
+19unció las pías. El Diccionario de autoridades define: «Pía, s. f., el caballo o yegua cuya piel es manchada de varios colores como a remiendos». Parece que aquí como en el Libro segundo, estrofa CXCVIII, no pueda tratarse de otra acepción distinta.
+20La opulencia del templo envidó a Ignacio. Envidar es término de juego: «hacer envite a uno en el juego. Envidar con poco juego, con la esperanza de que no admitirá el contrario» (Diccionario académico). Por eso el verso siguiente nos parece que debe leerse: «a tributos de mármol», como está en el texto y no «atributos de mármol», como propone el doctor Méndez Plancarte. Que se habla en metáforas de juego lo demuestra el 3.er verso: «que sin dejarle a descartarse espacio».
+21embistióle los ojos y el oído. La concordancia gramaticalmente parece exigir «embistiéronle» (la opulencia y la música). Sin embargo, la construcción es aceptable como caso de concordancia ad sensum. Opulencia y música aparecen como dos notas tan asociadas en la mente de San Ignacio, que forman para él un todo, el cual embiste los ojos y el oído (Véase A. Bello, Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, Santiago de Chile, 1847, § 832). Fenómeno similar parece existir abajo en el 5.º verso: «bajel con rumbo ni derrota cierta» (= ciertos), donde, además, tuvo que obrar la necesidad de la rima.
+22lucerna bella. Aunque lucerna tiene la acepción antigua de «lamparilla o linterna», la unión que hace aquí el autor con «gusano» («el que nota de luces el prado»), indica que está tomado por luciérnaga, el gusano de luz, o los americanos candelilla y cocuyo. El último verso de la octava es particularmente alusivo a la intermitencia de la luz producida por estos insectos.
+23bien que deliro. La voz deliro está acaso por delirio, acción y efecto de delirar, perturbación de la fantasía, acomodada por el poeta para sostener la rima. El original tiene coma después de deliro, con lo que podría interpretarse, a pesar de la violenta distorsión de la frase, «bien que yo deliro».
+24a las Quinas del viento trïunfantes. Las Quinas son las armas de Portugal que tienen «cinco escudos azules puestos en cruz y en cada escudo cinco dineros en aspa» (Diccionario académico).
+25bula es breve del mar. Bula parece tomado aquí en su sentido anticuado de burbuja (Diccionario de autoridades).
+26conchas, que se desnudan hicoteas. «Hicotea (voz americana). f. Especie de tortuga de agua dulce que se cría en América; tiene unos treinta centímetros de longitud y es comestible» (Diccionario académico).
+27que piratal monarca de los prados. Así el original. El Diccionario académico no registra el adjetivo piratal, sino pirático. Aquí pudiera tal vez leerse «pirata monarca», a manera de apósito o de compuesto.
+28quelidro, el sol. Así escribe el texto, quelidro, que es una serpiente mitológica muy venenosa, según el Diccionario de autoridades, el cual da Chelidro, pero advierte que la ch se pronuncia a la manera latina como k.
+30Enherbado cariño al Numa estraga. Enherbado por enherbolado, emponzoñado. Véase Obras completas de Sor Juana Inés de la Cruz, edición, prólogo y notas de Alfonso Méndez Plancarte, México, I, página 478, nota al verso 42 de la poesía 75.
+31la púrpura del Griti solicita. «Era duque de Venecia en aquella sazón Andrea Griti, varón muy estimado en aquella república; fue nuestro Ignacio a hablarle, y contóle en su romance castellano la suma de su deseo, y suplicóle que le mandase dar embarcación».
+32que lo abrace pira. Abrace, da el original, con c, pero quizá sea errata por abrase, ya que se habla del mar como una pira u hoguera. Respetamos, sin embargo, el texto, porque también con abrazar hay sentido.
+33en una tienta. Tienta en su 4.a acepción es: «Instrumento más o menos largo, delgado y liso, metálico o de goma elástica, rígido o flexible, destinado para explorar cavidades y conductos naturales o la profundidad y dirección de las heridas» (Diccionario académico).
+34del parto niervo. La rima exige aquí conservar la forma antigua y vulgar niervo, en vez del culto nervio que se usa en otros pasajes.
+35lucilo estrecho. Lucilo o lucillo es, según el Diccionario, «urna de piedra en que suelen sepultarse algunas personas de distinción».
+36del lenón no se recata. Corregimos el original del Enón, que es evidente errata como lo anotó el doctor Méndez Plancarte. Lenón es voz antigua que significa ‘alcahuete’, ‘rufián’.
+37¡Oh, diez mancebos. Nótese que aunque sólo ha enumerado nueve, dándole a cada uno un epíteto distinto en metáfora de ave de presa (Fabro-azor, Javier-neblí, Laínez-baharí, Salmerón-gerifalte, Rodríguez-halcón, Bobadilla-sacre, Claudio, Coduri y Pascasio-borníes), los diez se completan con el propio San Ignacio.
+38el Telmo fue, que en el revuelto seno. No hay duda de que se refiere al «Fuego de Santelmo» que es, según el Diccionario académico: «meteoro ígneo que, al hallarse muy cargada de electricidad la atmósfera, suele dejarse ver en los mástiles y vergas de las embarcaciones, especialmente después de la tempestad».
+39nasa. Se trata seguramente del sentido que registra el Diccionario de autoridades, el cual define: «red redonda y cerrada con un arco en la boca desde donde se va estrechando hasta el fin, en forma de manga. Es voz puramente latina».
+40se embaza sorda en los despojos. El Diccionario académico define: «Embazar. tr. Detener, embarazar. 2. fig. Suspender, pasmar, dejar admirado a uno». Para el verso siguiente, de especial interés, véase la nota 2.
+41Con las palabras enjagua. Conservamos el original enjaguar, forma primitiva y etimológica (exaquare) de enjuagar.
+42esta pina de excelsos edificios. Pina trae el original, que es voz registrada en el Diccionario con el sentido anticuado de almena, lo cual parece cuadrar mejor a los «excelsos edificios» que si se aceptara la lección metafórica piña, dada por algunos.
+43en rocas de mermellón. Respetamos aquí la forma asimilada mermellón, más interesante que el primitivo bermellón, porque muestra el influjo de lo popular en los escritores cultos de este siglo. (Cf. borona-morona, veneno-meneno, bandolina-mandolina, etcétera).
+44Heliotropio es de aquel sol. Respetamos la forma antigua y etimológica heliotropio de heliotropo en su 1.a acepción: «Planta de la familia de las Borragináceas, con tallo leñoso, de muchas ramas, de cinco a ocho decímetros de altura, velludas y pobladas de hojas persistentes, alternas, aovadas, rugosas, sostenidas en pecíolos muy cortos, flores pequeñas, azuladas, en espigas y vueltas todas al mismo lado, y fruto compuesto de cuatro aquenios contenidos en el fondo del cáliz. Es originaria del Perú, y se cultiva mucho en los jardines por el olor de vainilla de las flores» (Diccionario de la Real Academia Española).