Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia
López, Luis Carlos, 1879-1950, autor
Poesía completa [recurso electrónico] / Luis Carlos López; [presentación, Rómulo Bustos Aguirre]. – Bogotá : Ministerio de Cultura : Biblioteca Nacional de Colombia, 2016.
1 recurso en línea : archivo de texto ePUB (2,2 MB). – (Biblioteca Básica de Cultura Colombiana. Literatura / Biblioteca Nacional de Colombia)
ISBN 978-958-8959-67-2
1. Poesía colombiana - Siglo XX 2. Libro digital I. Bustos Aguirre, Rómulo, aui. II. Título III. Serie
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ISBN: 978-958-8959-67-2
Bogotá D. C., diciembre de 2016
© El Áncora Editores
© 2011, El Áncora Editores
© De esta edición: 2016, Ministerio de Cultura -
Biblioteca Nacional de Colombia
© Presentación: Rómulo Bustos Aguirre
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+Luis Carlos López nace en la Cartagena venida a menos de 1879, y entre sus muros —con algunos intervalos como diplomático en Munich y Baltimore— transcurre básicamente su existencia, hasta su fallecimiento en 1950.
+Entre sus estudios de formación cabe resaltar los de medicina, pintura y dibujo, cuyos influjos estilísticos quieren verse en el fino escalpelo de su sátira social y en la destreza del pulso para la caricatura y el perfilamiento de personajes y situaciones.
+A principios del siglo XX tuvo alguna incursión en la siempre convulsa vida política de nuestro país, bajo el ala de las ideas liberales o progresistas; el periodismo es otra de las vetas de interés en este autor. Sin embargo, buena parte de su vida transcurrió monótona tras el mostrador del negocio familiar de abarrotes y en estrecha relación con la bohemia parroquial de El Bodegón. En general, fue más bien «amigo de la línea recta», a contrapelo de la imagen que proyectan sus versos —«¿Que vivo haciendo curvas?...»— y su conocida iconoclasia antimodernista, antirromántica y anticlerical.
+Como «anfiscio» se catalogó él mismo, esto es, como «habitante de la zona tórrida, y cuya sombra, al mediodía, mira ya al norte, ya al sur, según las estaciones del año», siguiendo la definición del Diccionario de la lengua española de la RAE. En estas ambivalencias «anfiscias» remarca Guillermo Alberto Arévalo: «Romántico e irónico, poeta y comerciante, autor de una obra llena de picardía, pero burgués a cordel, tal como lo recuerdan en Cartagena, rebelde pero desilusionado, y hasta cierto punto asimilado por el orden que motivaba su rebeldía intelectual»[1].
+Sin lugar a dudas, el Tuerto López es un imprescindible de la poesía moderna colombiana e hispanoamericana. Uno de los pilares de nuestra modernidad lírica[2]. Ciertamente, representa de modo contundente un momento-raíz dentro de la genealogía de los modos «antipoéticos», esa vertiente de la modernidad literaria en la poesía hispanoamericana en cuyo vértice se ubica a Nicanor Parra o la poesía conversacional de Ernesto Cardenal.
+Esta afirmación tiene como punto de partida la comprensión de que el humor es una de las más altas formas de la mirada crítico-reflexiva y autorreflexiva, es decir, la mirada estética insomne, vigilante, centrada en la ironía como visión de mundo, acaso el modo de sensibilidad más referencial del hombre moderno. Modernidad literaria es ante todo eso: ironía.
+Decir esto da la impresión de que se estuviera descubriendo el agua tibia. Pero no es tan así el asunto. La verdad es que el lugar del poeta Luis Carlos López siempre ha sido oscilante, discutido, inseguro en el canon de la poesía colombiana. Esto se podría constatar siguiendo las diversas antologías a lo largo de los siglos XX y XXI. Baste señalar que considerando las tres antologías más recientes y significativas de la poesía colombiana, o bien no incluyen su nombre o es casi nula su presencia[3]. Me refiero a la antología realizada para la Editorial Visor por Ramón Cote[4], la realizada por Samuel Vásquez y Santiago Mutis para la Universidad Autónoma de Nuevo León y la revista La Otra, de México[5], y la muy interesante mirada múltiple sobre la poesía colombiana realizada, en dos volúmenes, como edición especial de la revista Luna Nueva que dirige Omar Ortiz. Los cuatro compiladores son reconocidos poetas colombianos. Las dos primeramente mencionadas no incluyen al cartagenero. La singularidad de la última estriba en que no se trata de un solo antólogo, como en la primera, o dos, como en la segunda, sino de veintiocho los que hacen su personal selección, la gran mayoría de los cuales son a la vez poetas. Cada uno de estos debía seleccionar diez poemas o poetas de sus afectos.
+En el primer volumen, Once miradas a la poesía colombiana[6] —son once los seleccionadores, por consiguiente ciento diez las posibilidades de ser escogido un autor—, sólo figuran dos poemas del Tuerto, uno de los cuales, por cierto, es admitido con cierta reticencia por su antologador[7] , de modo que, en rigor, podríamos aseverar que sólo lo escoge uno. En el segundo volumen, Antología múltiple II[8], son diecisiete los antologadores: no figura en ninguno de los listados el nombre del Tuerto.
+Juego complejo de sensibilidades, veleidades, sesgos o apuestas estéticas —y «extraestéticas»—, estas antologías constituyen una buena muestra del estado de la cuestión del canon en este momento. Y la cuestión del Tuerto en relación con el canon. Los poetas ante los poetas. Tanto más válido y sugestivo el asunto cuando se sabe que los mismos poetas son los consumidores, por excelencia, del PIB de la poesía y, por tradición, los constructores del canon poético[9]. Oscilaciones y pendencias, estabilidades siempre en riesgo, desplazamientos, glorias marcesibles, algunas estrellas «fijas» —si bien parpadeantes—: avatares inevitables del canon. En este marco, el Tuerto López es un caso de singular interés para lo que bien podríamos designar como «medirle el aceite» a la poesía colombiana, en la medida en que su lugar, como ya he señalado aquí y ha sido suficientemente subrayado por algunos estudiosos, siempre ha estado en entredicho. Viene a ser una suerte de «atractor extraño» que desconcierta el sistema y puede generar comportamientos o juicios erráticos en un mismo crítico.
+Poco menos de medio siglo atrás, Juan Lozano y Lozano había hecho el más entusiasta envite por la estética del Tuerto cuando declara en la nota prologal de Sus versos:
+Si han sido doce los máximos poetas colombianos, Luis C. López es uno de ellos. Si en una difícil selección, se reduce a seis el Olimpo de los Dioses mayores, Luis C. López es uno de ellos. […] Pero en un caso desesperado, en que fuese preciso y obligatorio elegir un poeta, un solo poeta, para que representara en el mundo el genio lírico de nuestra tierra, como el cóndor representa su fauna y la catleya representa su flora, muchas de las personas que aquí entienden de poesía votarían por Luis C. López [10].
+Acaso no el más alto entre los poetas nuestros, pero sí el más representativo; en todo caso, su apuesta seguramente haría sonreír hoy a cualquiera de nuestros antólogos en consideración. Tan excesiva que pareciera una humorada tuertolopezca.
+¿A qué se debe esta inestabilidad en la valoración del Tuerto? Las razones son complejas. Esta complejidad tiene su punto de fuga en el humor y el consecuente desangelamiento del ser humano.
+Es cosa sabida la escasa valoración del humor y el prosaísmo poéticos en la tradición lírica colombiana dominante, palmariamente de signo conservador, en el sentido de que es una poesía poco dada al riesgo. Mesura y bien hacer. Esto es casi su marca, cualidad o condición asociada a su «denominación de origen». Y esto no habla ni mal ni bien de una poesía. En verdad el prosaísmo, el lenguaje directo y el humor constituyen lo que yo llamo la línea «menor» de la poesía colombiana. O «el linaje bastardo» de Silva. Con esto del «linaje bastardo» de Silva me refiero a la línea de la poesía colombiana entroncable con el poemario Gotas amargas de Silva. El Tuerto López es, desde luego, el gran referente de esta tradición «bastarda». El linaje puro, la «sangre real», la línea más emblemática, la más compacta y legible, viene bajo los avatares o diversas modulaciones del Silva simbolista y entronques surreales: un arco cuya piedra angular es, hoy en día, Aurelio Arturo y que va haciendo meandros a través de los nombres de Maya, Carranza, Charry, Quessep, Roca —entre otros— y, más recientemente, Horacio Benavides. También están, por supuesto, la vertiente existencial —ya agónica, ya meditativa, ya cuasimística, ya trasegada de cotidianidad o violencia, etcétera— y los entrecruzamientos entre estas líneas, pero ese es otro cantar o cantares…
+Al final de su espléndido «Boceto para una interpretación de Luis C. López», un hombre también del Caribe, Héctor Rojas Herazo se nos descuelga con esta inquietante interrogación: «¿Qué es ese algo que le falta a López, que lo rezaga, que lo detiene en los límites de la verdadera poesía?». Y la categórica, alarmante afirmación: «… todo el peso y la magia y el volumen de su costumbrismo queda penando en el umbral de la poesía. De la verdadera poesía…». Lo anterior es, desde luego, discutible. Se trata, es evidente, de vertientes distintas. De algún modo ciegas una a la otra. La poética tuertolopezca, por su naturaleza, está negada a la comprensión cabal de la, por otra parte, lúcida óptica crítica de Rojas Herazo, fraguada a su vez dentro de sus propios límites que le impiden acceder a aquella. Por lo demás, no es la primera vez que se tacha al Tuerto de chatura y ausencia de vuelo. Rojas Herazo, en gran modo, está retomando o poniéndole nueva música a una venerable tradición colombiana de negar valor a la musa bisoja y desencantada del Tuerto[11]. La cojera del Tuerto es, desde esta óptica, el problema del humor —ya corrosivo o crítico, ya pícaro o anecdótico— que no parece llevársela bien con la noción ortodoxa de lo poético. Andrés Holguín en sus ambivalencias parece resumir esta actitud:
+Y es que, en principio, humorismo y poesía son incompatibles. Sin embargo mi concepto del peculiar humorismo del “tuerto” fue rectificado explícitamente por mí en una obra posterior. Como allí lo expresé, aunque seguimos pensando que el solo humorismo es, en general, anti-poético, lo cierto es también que del humor del “tuerto” trasciende un picaresco y nostálgico lirismo esencial. Sin pensar que la suya sea la más auténtica poesía […] entre las grietas de su humorismo, aparece a veces un lírico excelente[12].
+Personalmente no veo muy claro en qué consiste ese «lirismo esencial» que parece más bien un malabarismo de Holguín para poder absolver al resbaladizo «tuerto». Pienso que su valor no está en ese «lirismo» que emerge pordiosero, a duras penas, entre fisuras y grietas de la palabra humorística, sino en la profunda concepción irónica en que se funda ese humorismo mismo. No es que el Tuerto López sea un poeta significativo a pesar de su humorismo, sino que es significativo justamente por ese humorismo fraguado en el talante inmanente al arte moderno, y que se alimenta de una secreta tensión existencial con la íntima nostalgia de plenitud del ser. Esa secreta tensión entre deseo y conciencia de la imposibilidad de ese deseo es un nudo indisoluble e insustituible de lo moderno. Tensión y nudo que se resuelven y vierten en humor trágico, como nos hace ver Eugenio Trías[13].
+Es esta nueva noción del humor que va de la mano de la visión irónica de la modernidad lo que constituye el núcleo complejo de la poética del Tuerto, noción a la cual la mayoría de sus críticos parecen refractarios. Y contra la cual se siguen aún estrellando muchos de sus actuales lectores[14]. Pero que resulta perfectamente comprensible si la miramos desde la perspectiva de lo que se denomina la pérdida de referencias trascendentes, característica de la modernidad y posmodernidad —eso que suele nombrarse como muerte de Dios—. En este sentido resulta particularmente reveladora la afirmación de Trías: «el arte moderno, si arte y si moderno es ante todo una tomadura de pelo trágica»[15]. El arte como chiste trágico: una opción, sin duda riesgosa. En esta dirección problemática se mueve la palabra del Tuerto. Y quizás lo que se le pudiera censurar es no haber llevado hasta sus últimas consecuencias esta actitud estética. Con ello me refiero, simplemente, a ese consejo de Unamuno que desoyó el cartagenero, cuando le soplara al oído en alguna de sus cartas: «Si usted se emancipa[ra] de ciertos prejuicios de escuela (¿Por qué no ensaya el verso libre? O por lo menos deja de torturarse con la rima) creo que puede hacer algo de veras nuevo...»[16]. No sólo los prejuicios de escuela sino también la incómoda presencia, aquí y allá en su poesía, de un vocabulario demodé con olor a españolería. Entonces, acaso, otro hubiera sido el signo de la poesía colombiana.
+Insisto: el valor del gesto del Tuerto va más allá de «frenar los excesos de un modernismo artificial y ausentista», como quiere Holguín, o de su «sacrificio lírico» en su afán de refrenador del vacuo y enjoyado ademán modernista, según la variante de Rojas Herazo. Si se le quiere dar su justo lugar hay que buscar en las raíces mismas de la orfandad existencial del hombre moderno. En verdad, la matriz de su desencanto «(…) más allá de una incomodidad ante la bostezante ataraxia parroquial o del artrítico país que le tocó en suerte (…). Encuentra su punto de partida en un muy moderno desencanto del ser humano y de la vida misma. Algo de Schopenhauer y de Nietzsche, andan extraviados por ahí…»[17].
+RÓMULO BUSTOS AGUIRRE
+[1] Arévalo, Guillermo Alberto (1976). Luis C. López: obra poética. Compilación y estudio crítico. Bogotá: Ediciones del Banco de la República, p. 27.
+[2] Utilizo el término «lírica», por convención. En general, se me ocurre un tanto inadecuado el término «lírica» para los modos antipoéticos frecuentados por el Tuerto y, en general, para la antipoesía.
+[3] No pierdo de vista que la expresión «poetas o poesía colombiana del siglo XX» a que apelan en sus títulos las dos primeras antologías a que me refiero parece establecer una acotación o demarcación cronológica que da la impresión de justificar por ese solo hecho la exclusión del Tuerto López —nacido en el siglo XIX—; sin embargo, más que los cómodos tabiques cronológicos me parece de mayor pertinencia el talante de las estéticas en consideración. Así, me resulta menos decimonónico, más siglo XX, más cercano al espíritu de la modernidad, el Tuerto López que Eduardo Carranza —nacido dentro del siglo XX—, por ejemplo.
+[4] Cote, Ramón (2006). Antología, la poesía del siglo XX en Colombia. Madrid: Visor Libros.
+[5] Mutis, Santiago y Vásquez, Samuel (2012). Poetas colombianos, colección 20 del XX. México: La Otra / Universidad Autónoma de Nuevo León.
+[6] Ortiz, Omar (2007). Luna Nueva: once miradas a la poesía colombiana. Antología múltiple. Tuluá: Luna Nueva.
+[7] Ese antologador es quien esta nota suscribe. El poema seleccionado es «En tono menor», del que se dice, paradójicamente: «acaso el menos tuertolopezco de sus poemas».
+[8] Ortiz, Omar (2012). Luna Nueva: diecisiete miradas a la poesía colombiana. Antología múltiple II. Tuluá: Luna Nueva.
+[9] Jiménez, David (2002). Poesía y canon: los poetas como críticos en la formación del canon en la poesía colombiana. Bogotá: Editorial Norma S. A.
+[10] «Luis C. López», en Arévalo, Guillermo Alberto, op. cit., p. 541.
+[11] David Jiménez, en su ya referenciada obra Poesía y canon, hace un breve pero sustantivo repaso de esta venerable tradición en la que figuran nombres como los de Antonio Gómez Restrepo, Eduardo castillo o Rafael Maya (pp. 77-83).
+[12] Cito del documento PDF: Andrés Holguín: Antología crítica de la poesía colombiana, localizable en internet, p. 144.
+[13] Trías, Eugenio (1986). «Esencia del arte moderno», transcripción de su conferencia «El artista y la ciudad» (octubre de 1986, ETS de Barcelona): https://quaderns.coac.net/2013/02/eugenio-trias/
+[14] Debo confesar que, hasta muy recientemente, yo era uno de esos lectores. En este artículo intento reformular mi percepción del Tuerto.
+[15] Trías, Eugenio, op. cit., p. 89.
+[16] En Arévalo, Guillermo Alberto, op. cit., p. 455.
+[17] Bustos, Rómulo (2015). En nota epilogal de La vigilia de la mirada (antología de Luis C. López). Medellín: Frailejón Editores.
+A Guillermo Adreve, genial compañero, dedico mi librejo de consonantes.
+Flota en el horizonte opaco dejo
+crepuscular. La noche se avecina
+bostezando. Y el mar, bilioso y viejo,
+duerme como un sueño de morfina.
+Todo está en laxitud bajo el reflejo
+de la tarde invernal, la campesina
+tarde de la cigarra, del cangrejo
+y de la fuga de la golondrina.
+Cabecean las aspas del molino
+como con neurastenia. En el camino,
+tirando el carretón de la alquería,
+marchan dos bueyes con un ritmo amargo
+llevando en su mirar, mimoso y largo,
+la dejadez de la melancolía.
+La cigüeña, la clásica cigüeña
+de la hortaliza, ordeña
+la ubre del canjilón. Y mi alma sueña
+nerviosamente, hija del molinero.
+Con tu vestido a cuadros, tu sombrero
+de mimbre y tus pupilas de gitana,
+sospechosas como un desfiladero,
+haces de mí lo que te da la gana…
+Me impaciento, fumando cigarrillos,
+adosado a la alberca de ladrillos,
+porque tú no vendrás. El cielo arde
+y tal parece que chisporrotea
+la antorcha vesperal. Y silabea
+el agua en el silencio de la tarde…
+Primavera que ríe. Primavera que pierde
+las almas. Los pastores cantan coplas sencillas
+sobre los tamboriles, porque todo está verde
+y porque ya se fueron las hojas amarillas.
+Es el tiempo del vino, de los vinos añejos.
+Y por ti, Primavera, sobre alegres pollinos
+nos echamos al campo para cazar conejos,
+para comer tus frutos, para libar tus vinos.
+Al frescor de la tarde, cuando en la lejanía
+tiembla el tinte cenizo de un retazo de invierno,
+danzamos con las mozas de la vieja alquería,
+mozas de carne dura, de corazón muy tierno.
+Oye, amada muy mía: me voy tornando obeso
+como un abad. El bruto del alcalde asegura
+que me tiene rollizo lo sabroso del queso;
+y, ponte muy contenta: soy amigo del cura…
+Íbamos en la tarde que caía
+rápidamente sobre los caminos.
+Su belleza, algo exótica, ponía
+aspavientos en ojos campesinos.
+—Gozaremos el libro —me decía—
+de tus epigramáticos y finos
+versos—. En el crepúsculo moría
+un desfile de pájaros marinos…
+Debajo de nosotros, la espesura
+aprisionaba en forma de herradura
+la población. Y de un charco amarillo
+surgió la luna de color de argento,
+y a lo lejos, con un recogimiento
+sentimental, lloraba un caramillo…
+Una vieja, con los brazos suplicativos,
+reza para que no haya temblor.
+Y el ómnibus senil, con su cortina
+llena de pringos, con la vetustez
+de sus flacos solípedos, camina
+como si tal, camina
+como quien juega al ajedrez.
+Extramuros, llevando el sedimento
+de los villorrios, vuelve a la ciudad
+sudoroso, ventrudo, soñoliento
+con la inconsciencia de su edad.
+Se respira un silencio comatoso
+que hace mayor el frío,
+que me torna indulgente con el oso
+polar… [Ya no me río
+de ti, Rubén Darío…].
+Y por el solitario
+camino, alguna res
+asoma y huye ante el vocabulario
+del cochero…
+Después,
+mientras prosigue el carromato, rara
+vegetación y aves zancudas… para
+dibujar un biombo japonés.
+A F. Ramos González.
+Una fragilidad de mariposa
+tornasolada en abanico. El cielo
+de un rosado impoluto, de sedosa
+tonalidad, como de terciopelo.
+Una garza, por el dombo de rosa,
+rima la aristocracia de su vuelo,
+y en esa blanca fuga silenciosa
+finjo el último adiós de su pañuelo…
+Doy al olvido la escopeta, olvido
+mi nuevo amor. Apoyo a un árbol ido
+mi juventud, soñando cosas viejas,
+con el galgo a mis pies, un galgo bueno
+de ojos tristes, ojos de Nazareno,
+y que tiene caídas las orejas…
+Se salió de plomada
+la colectiva estupidez, camino
+del rebenque, del tajo y la picota.
+Apóstol del Derecho, un petardista
+de frac y cubilete
+volcó sobre la turba
+de los descamisados
+todo un cajón de frases…
+Su vibrante discurso
+causa fue de apoplético entusiasmo,
+que tuvo que sangrar tranquilamente
+la científica guardia pretoriana
+con el cañón y con la bayoneta.
+Y yo, del caballete de un tejado,
+miré la rebujiña
+—como no soy Apóstol del Derecho—
+con toda la frialdad de un erudito.
+Caballeros amables, señoras discretas
+en las frivolidades del five o’clock tea,
+con sombreros que fingen enormes viñetas
+y calvas con un brillo como de barniz.
+Pienso, unido a estos seres que portan caretas,
+pasarme varias horas sin pensar. Aquí,
+a trueque de unos cuantos cientos de pesetas,
+soy feliz. Me parece que soy muy feliz.
+Puesto que no me importa, con almas rastreras,
+recordar mis quimeras nobles, mis quimeras
+que se han ido con una rapidez de tren.
+Ni que tú, desgreñados los tirabuzones
+de tus cabellos, busques nuevas sensaciones
+con algún dependiente de Lanman y Kemp.
+En el recogimiento campesino,
+que viola el sollozar de las campanas,
+giran, como sin ganas,
+las enormes antenas de un molino.
+Amanece. Por el confín cetrino
+atisba el sol de invierno. Se oye un ritmo
+que semeja peinar ternuras canas,
+y se escucha el dialecto de las ranas…
+La campiña, de un pálido aceituna,
+tiene hipocondría, una
+dulce hipocondría que parece mía.
+Y el viejo Osiris sobre el lienzo plomo
+saca el paisaje lentamente, como
+quien va sacando una calcomanía…
+Buen muchacho, membrudo,
+que se pasa la vida sin afán,
+con su cara de engrudo
+y sus cabellos como de azafrán.
+Para este chico rudo,
+¿qué mayor ambición? Tiene su can,
+su rebaño lanudo
+y unas rodajas de cebolla y pan.
+Libre, lejos de todo,
+se acurruca a la sombra de un recodo
+exuberante de vegetación
+para soñar sobre la verde grama,
+con los brazos formando un monograma
+y en los ojos lo blanco de la unción…
+Tarde sucia de invierno. El caserío,
+como si fuera un croquis al creyón,
+se hunde en la noche. El humo de un bohío,
+que sube en forma de tirabuzón,
+mancha el paisaje que produce frío,
+y debajo de la genuflexión
+de la arboleda, somormuja el río
+su canción, su somnífera canción.
+Los labradores, camellón abajo,
+retornan fatigosos del trabajo,
+como un problema sin definición.
+Y el dueño del terruño, indiferente,
+rápidamente, muy rápidamente,
+baja en su coche por el camellón.
+El barbero del pueblo, que usa gorra de paja,
+zapatillas de baile y chalecos de piqué,
+es un apasionado jugador de baraja
+que oye misa de hinojos y habla bien de Voltaire.
+Lector infatigable de El Liberal, trabaja
+alegre como un vaso de vino moscatel,
+zurciendo, mientras limpia la cortante navaja,
+chismes, todos los chismes de la mística grey.
+Con el señor alcalde, con el veterinario,
+unas buenas personas que rezan el rosario
+y hablan de los milagros de San Pedro Claver,
+departe en la cantina, discute en la gallera,
+sacando de la vida recortes de tijera,
+alegre como un vaso de vino moscatel.
+El alcalde, de sucio jipijapa de copa,
+ceñido de una banda de seda tricolor,
+panzudo a la Capeto, muy holgada la ropa,
+luce por el poblacho su perfil de bull-dog.
+Hombre de pelo en pecho, rubio como la estopa,
+rubrica con la punta de su machete. Y por
+la noche, cuando toma su lugareña sopa
+de tallarines y ajos, se afloja el cinturón…
+Su mujer, una chica nerviosamente guapa,
+que lo tiene cogido como con una grapa,
+gusta de las grasientas obras de Paul de Kock,
+ama los abalorios y se pinta las cejas,
+mientras que su consorte luce por las callejas
+su barriga, mil dijes y una cara feroz…
+Dice por las noches: «Mira, Dorotea,
+no tengo un centavo». Melenudo y tal,
+se acoge a su cuarto de casa de aldea
+y escribe unos versos, un editorial…
+No llora. Y si acaso la cosa es muy fea,
+se limpia uno que otro saco lagrimal.
+Y, después, ¿qué importa? Vamos, se pasea
+feliz con su terno canario y turpial.
+Por el pueblo —y debe mil pesos al mes—
+su vida no es vida de oscuro armadillo,
+tan hecha de trampas, tan entretenida…
+Y si le preguntan: «Pero hombre, ¿eso qué es?»,
+exclama entre el humo de su cigarrillo:
+«¡La vida, la vida, la vida, la vida!».
+A la intemperie mi alma. ¿Quién me abriga,
+quién me da de esperanza algún destello?
+Y apuré, con mis fardos de fatiga,
+la sed caliginosa del camello.
+Te vi… Pero te vi bajo la ortiga
+de tu sayal, tu escapulario al cuello,
+con el cilicio, que a Satán fustiga,
+y la profanación de tu cabello…
+Sentí, por el nirvana de tu influjo,
+mi espiritualidad. Wagner, el brujo,
+interpretó la dualidad de un treno
+en la pequeña nave de la ermita
+donde tú, buena Hermana Carmelita,
+me hacías bueno, extrañamente bueno…
+Se diluye la ingente
+curva de la montaña. El sol se aleja
+por entre motas de color de aciano.
+Ni un chopo ni un cortijo. Y bajo el puente
+de bejucos, que finge áspera ceja,
+se abre con sueño el ojo del pantano.
+Ojo que mira sin mirar, que aduna
+la voluptuosidad del sibarita
+y la extraña neurosis del asceta.
+Y alma sin fe de la acuarela, una
+cigüeña filosófica medita
+como yo, que hoy no tengo una peseta…
+Tu organillo triste, tu organillo viejo,
+cuando a media noche, bajo los balcones,
+gime dulcemente con amargo dejo,
+de seguro arrulla muchos corazones.
+Tu organillo triste, de sentidos sones,
+que refresca el alma con su amargo dejo
+mientras acaricia mis desilusiones,
+cuántas cosas dice tu organillo viejo…
+Cuando a media noche, bajo los balcones,
+gime tu organillo de dolientes sones,
+con plañir mimoso, con amargo dejo,
+de seguro arrulla muchos corazones
+mientras acaricia mis desilusiones
+tu organillo triste, tu organillo viejo…
+Y el cochero de punto, de chistera
+apabullada, con
+la camisa por fuera
+y las polainas en la bigotera
+del coche, hostiga su rocín trotón.
+Flemático, grotesco, exuberante
+como un enorme paquidermo, si
+medita el buen auriga en su pescante,
+¿qué pensará, muchacha, este elefante,
+qué pensará de ti?
+Y de mí, que temiendo los detalles
+de la vida rural
+no me atrevo a ceñir amenos talles,
+que ando por esas calles
+con una seriedad episcopal…
+Tañe, hermano, la mandolina,
+porque esta noche tengo ganas
+de olvidar… Y tu cavatina
+como que me tiñe las canas…
+En tu cuarto, donde la fina
+seducción de las otomanas
+provoca al opio de la China,
+que hace vivir cosas lejanas,
+siento el agradable cansancio
+de soñar, tornándome al rancio
+tiempo de idas generaciones,
+de parroquiales indolencias,
+de los viajes en diligencias
+y de los tiznados mesones…
+Con tu traje color de chocolate
+y con cintas de color rapé,
+semejas el más bello disparate
+de la vida. Tienes cutis de té.
+Y te adoro. Gustas del aguacate
+de Puerto Rico, cuando en el café
+tomas cerca de mí, que soy tu vate,
+pequeños sorbos de champagne frappée.
+Francamente, como invertida ojera,
+surge, bajo el candil, tu cogotera,
+tu rara cogotera de carey
+que aprisiona tus crenchas de africana
+mientras miro —mondando una manzana—
+tu labio belfo, con mirar de buey…
+Todo verde, de un verde
+que maltrata los ojos. Reverbera
+y a lo lejos se pierde,
+como una cicatriz, la carretera.
+La inesperada sombra de un molino
+que dice adiós… Vertiginosamente
+se alejan el mar, un trozo del camino
+y el precipicio que atraviesa un puente.
+Y el tren a toda máquina. Marea
+la borrosa visión, siempre truncada,
+de un árbol, de una aldea,
+de un poste, una cascada, otra cascada.
+¿Que tú tienes frío? Bueno,
+¿y a mí qué? Toma este duro
+mientras lleno
+con una bota de vino
+tu mochila de kanguro.
+[Pobre campesino egeno
+que no sabe, de seguro,
+que a mí, rico campesino,
+me hace mucha falta el vino].
+De tus alegrías
+quedarán sedimentos,
+sedimentos de melancolías.
+Y verás lo que son las congojas
+cuando lleguen los vientos,
+los vientos que dejan el tallo sin hojas.
+Noble señora: la naturaleza
+como que despereza
+su amanecer. Sopla un brizote ameno
+que hace llevar las manos a la falda…
+Es bueno el sol. Sacude la tristeza
+de la noche. Y me digo: el sol es bueno
+porque acaricia la curtida espalda
+del campesino que recorta el heno;
+porque, con la eficacia de su egida,
+hace en el surco germinar la vida
+y hurta a la vida su sabor amargo
+cuando a las almas, como al surco, enflora.
+Basta para vivir, noble señora,
+un rayito de sol. Y sin embargo…
+Cutis garrapiñado,
+nariz curva de anzuelo,
+y del gorro, que porta a medio lado,
+surge la hirsuta rebelión del pelo.
+La brusca pincelada
+de la ceja, enfocando la azogada
+mirada socarrona, una mirada
+de bebedor de whiskey.
+Es una coma
+y un signo musical, bajo un violento
+golpe de luz, la oreja.
+Y la cachimba vieja,
+la panza gris de la cachimba asoma
+por un bigote ahumado y soñoliento.
+Cuando te mire a solas
+la ola soberbia de tu orgullo aplaca,
+que al fin te humillarás como las olas
+se humillan sollozando en la resaca.
+La vida viene y va…
+Con la perdida
+juventud, sin un sol de primavera,
+¡qué amarga viene a ser la despedida
+para quienes, cual tú, van a la vida
+como las olas van a la ribera!
+Hace un año, con una colombina
+y al anémico atisbo de un farol,
+te miré. [Dialogaba una ocarina
+con el monosilábico tambor].
+Los cerebros, como la crinolina,
+congestionados por la animación.
+Pero tú, con la faz llena de harina,
+triste, muy triste bajo el dominó…
+Como si fuese una caricatura
+de trapero sin garfio, tu figura
+hizo reír a mi sinceridad
+cuando te vi tristón entre la inquieta
+muchedumbre.
+Tenías la careta
+colocada al revés de mi antifaz…
+Mis vecinos, burdos vecinos
+del campo, buenos inquilinos,
+de manos toscas, de cetrinos
+rostros y de cuadrados pies,
+cruzan por esta vida amarga,
+paradójicamente larga,
+como van los bueyes de carga
+bajo el pincho, bajo el arnés…
+Mas son felices a su modo,
+puesto que a sombra de tejado,
+comiendo mal, aman a Dios.
+¡Y sobre todo, sobre todo,
+porque nunca han necesitado
+las píldoras del doctor Ross!
+La mañanita opaca,
+mañanita de campo. En el corral
+me siento. Hay una vaca
+que aspira el llano y muge una vocal…
+La rústica alquería
+se agazapa en la niebla. Es un placer
+sentir llegar el día
+con la frescura del amanecer.
+Pero hay que irse mañana…
+¡Quién pudiera, olvidando la ciudad,
+pasarse una semana
+de soledad, de agreste soledad!
+Y envidio a un pobre mozo,
+de blusa y remendado pantalón,
+que saca agua del pozo
+y hurga en el patio con un azadón.
+El rico es un bandido.
+SAN JUAN CRISÓSTOMO
+La sombra, que hace un remanso
+sobre la plaza rural, convida para el descanso
+sedante, dominical…
+Canijo, cuello de ganso,
+cruza leyendo un misal,
+dueño absoluto del manso
+pueblo intonso, pueblo asnal.
+Ciñendo rica sotana
+de paño, le importa un higo
+la miseria del redil.
+Y yo, desde mi ventana,
+limpiando un fusil, me digo:
+¿Qué hago con este fusil?
+Se vive, amada mía,
+según y cómo… Yo
+por la mañana tengo hipocondría
+y por la noche bailo un rigodón.
+¿Y qué? Pura ironía
+del hígado, muchacha. En el amor
+y en otras cosas de mayor cuantía
+todo depende de la digestión.
+Que no fume, que olvide la lectura,
+que no maldiga en ratos de amargura
+y mil consejos más de este jaez,
+como si pudiera
+vivir a la manera
+de las calles tiradas a cordel…
+Siento el paisaje. Pero la vecina,
+noble señora muy devota, muy
+de mi pueblo, me ofrece su anodina
+conversación de ama de llaves. Y
+mientras la vieja va zurciendo prosa
+debajo de un cielo de color de pus,
+le pregunto, pensando en otra cosa:
+«¿De qué murió Santa Teresa de Jesús?».
+Dudo ante el lienzo, dudo
+copiar al desnudo
+su cuerpo menudo,
+que parece una fruta en sazón.
+Las horas que paso,
+aparentemente sin hacerle caso,
+mirando el ocaso
+discreto del pubis de melocotón.
+Como no comprende, sintiéndose en celo,
+que adore al modelo
+y no tenga mimos para la mujer,
+qué cara más triste, de asombro, de duda,
+cuando está desnuda
+pone en el remanso tibio del taller…
+Un pedazo de luna que no brilla
+sino con timidez. Canta un marino,
+y su triste canción, tosca y sencilla,
+tartamudea con sabor de vino…
+El mar, que el bíceps de la playa humilla,
+tiene sinuosidades de felino,
+y se deja caer sobre la orilla
+con la cadencia de un alejandrino.
+Pienso en ti, pienso que te quiero mucho
+porque me encuentro triste, porque escucho
+la esquila del pequeño campanario
+que se queja con un sollozo tierno,
+mientras los sapos cantan el invierno
+con una letra del abecedario…
+Las 4 a. m. Parpadea
+un lampo matinal. Sobre la playa
+los pescadores, como la ventisca
+preña la blanca lona, sueltan nudos.
+Y la ventisca pasa
+por entre los cordajes
+como una sinalefa
+de suspiros muy largos…
+La barca, dando tumbos
+de dipsómano, se abre
+de la riba. Mis sueños
+nostálgicos, cual una
+emigración de pájaros marinos,
+vuelan sobre el velamen
+que se despide, como un gran pañuelo,
+en la convalecencia de la noche…
+Las casitas de campo, las casitas
+enjalbegadas, acurrucaditas
+y risueñas.
+Bajo los abanicos,
+los grandes abanicos de palmeras,
+pasan los mozos y las vivanderas
+en un desfile manso de borricos…
+El tren, en una quiebra
+inesperada, por el verde llano
+hace como una fuga de culebra…
+Y a la rota penumbra de la parra
+de fruto agraz —tan místico y profano—
+gozo el paisaje…
+Hoy duerme la cigarra,
+la mariposa sale del gusano,
+y fulguran los techos de pizarra
+con el ocre bermejo del verano.
+Nadie puede mandar al poeta que sea noble,
+elevado, moral, que sea o deje de ser esto o lo otro;
+porque es el espejo de la humanidad y presenta
+a esta la imagen clara y fiel de lo que siente.
+SCHOPENHAUER
+Para el que ama los versos de similor
+Fósiles más que el Atlas o el híbleo monte,
+O canta devaneos del corazón
+Propios para el oído de un mastodonte;
+Para el que rima estrofas en esperanto
+Y presume de orfebre decadentista,
+Son estos versos de cal y canto,
+E indignos del symposion de un raro artista.
+Mas ponen en quien los lee, para gran rato,
+—Si no es un burgués, o andrógino mentecato—
+Un organismo de púgil fuerte y brutal.
+En verdad que estos versos sobrios y austeros
+Levantan chispas cual cruzados aceros
+Y abren desgarraduras como puñal.
+ABRAHAM Z. LÓPEZ PENHA
+Libértate, Señor.
+UNAMUNO
+Con una laxitud de sibarita
+bosteza en el Poniente
+la tarde gris. Un esquilón musita
+lenta, muy lentamente…
+Predispone a soñar esta marchita
+floración de la luz en el ambiente
+campesino. Provoca ir a la ermita
+con la gente, con esta buena gente
+de cepa provinciana
+que se aleja, pues plañe la campana,
+camino de la iglesia, ese camino
+de carretera, franco
+para el negro africano, el hombre blanco
+y, sobre todo, para el asesino…
+Y después dijo el asno: I-A.
+NIETZSCHE
+La banda —es una murga de arrrabal—
+sopla un danzón invertebrado
+por la calle principal
+de Cartagena de Indias. El rumor
+del inconsciente populacho es tal
+que no se oye el tambor
+ni el cornetín. Crepúsculo invernal
+y la llegada de un gobernador.
+Mientras en la viscosa multitud
+que alarga —pobre carne de fusil—
+el hocico de la curiosidad,
+clama un borracho, pleno de vermouth,
+con acento infantil:
+«¡Qué barbaridad, qué barbaridad!».
+Por la torcida calleja
+de mi vetusto arrabal,
+no cruza ni un perro. Aqueja
+la ataraxia monacal.
+¿Que alguna oxidada reja
+se abre gimiendo? El metal
+del gozne cuando se queja
+rasga el silencio letal…
+Solamente en un oscuro
+convento, que ofrece un muro
+color de zaquizamí,
+se oye como una ironía
+tocar esta melodía:
+do-re-mi-fa-sol-la-si…
+Tosca mesa de pino
+y un modesto quinqué. Por la ventana
+penetra el opalino
+retazo de una rústica mañana
+metida en el invierno. Un argentino
+repique de campana
+de algún pueblo vecino,
+mientras dialoga el sapo con la rana…
+Lejos de todo, en esta
+casucha aislada —un quieto
+rincón acurrucado en el recodo
+de la húmeda floresta—,
+te escribo este soneto
+rural, lejos de todo…
+Life is a jest.
+JOHN SAY
+Cruza el arroyo el solitario entierro
+de un pobre. Es natural
+que le acompañe un perro
+bajo la indiferencia vesperal.
+¿De qué murió? Sería
+de bulimia, es decir,
+de no haber visto la panadería
+con ojos de faquir.
+Y ahora va, como inútil adjetivo,
+despanzurrado dentro de un cajón
+de tablas de barril. He aquí un motivo
+para una cerebral masturbación.
+Divide el cromo una encina
+venerable, un vespertino
+silencio de campesina
+paz humilde. Hay un molino
+rojo, una verde colina
+y en el fondo azul marino,
+como en una cartulina
+postal, se aleja el camino…
+Después, por el otro lado,
+el remiendo inesperado
+de un alegre caserío,
+la epilepsia de un torrente
+y la escamosa serpiente
+tornasolada del río…
+Procura, mientras muere la mies en la cizaña,
+flexible cual felino que avizora el ratón,
+medir el salto… Y luego… ¡que gire la cucaña
+de la vida! No hay fuerza contra la tradición.
+Flota como la espuma, zurce tu telaraña
+y sé tan multiforme como un líquido. Con
+la improbable paciencia del pescador de caña,
+subirás poco a poco de escalón en escalón.
+Después, atiborrado de honores y dinero,
+gasta gorro y pantuflas cabe la lumbre. Pero
+para hacer estas cosas sujétate a la ley
+de todas las divinas y humanas tonterías,
+sin asomo de pena, sin torpes rebeldías,
+fingiendo la indulgente pasividad del buey.
+Cada huerta —son huertas campesinas—
+tiene un pozo ulcerado, de brocal
+que semeja un abdomen. Las gallinas
+junto a un asno, sujeto del ronzal.
+Sobre las tapias, donde las encinas
+copudas salen al sendero, cual
+defensa de vecinos y vecinas,
+pedazos de botellas de cristal.
+Relente olor a surco removido
+y acre perfume a fiemo… Me dan ganas
+de quedarme en un rústico corral,
+para vivir, durmiendo en el olvido
+de las mezquinas luchas cotidianas,
+como bajo el influjo de un cloral…
+Domingo de murria, de holgazanería
+parroquial. Parece que la población
+sufre a mediodía
+la modorra de una mala digestión.
+En las albuferas de la cercanía
+no cruza manchando la vegetación
+ni una romería
+de alcatraces. Febo tiene congestión.
+La testa del cerro, rugosa y rapada,
+brilla con los tintes de la mermelada,
+y detrás de un techo de color de ají
+se asoma el cigarro de una chimenea,
+que en la paz de croquis lentamente humea
+taladrando el cielo como un berbiquí…
+Mi parienta, magra y fría,
+solteronamente fea,
+con nostálgica atonía
+piensa en cosas de su aldea…
+Quiere vivir con su cría
+de palmípedos. Desea
+manejar en la alquería
+diariamente la polea
+del pozo, oír en ayunas
+su misa y tragarse alguna
+que otra eucarística oblea,
+sin tiznar el pensamiento
+con el sexto mandamiento
+pornográfico. Así sea.
+Conoce, pues trajina por pueblos y caminos,
+medio mundo. Es un raro músico de arrabal,
+de trágica melena, grandes ojos bovinos,
+crepusculares ojos de soñador sensual.
+Fue fraile inverosímil, turnó con asesinos,
+mercachifle ambulante, sacapotra genial,
+tiró el dado en las mesas de todos los casinos,
+durmiendo en un palacio como en un hospital.
+Y hoy torna, fatigado de su larga odisea
+de vagabundo, a esta soporífera aldea
+para después, acaso, sin saber con qué fin,
+bifurcarse por otra ruta desconocida,
+siempre exótico, siempre bajo la misma vida,
+zurciendo su inefable tristeza en el violín…
+¿No es verdad, paloma mía,
+que están respirando amor?
+JOSÉ ZORRILLA
+Ceñido flux de pederasta, flor
+fragante en el ojal,
+mostachos agresivos de tenor
+y muy agudo el ángulo facial.
+Y la novia, la falda de color
+mimoso, azul filial,
+cabellos de un rubor
+de lacre, una actitud sentimental
+y ojos de liebre. Gastan el placer
+de levantar —unido el canotier
+con la chistera en forma de bacín—
+la polvareda de la exhibición,
+requiriéndose con
+frases de almíbar y de pepermín…
+Sobre una giba de la cordillera
+surge la faz clorótica del sol,
+de idéntica manera
+que hace siglos de siglos. Un farol
+macilento se apaga en una esquina
+del barrio. Flota en el amanecer
+fuerte olor de cocina
+que insufla ganas de comer…
+Y hecho un ovillo a sombra de tejado
+plañe un ciego en su flauta. El infeliz
+como que aspira un perfume a pollo asado,
+cierra los ojos y abre la nariz…
+¡Salve, pujante macho!
+GUILLERMO VALENCIA
+Tal parece de mármol en el ambón: figura
+que pide a gritos una montaña de escabel,
+para mostrar las doce tablas de la escritura…
+Sus ojos, unos ojos hechos al desnivel
+de las cosas abstractas —síntoma de locura—,
+miran sin ver paisajes nunca vistos… En el
+inalterable ritmo de la musculatura,
+como la tremolante bandera de Israel,
+flota el apostolado de la barba… Y domina
+tan hondamente a veces su actitud sibilina
+y su léxico rudo de inflexible altivez,
+que sentimos delante de este titán de cara
+venerable, que oficia como un cabo de vara,
+no retornar al dulce candor de la niñez…
+Vamos por una calle toledana.
+De pronto un organillo
+viola el recogimiento. Una ventana
+se abre de par en par en el altillo
+de un caserón: un viejo
+surge como con una apoplejía
+de remolacha, hirsuto el entrecejo,
+y echa un turbio raudal de porquería…
+Y en la calleja gris, encrucijada
+que duerme hundida como en una mota
+de algodón, vibra enorme carcajada
+detrás del eco de una palabrota.
+Nada pierdo
+y gano poco
+con ser cuerdo.
+Mejor es volverse loco.
+Quise, buscando un poco de pureza,
+desprender una flor,
+¡y cogí la cabeza
+tornasolada de un camaleón!
+Todo es sórdido: un río
+turbio como un reptil
+soñoliento que cruza el caserío.
+Mientras subraya el frío
+sempiternos crepúsculos.
+Intermitentemente
+desgrana el cielo gris
+su crónica cistitis. Un ambiente
+de sótano, un ambiente
+palúdico y viscoso.
+Pero en un pobre techo de madera,
+de hoja de lata y cinc,
+se abre una enredadera
+como un sarcasmo de la primavera
+sobre tanta bazofia…
+Porque no imito al loro, amiga mía,
+¡qué acéfalo me siento
+cuando voy al salón! Una ironía
+para el que gasta un poco de talento.
+Me torno mudo, ásperamente amargo,
+y pensarás de fijo
+que soy un ser inútil. Sin embargo,
+bien puedo hacer un hijo.
+Tiro a un lado
+los recuerdos, mientras fumo
+sobre una mesa acodado.
+La brisa se lleva el humo.
+Mas no puedo;
+y su faz, que no agoniza
+dentro de mí, con el dedo
+perfilo entre la ceniza…
+Porque soy un solitario
+que anhela olvidarla. Pero
+sin horario,
+¿qué hora indica el minutero?
+Y al memorar todas esas
+sus promesas, mientras fumo,
+sonrío de las promesas…
+La brisa se lleva el humo.
+Lo fusilaron esta
+madrugada,
+como si fuese un criminal.
+¿Y la social
+protesta?
+Ninguno dijo nada.
+Y aún vibra todavía
+dentro de mí —¡qué amarga
+tontería!—
+la descarga de la fusilería.
+Llegó, como una extravagante flora,
+la tribu de gitanos. ¡Quién pudiera
+no ser a toda hora
+dúctil como la cera!
+Para mirar la errátil caravana
+con sólido criterio campesino,
+cuando marche mañana
+por el ribete rojo del camino…
+Después de un zafarrancho,
+rota la épica lanza
+del noble amo de Sancho,
+gusto de Sancho Panza.
+Lo cual, tirando a un lado
+de un puntapié la espada
+y el escudo abollado,
+es otra quijotada…
+Canta un gallo en el fresco matinal. Todavía
+duerme la población
+bajo la niebla. Asoma la palidez del día
+y temblorosamente, como una evocación
+de aquella edad lejana
+de diezmos y primicias, trabuco y pastoral,
+solloza la campana
+linajuda del viejo convento colonial…
+Sólo por ti, madre mía,
+soy bueno. Sólo por ti
+jamás me preguntaría:
+¿pero, para qué nací?
+¡Qué cosas en el proscenio
+risible de la creación,
+que muchas veces un genio
+depende del comadrón!
+Bostezo, mientras fumo un cigarrillo,
+jugando al ajedrez
+con un señor senil. Suma el corrillo
+sinceridades de la estupidez.
+Para hilvanar el rato
+de rutinaria obligación social,
+solamente mi gato
+ronca en una actitud filosofal.
+Por tus ojos, hipnóticos ojos
+de un lejano color amatista,
+sentí los sonrojos
+y las timideces de un seminarista.
+Sonó la campana
+y dio un resoplido
+de bestia en celo la locomotora
+en la virginidad de la mañana…
+Y te has ido, te has ido,
+fugitiva visión de un cuarto de hora,
+sin dejarme quitar la sotana…
+No gasto tu optimismo
+de pacotilla. Para
+contemplar el cariz de un espejismo,
+los ojos de la cara.
+Pero quien analiza
+se torna ciego para los asombros
+y es como un cigarrillo hecho ceniza…
+¡Ah, si pudiera no encogerme de hombros!
+Persigo entre las ruinas de una calle,
+sin pensar en la teja
+que puede caerme, el talle
+flexible de una moza. Es muy compleja
+la misión de vivir. Y hay mucha gente
+que camina a mi lado,
+dizque prácticamente
+viendo para el tejado…
+La emigración desborda
+su miseria en la rica población,
+manchando el bulevar. Maldita horda
+de la emigración,
+que no deja que pase un caballero
+de porte señorial,
+luciendo alto sombrero
+y olorosa gardenia en el ojal.
+Cielo azul, un pedazo
+de cielo azul. El sol de la mañana
+tira en la calle un trazo
+primaveral.
+Me acomodo en la ventana
+y miro la ancha vía
+de la ciudad, que alegra la verdura
+viril de la arboleda en simetría,
+por donde pasa la cacofonía
+de un carromato lleno de basura…
+Se casaron ayer
+y se marchan hoy
+sin saber
+lo que dice Tolstoy.
+Cantan las esquilas en el campanario
+[las mujeres van
+para misa, sermón y rosario]:
+por e-so las co-sas es-tán como es-tán…
+Vivo entre marineros desde hace una semana.
+La tarde —satinado papel multicolor—
+pone a relieve alguna que otra vela lejana
+y la espiral sortija del humo de un vapor.
+En tanto que las aves tranquilamente solas
+suben al cielo, cuentas salidas de un collar,
+y bajan y se alejan, diéresis de las olas,
+por sobre la U que forma cada tumbo del mar…
+Mientras el lobo succiona
+su enorme pipa, cruzar
+miro un barco en su lona
+triangular.
+Ver otro sol, nueva zona,
+distinta raza, cambiar
+de postura en la poltrona
+y emigrar.
+Pero estoy en esta playa
+viendo la raya, esa raya
+del confín,
+junto a este marino cano
+que habla, la gorra en la mano,
+de Pekín…
+Para libar el jugo de agrios vinos
+—no dejes ver la pierna,
+muchacha—, los marinos
+vendrán dentro de poco a la taberna.
+Son de brusco perfil, bíceps de acero,
+niños enormes de cuadrada espalda
+y andar patojo. —Pero
+¿te arreglarás la falda?
+Con sus jarrones de licor, sus dados
+y sus cachimbas se darán al juego
+carnavalescamente iluminados
+por la epilepsia del candil. Y luego
+terminarán rugiendo una salvaje
+canción sensual. —Del cafetín me salgo,
+porque —¡bájate el traje!—
+lo que es aquí pasa algo…
+El temporal amotina
+todo el barrio. El temporal
+canta en su enorme bocina
+como un diptongo nasal,
+mientras la gente camina
+dando zancos. Un dedal
+de cobre entre la neblina
+finge la iglesia rural.
+La población parpadea
+porque un rayo culebrea
+como roja cicatriz
+que rubricara el Poniente,
+o como si bruscamente
+se arrancase una raíz…
+Torva concavidad opalescente
+de un cielo que hace recordar la orina
+de los hipocondríacos. Lentamente
+se apaga la retina
+del sol, un sol ingente,
+lacio y senil. El mar hoy no amotina
+su carapacho: duerme mansamente
+con pesadez de fofa gelatina.
+Cierra la noche, fúnebre moldura,
+la vesperal cisura.
+Y a la mueca truncada
+del faro —mueca que ilumina el cromo—,
+tiembla el paisaje como
+si lo rasgasen de una cuchillada…
+Y me digo:
+¡qué cosas, qué cosas!
+MANUEL CERVERA
+Sol rubicundo que arde
+como en un crematorio. Y en la paz
+profunda y sugestiva de la tarde,
+rema olímpicamente un alcatraz.
+Rema con soberano
+desprecio. Y parodiando la altivez
+del mamífero humano,
+baja y engulle un miserable pez.
+Las señoritas mimosas pueden retirarse,
+porque lo que sigue es verdaderamente trágico.
+FRAY CANDIL
+Pasamos a unos metros de un islote
+que sobresale con
+la indolencia sensual del hotentote.
+No hay una brizna de vegetación.
+¿De quién será este lote
+de piedra, esta senil aberración
+de los siglos? En vano es el azote
+del mar contra la flema del peñón.
+Luce un faro que tiene
+la burda forma de un erecto pene
+fenomenal. Tal vez
+medita en el amor este rapado
+terruño acantilado,
+¡solo en su candorosa desnudez!
+Por el ojo —es un ojo de batracio—
+de mi caliginoso camarote,
+contemplo el sol agónico. El espacio
+teñido con semilla de zapote.
+Rezonga el maderamen; bajo la lente
+crepuscular, se queja a la sordina,
+sintiendo lo imponente
+de la salvaje soledad marina.
+Negra nube a distancia,
+simula venerable fortaleza
+del tiempo colonial. Extravagancia
+de la naturaleza.
+Y el rudo mar, infatigable viejo
+viril, siempre bilioso,
+frunciendo a cada tumbo su entrecejo,
+su entrecejo canoso…
+Ten valor para tus desnudeces.
+PETER ALTENBERG
+Contemplo a flor de escotilla
+cómo los barcos se van
+bajo la tarde amarilla…
+Flota un sabor de alquitrán.
+La luna, como una astilla,
+surge por el balandrán
+de un grumo. Escarba en la orilla
+y luego se agacha un can.
+No sé; pero la marea
+que me salpica, la brea
+del muelle y la hora me dan,
+tal vez por ley de atavismo,
+deseos de hacer lo mismo
+que acaba de hacer el can.
+No hay que hacerse ilusiones
+sobre tibios colchones
+de algodón y de seda.
+La vida que nos queda
+puede servirnos para
+vencer. Y cara a cara
+y contra la corriente
+tenderemos el puente
+de ribera a ribera…
+Después, sin un suspiro,
+disuelta la quimera,
+nos pegamos un tiro.
+El respeto al individuo, nacido de la comprensión del individuo,
+falta en semejantes sociedades [sociedades de provincia].
+El hombre que es ante todo hombre, se gana en ellas el dictado
+de loco, hasta cuando tienen que soportarlo.
+MIGUEL DE UNAMUNO
+El odio provinciano a todo lo que por algo descuelle sobre lo
+corriente y lo vulgar, es una actitud de defensa, una de las formas
+en que comúnmente se traduce el instinto de conservación de las
+bestias-brutas que componen toda mayoría compacta.
+LUIS CARLOS LÓPEZ, ABRAHAM LÓPEZ PENHA Y MANUEL CERVERA, quienes dedican este libro a don Miguel de Unamuno.
+Happy New Year.
+GADEON
+Todo es lo mismo: ayer
+pasó, como ahora pasa,
+la mujer
+que vende a gritos queso y pan. La casa
+vecina, un caserón
+tan ruinoso que no resiste un tajo
+ni un ligero empujón,
+no se ha venido abajo…
+La calleja
+tal cual. Y en el agudo
+triángulo de una teja,
+mudo y senil asoma el sol. ¿Qué hacer
+para ir tras el imán
+del optimismo en un amanecer
+que huele a queso y pan?
+De seguro que cuando llegue la Noche Buena
+te miro en la plazuela del barrio pastoril,
+danzando —¡oh, del villorrio futura Magdalena!—
+al triste y soñoliento ritmo del tamboril.
+Te veré con el cura de la panza rellena,
+cebado entre la carne de feligrés mujeril,
+tomando chocolate, comiendo berenjena,
+pasteles y capones con ajo y perejil.
+Y en la misa de gallo, como un ser inocente,
+masticarás tus rezos ante el mártir doliente
+que viste taparrabo sobre un madero en cruz,
+mientras que el monaguillo, recorriendo la ermita
+con un dedal de trapo puesto en una varita,
+va pidiendo limosnas para el niño Jesús…
+¿Qué es la propiedad?
+PROUDHON
+Por un mendrugo tiene que plañir
+con ademán
+suplicativo. Ir
+de zaguán en zaguán.
+Cero a la izquierda, cero
+del montón,
+tiende el sucio sombrero
+de folletín, se apoya en un bordón
+senatorial y mira
+la farsa del humano redondel
+mientras el mundo gira
+con un pequeño desnivel.
+Maldita sea mi suerte
+y el día sea maldito…
+BARTRINA
+La esposa del banquero, flaca y fría,
+que hace música. Yo
+junto al Pleyel, tenía
+toda la flema de un anglosajón.
+Se prolongaba con alevosía
+y premeditación
+la sonata. Mi tedio me decía
+bostezando: ¿por qué no anda el reloj?
+Y luego, para colmo
+de peras en el olmo,
+tuvimos que aplaudir
+a la señora del señor pudiente,
+pensando injustamente:
+¿pero por qué Mozart no fue albañil?
+La mañana de invierno, una mañana
+que tiene la blancura
+de la clorosis, surge la tonsura
+del sol entre la cana
+neblina. Ofrece suavidad de pana
+la borrosa llanura,
+donde la torre de un convento —oscura
+y obesa damajuana—
+pone un borrón de tinta. Y en la quieta
+ciudad, mientras rezonga una carreta
+y en el ensueño de la lejanía
+da un grito agudo el tren, la bruma empaña
+con un enredo gris de telaraña
+los caserones de mampostería…
+Cara-ca-cuá-cuá-cuá.
+DÚO DE LOS PATOS
+Pasas por la calle
+principal… Y pasas
+con el garbo chulo
+de tu alegre fama…
+Pones aspavientos
+en las provincianas
+vidas que florecen
+como las patatas.
+Yo me encojo de hombros
+[no son garambainas,
+bien sabes que puedo
+volver a tu cama…],
+mientras los burgueses
+de inútiles calvas
+te siguen con una
+bovina mirada…
+Del seminario,
+mientras las campanas
+citan para el rosario,
+van saliendo sotanas y sotanas…
+Después, tras la eminente
+nulidad de un político, en la acera
+de enfrente
+luce su desparpajo una ramera.
+Y delante de mí, cerca a un mendigo
+de hosco sombrero
+y de peludo ombligo,
+pasan dos militares y un torero.
+Y a ti, Magdalena sin arrepentir,
+también yo te perdono.
+RICARDO CORAZÓN DE LEÓN
+Subí por la escalera
+del ideal,
+siguiendo una ilusión.
+Pero me fue de una manera
+mal,
+porque di un resbalón.
+¡Y enorme desengaño!
+Me atormenta
+y mortifica
+mucho más el daño
+de una cuenta
+que adeudo en la botica.
+Por el rústico parque provinciano,
+donde a veces me pierdo
+cogido de la mano
+de un recuerdo,
+la sobrina del cura
+me pasea
+su caderamen… La temperatura,
+que a intervalos aplaca la disnea
+de la brisa, es ardiente…
+Y yo retorno al tiempo primitivo,
+cual si tuviese cuernos en la frente
+y unas patas de chivo.
+Este siglo está dislocado.
+HAMLET
+Vivo en un caserón
+que fue convento,
+a cuatro leguas de la población,
+porque mi pensamiento
+necesita
+mucho recogimiento
+y la insípida paz
+del cenobita.
+Penetra por la cruz de mi ventana
+la faz
+del sol, lozana
+perspectiva: la verde ondulación
+de la sabana…
+Y en este campesino
+caserón,
+que luce a trechos monacal verdín,
+como sangrienta broma del destino
+me ha tocado un vecino
+que aprende cornetín.
+Desde mi cuarto miro la plazuela
+donde corren los chicos
+que salen de la escuela
+municipal.
+Con vuelo de pericos,
+la estudiantil parvada
+se aleja entre los rotos abanicos
+de los árboles…
+Nada
+turba el largo silencio. Y solamente
+repite el mismo tema
+de la fuente
+la oquedad del ambiente
+solitario,
+mientras el sol, como una enorme yema
+de huevo frito, atisba tristemente
+sobre la cruz de un campanario.
+Lector:
+en la pendiente del camino,
+pedregosa y fatal, donde la inquieta
+y arrocinada grey agua su vino,
+quise coger una gentil violeta…
+Mas dieron quince y raya a mi destino
+no sólo una brutal motocicleta
+y un H. P. 57, sino
+también un trasto inútil de carreta.
+Malferido en la cuesta árida y muda
+—la flor fue una quimera peliaguda—,
+tercié la capa y dije ¡adiós!… El cielo,
+de un amarillo anémico de alpiste,
+me pareció risueñamente triste,
+y el sol, el padre sol, un gran buñuelo.
+Seguí después por el atajo… Y sigo
+y seguiré muy lejos de la vía,
+porque mi corazón —ese mendigo
+vagabundo— no quiere compañía…
+Que no importa, ambulando sin testigo,
+y sin llevar ni a Diógenes por guía,
+que me ladren, surgiendo de un postigo,
+los anónimos perros de alquería…
+Solo y tranquilo cruzo la vereda,
+no temiendo dejar bajo una rueda,
+despanzurrado ante una flor, mis huesos…
+Pues si alguna muchacha en un recodo
+me da su corazón, antes que todo
+sé muy bien que lo da por 5 $.
+De tiempo en tiempo, «en el abril florido»,
+bajo a mi villa… ¡Oh, villa amurallada
+de San Pedro Claver, donde han nacido
+Rafael Núñez y Antonia la Pelada!
+Y en la villa me aburro, y aburrido
+de mí, de ti, de aquel, de todo y nada,
+vuelvo a mi soledad como a su nido
+regresa el ave herida y desplumada…
+Mas dejo al irme —amén de lo que dejo:
+salud, papel moneda— este librejo
+y otros librejos sin literatura,
+que no valen siquiera un estornudo,
+para que tú, lector hueco y panzudo,
+los tires al barril de la basura.
+Abandoné mis lares
+marcando rumbo hacia remotos climas.
+NÚÑEZ DE ARCE
+¡Adiós, rincón nativo!… Me voy y mi pañuelo
+parece un ave herida que anhela retornar,
+mientras singla el piróscafo, bajo el zafir del cielo,
+cortando la infinita turquesa de la mar.
+¡Nunca podré olvidarte, noble y heroico suelo
+de mis antepasados!… No te podré olvidar
+ni aun besando a una chica que sepa a caramelo,
+ni aun jugando con unos amigos al billar…
+Pero al imaginarme que no pueda un día
+tornar a tu recinto, ¡con qué melancolía
+contémplote a lo lejos, romántico rincón!…
+Porque ¡ay!, todo es posible, no exótico y extraño,
+si el destino de pronto me propina un buen baño
+para darle una triste pitanza a un tiburón…
+No te aflijas, Peñaranda,
+que tu plata no está emperdida.
+FELIPE II
+¡Cielo y mar, cielo y mar!… Indiferente
+me tumbo en un sillón hecho un lingote,
+porque si voy del camarote al puente
+torno con más spleen al camarote.
+Si a lo menos inesperadamente
+surgiese allá en el mar, en el molote
+del hosco mar, eterno delincuente,
+¡la blanca vela triangular de un bote!…
+La blanca vela, un farallón, un faro
+y… ¡cualquier cosa en este desamparo!…
+Mas de improviso, linda y fachendosa,
+cruza una camarera… ¿De manera
+que aquí tenemos una camarera?
+¡Caramba!… Ya la cosa es otra cosa.
+Nihil admirari.
+HORACIO
+¡Oh, qué alegre, sutil y esplendorosa
+mañana tropical, donde uno olvida
+—sin ser un morfinómano— la prosa
+de una vida que acaso no es la vida!
+Porque bajo este sol —cálida rosa
+del zafiro del cielo desprendida,
+que nos pone a pensar en otra cosa—,
+¡nadie, señores, nadie se suicida!
+Que aquí no hay un político, el jilguero
+trina feliz, no existe una sotana,
+y el mar, que el hosco malecón argenta,
+todo es azul, azul de Prusia… Pero,
+¡demonios!… ¡En esta lírica mañana
+se oyen los gritos de una parturienta!
+¿Por qué no he querido ser cura?
+JULIO CAMBA
+A Carlos E. Restrepo,
+para que rece por mí.
+Lo mismo digo yo sin ironía,
+pues no quise, en mi estólida locura,
+ser en mi juventud lo que hoy sería:
+cura de pueblo, un bonachón de cura.
+Vivir en un curato con la pía
+tranquilidad del alma y sin la oscura
+perspectiva del pan de cada día…
+¡Y todo por llevar una tonsura!
+Gordo y feliz —no flaco y maldiciente,
+masón y radical—, con elocuente
+y corajuda voz, ¡qué de sermones
+no hubieran sido los sermones míos
+contra esos más que bárbaros impíos
+llamados radicales y masones!
+¡Con qué fogosidad, con qué divina
+fogosidad hubiese proclamado
+la ley seca!… Pues ir a una cantina
+no es un pecado, ¡sino un gran pecado!
+También, viendo una casa clandestina,
+muy duramente hubiera condenado
+la erótica pasión luciferina
+de los gatos que buscan un tejado.
+¡Y qué felicidad me brindaría
+la época electoral, cuando yo haría
+las elecciones sin un gatuperio,
+no sin llevar a cabo, entre la recta
+sociedad de mi grey, una colecta
+para los niños del Celeste Imperio!
+Porque yo hubiera sido hasta mi fosa,
+con noble sencillez, un cura bueno
+y humilde, más humilde que una cosa
+que ni siquiera cueste un vil centeno.
+Pero perdí la senda… Y perdí a Rosa,
+mi humilde ama de llaves, de agareno
+perfil y ojos de hurí, «dulce y sabrosa
+más que la fruta del cercado ajeno».
+Por eso estoy muy triste ante la idea
+de no ser un buen párroco de aldea,
+para nunca exclamar entre infinitas
+congojas que hoy me tienen lacerado:
+te fuiste para siempre de mi lado,
+¡cepillo de las ánimas benditas!
+A Marisol.
+Campesina, no dejes de acudir al mercado
+con tus rubios cabellos —coliflor en mostaza—
+y tus ojos, tus ojos donde anida el pecado…
+¡Quién no acude a verte cuando cruzas la plaza!
+¡Si hasta el cura del pueblo, que es un alma sencilla,
+al mirarte sacude su indolente cachaza!
+¡Si eres égloga!… Y cantas, sin cantar, la semilla
+y el surco, los molinos, el arroyo parlero
+donde viajan las hojas su tristeza amarilla…
+¡Qué te importa que un zafio, que un panzudo
+[banquero
+y que aquella muchacha, solterona y muy fea,
+no avaloren —mendigos de su inútil dinero—
+la eclosión de tus frutos, de tu alegre azalea!
+¡Que se vayan al cuerno! ¡Que se vayan al ajo
+y al tomate, y que coman arroz con jicotea!
+Porque tú, campesina de sombrero y refajo,
+cuando pasas en burro —sandunguera y sabrosa—
+¡pones alas y trinos de jilguero en el grajo!
+¡Pones alas y trinos!… Y te llevas la rosa
+de tu faz… Y te llevas tu maligna mirada,
+con tu dulce sonrisa que me ha dicho esa cosa
+que le dice a un goloso la entreabierta granada…
+¡Ay, Señor,
+qué frágiles nacimos!
+Bien sabéis, adorable Rosalbina,
+que ante vuestro mirar de ojos de gato
+me sentí como calle sin esquina:
+¡bizco y sordo y maltrecho y turulato!
+¿Por qué sois para mí luciferina?
+¡Si ha mucho tiempo estoy que disparato
+bajo el piramidón y la morfina
+y del bromuro y del bicarbonato!
+Tanta hiel guarda el fondo de mi copa,
+que hasta en un corredor del Club La Popa
+vuestro marido, viéndome patojo
+y con ganas de hacer un disparate,
+me preguntó solícito: —¿Qué hay, vate?
+Y yo le dije irónico: —Un mal de ojo.
+Frente a mi casa vive un zapatero
+remendón, a quien alguien puso un mote
+recordando aquel típico escudero
+que tuvo en sus andanzas Don Quijote.
+Dipsómano feliz, gacetillero
+de la localidad, jocundo y zote,
+resulta el más cumplido caballero
+del tirapié, la lezna y el cerote.
+Y aunque alegre y locuaz empine el codo
+con aire bonachón, en el recodo
+de su chiribitil será un Atila
+si acaso usted, buscando allí su fosa,
+dice de Vargas Vila cualquier cosa…
+[¡Para lo que ha quedado Vargas Vila!].
+Álbum de autógrafos
+de A. J. Valverde R.
+Me pide usted mi autógrafo. Y la idea
+no es única y genial. Parole d’honneur.
+Lo mismo me pidió, siendo más fea
+que un susto en la manigua, una mujer…
+Una mujer de nombre Dorotea,
+que al verla daban ganas de correr,
+de correr y de gritar: —¡Maldita sea!
+—¡Ah, sus ojos de queso de Gruyère!
+Mas tuve que zurcirle, en el aprieto,
+con mala intención, un mal soneto,
+cual hoy le escribo este soneto a usted,
+por complacerle y por pasar el rato,
+como escribe un gamín un garabato,
+sin ninguna intención, en la pared…
+Ciudad triste,
ayer reina de la mar.
+J. M. DE HEREDIA
+Noble rincón de mis abuelos: nada
+como evocar, cruzando callejuelas,
+los tiempos de la cruz y de la espada,
+del ahumado candil y las pajuelas…
+Pues ya pasó, ciudad amurallada,
+tu edad de folletín… Las carabelas
+se fueron para siempre de tu rada…
+—¡Ya no viene el aceite en botijuelas!
+Fuiste heroica en los años coloniales,
+cuando tus hijos, águilas caudales,
+no eran una caterva de vencejos.
+Mas hoy, plena de rancio desaliño,
+bien puedes inspirar ese cariño
+que uno les tiene a sus zapatos viejos.
+¡Oh, luna, que hoy te asomas al tejado
+de la iglesia, en la calma tropical,
+para que te salude un trasnochado
+y te ladren los perros de arrabal!
+¡Oh, luna!… En tu silencio te has burlado
+de todo!… ¡En tu silencio sideral
+viste anoche robar en despoblado
+… y el ladrón era un juez municipal!…
+Mas tú ofreces, viajera saturnina,
+con qué elocuencia en los espacios mudos
+consuelo al que la vida laceró,
+mientras te cantan, en cualquier cantina,
+neurasténicos bardos melenudos
+y piojosos, que juegan dominó…
+Como dixo Aristóteles,
+cos es verdadera…
+ARCIPRESTE DE HITA
+Pesia mí que non porto sino dieta
+para Vuesa Merced. Alguien me fizo
+bachiller, zascandil, anacoreta,
+dándole a mi yantar poco chorizo.
+Duéleme situación tan incompleta,
+porque a la fin, en acuitado hechizo,
+tórname patizambo sin muleta,
+y con amén de uñero y panadizo.
+Mas sabed, ítem más, señora mía,
+que mi amor, aunque mi ánima es agreste,
+non trata de facer cosa fullera,
+pues con la mi cuaresma en alcancía,
+¡qué ha de haber —según dixo el Archipreste—
+juntamiento con fembra placentera!…
+A muertos de mogollón
+da de balde la parroquia.
+QUEVEDO
+Se murió Casimiro, el campanero
+de la iglesia rural. Y esta mañana
+lo llevaron al último agujero
+con tres o cuatro dobles de campana…
+Se lo llevaron bajo un aguacero
+definitivamente. Y quedó Juana,
+su sobrina, sin sol y sin alero
+y tan hermosa como casquivana.
+¡Y quién podrá decir que Casimiro
+no apuró sorbo a sorbo, en un suspiro
+y otro suspiro, un cáliz de amargura,
+conociendo la lengua viperina
+de las devotas! ¡Conociendo al cura!
+¡Y conociendo tanto a su sobrina!
+Y aquel gran tigre cebado,
+que con saña se comía
+—de noche y a pleno día—
+los burros de mi cercado,
+se murió… Todo el ganado
+solípedo le temía,
+cual teme la burguesía
+la zarpa del potentado…
+Tigre viejo, sabio y fuerte,
+que a muchos asnos dio muerte
+y se murió como en broma,
+para que más de un jumento
+clamase con sentimiento:
+—¡Murió como una paloma!
+Felicitamos a la nueva pareja, ornato
+de la primera sociedad de Guámbaro, etc., etc.
+UN PERIÓDICO
+A Mario Carvajal.
+¡Qué matrimonio para mi aldea!
+Pues ¡ay!, el chico pide ronzal
+y —como sufre de verborrea—
+quiere una cosa: ¡ser concejal!
+Pero la chica, que no es muy fea
+—traje a cuadritos, gris delantal—,
+sabe de todo: lava en batea
+y es, cuando guisa, ¡piramidal!
+¡Oh, las parejas de alas de pato!
+No necesitan bicarbonato
+y se conservan como en alcohol,
+sin el lirismo de las gaviotas
+que van —ensueños de almas remotas—
+¡libres en una puesta de sol!…
+Misantrópica tarde campesina
+sin sol. En el crepúsculo barcino,
+puesta como de canto
+sobre un techo pajizo,
+llora una luna de latón…
+El río,
+fonje y turbio, semeja
+dormitar.
+Y los árboles torcidos,
+desnudos y nudosos,
+seguramente sufren de artritismo.
+Fosco silencio y aridez… Acaso
+—torpe mancha movible— algún vampiro
+da tumbos y se aleja
+como un pasquín.
+Y todo, en el fastidio
+del ambiente letal, sin una fresca
+pincelada de luz, me dice a gritos,
+con hierático gesto
+y elocuente mudez: —¡Pégate un tiro!
+Susana, ven: tu amor quiero gozar.
+LEHAR, OPERETA
LA CASTA SUSANA
+Muchachas solteronas de provincia,
+que los años hilvanan
+leyendo folletines
+y atisbando en balcones y ventanas…
+Muchachas solteronas de provincia,
+las de aguja y dedal, que no hacen nada,
+sino tomar de noche
+café con leche y dulce de papaya…
+Muchachas de provincia,
+que salen —si es que salen de la casa—
+muy temprano a la iglesia,
+con un andar doméstico de gansas.
+Muchachas de provincia,
+papandujas, etcétera, que cantan
+melancólicamente
+de sol a sol: —Susana, ven… Susana…
+¡Pobres muchachas, pobres
+muchachas tan inútiles y castas,
+que hacen decir al diablo,
+con los brazos en cruz: —¡Pobres muchachas!
+¡Oh, viejo bodegón, en horas gratas
+de juventud, qué blanco era tu hollín
+y qué alegre, en nocturnas zaragatas,
+tu anémico quinqué de kerosín!
+Me parece que aún miro entre tus latas
+y tus frascos cubiertos de aserrín,
+saltar los gatos y correr las ratas
+cuando yo no iba a clase de latín…
+¡Pero todo pasó! Se han olvidado
+tus estudiantes, bodegón ahumado,
+de aquellas jaranitas de acordeón…
+¡No vale hoy nada nuestra vida! ¡Nada!
+Sin juventud la cosa está fregada,
+más que fregada, viejo bodegón.
+Domingo de bochorno, mediodía
+de reverberación
+solar. Un policía,
+como empotrado en un guardacantón,
+durmiendo gravemente. Porquería
+de un perro en un pretil. Indigestión
+de abad, cacofonía
+sorda de un cigarrón…
+Soledad de necrópolis, severo
+y hosco mutismo. Pero
+de pronto en el poblacho
+se rompe la quietud dominical,
+porque grita un borracho
+feroz: —¡Viva el Partido Liberal!…
+A Amadeo Gutiérrez Vela,
+literato trashumante.
+¡Bien venido a la tierra del cangrejo,
+de la pulga, el mosquito y el jején,
+con tu pipa, tu can tísico y viejo
+y tu cara redonda de sartén!
+Pero ¡ay!, no eres el mismo… Amargo dejo
+segrega tu sonrisa… ¡Y ya tu sien
+se rubrica y se frunce tu entrecejo
+cual si bebieras pócimas de sen!…
+¡Oh, lírico mentor, inadvertido
+para esos profesores del cocido!…
+¡Sursum corda!… ¡Que aquí nada es atroz!
+¡Que aquí —la nueva Arcadia del Caribe—
+nadie pinta y esculpe y nadie escribe!
+¡Pero se come arroz, carne y arroz!
+Todo es un símbolo en la vida.
+MANAVA, DHARMA, SASTRA
+Gritó Ruy Pérez Barba,
+de pie sobre un barril en la plazuela
+mayor de la parroquia:
+—¡Salud, doctores de las barbas luengas!…
+Si soy algo lampiño,
+¡descuidad! Pues aún luce mi cabeza,
+monda y lironda, un pelo…
+¡Gentil legado de la edad de piedra!
+¿Que vivo haciendo curvas?
+Y bien, amigos de la línea recta,
+¡que usáis a prima noche
+gorros de yute y clásicas chinelas!,
+sabed que una mañana
+me dijo el diablo: —Sácate una muela
+y vivirá tu novia…
+Y yo le dije al diablo: —¡Que se muera!
+¡No comprendéis, acaso
+no imagináis ni el símbolo! Y por esta
+razón cuantitativa,
+¡salud, fósiles sabios de mi aldea!
+¡Salud, momias ilustres,
+que os voy a dar la absolución: mi diestra
+cabalísticamente
+pondrá en el aire así como una &…
+Aunque después, con una
+seriedad de dormidas jicoteas,
+digáis de mí lo que me sé de sobra:
+—¡Que aún existo de puro sinvergüenza!…
+Todo es igual y lo mismo.
+FENELÓN
+¡Ah, perro miserable,
+que aún vives del cajón de la bazofia,
+—como cualquier político—, temiendo
+las sorpresas del palo de la escoba!
+¡Y provocando siempre
+que hurtas en el cajón pleno de sobras
+—como cualquier político— la triste
+protesta estomacal de ávidas moscas!
+Para después ladrarle
+por las noches, bien harto de carroña
+—como cualquier político—, a la luna,
+creyendo que es algún queso de bola…
+¡Ah, perro miserable,
+que humilde ocultas con temor la cola
+—como cualquier político del día—,
+y no te da un ataque de hidrofobia!
+¡Oh, maldito animal!
+MR. XIMÉNEZ
+Don Julio del Piñón,
+mercader guachinango, mientras canta
+feliz un ruiseñor,
+despierta en una lírica mañana…
+Muy gordo y muy gibón
+se viste resoplando, mientras canta
+feliz un ruiseñor,
+mecido en el trapecio de una rama…
+Después abre el portón,
+y, sin ver el paisaje, mientras canta
+feliz un ruiseñor,
+cruza en un auto Ford la villa rancia…
+Cruza en la posición
+de un bausán en cuclillas, mientras canta
+feliz un ruiseñor,
+como un clarín alado hecho una flauta…
+Para en su bodegón
+despotricar orondo, mientras canta
+feliz un ruiseñor:
+—¡Qué bien trina esta imbécil guacharaca!…
+Acude, rey infernal.
+FAUSTO
+Satán,
+te pido un alma sencilla y complicada
+como la tuya. Un alma feliz en su dolor.
+Tú gozas —y yo envidio tu alegre carcajada—
+si un tigre, por ejemplo, se come a un ruiseñor.
+¡Mi vida, esta mi vida te ofrece una trastada!
+Mi vida, flor inútil sin tallo y sin olor,
+se dobla mustiamente ya casi deshojada.
+Y el tedio es un gusano peludo en esa flor.
+¡Pensar diez disparates y hacer mil disparates!
+Pues tú, Satán, no ignoras que yo perdí el camino,
+y es triste —aquí en la tierra del coco y del café—
+vivir como las cosas en los escaparates,
+para de un aneurisma morir cual mi vecino…
+¡Murió sentado en eso que llaman W. C.!
+A Soto Borda,
+fallecido en 1919.
+¡Oh, si pudiera, noble camarada,
+darte de mi jardín rosas hermosas
+y olorosas!… Pero ¡ay!, si ya mis rosas
+me las comí hace tiempo en ensalada.
+¿De qué vale hoy regar tumba regada?
+Tu madrecita, en tardes dolorosas,
+te pondrá —como frescas mariposas—
+lo que no ha de poner mi carcajada…
+Sin embargo, donoso compañero,
+casi me duele el corazón… Y quiero
+recordar aquel rancio ventorrillo
+donde te conocí vencido y fuerte,
+y donde me dijiste al conocerte:
+—Sirve un trago y me das un cigarrillo.
+Asómate a la ventana
+para tirarte un limón.
+VICTOR HUGO
+¡Ay, Camila, no vuelvo
+ni al portón de tu casa,
+porque tú, la más bella
+del contorno, me matas
+con promesas que saben
+a bagazo de caña!
+¡Nada valen mis besos
+y achuchones! ¡Y nada
+si murmuro en tu oreja,
+tu orejita de nácar,
+cuatro cosas que tumban
+bocarriba a una estatua!
+¡Ah, te juro que nunca
+tornaré por tu casa,
+ya que tú, más bonita
+que agridulce manzana,
+tienes, ¡ay!, la simpleza
+del icaco y la guama!
+¡Y eres más que imposible,
+pues tus mismas palabras
+son candados, pestillos,
+cerraduras y aldabas
+de tus brazos abiertos
+y tus piernas cerradas!
+Y sin embargo, sé que te quejas.
+BÉCQUER
+Te quiero mucho. Anoche, parado en una esquina,
+te vi llegar… Y como si fuese un colegial,
+temblé cual si me dieran sabrosa golosina…
+Yo estaba junto a un viejo farol municipal.
+Recuerdo los detalles, cualquier simple detalle
+de aquel minuto: como si fuese un chimpancé,
+la sombra de un mendigo bailaba por la calle,
+gimió una puerta, un chico dio a un gato un puntapié…
+Y tú pasaste… Y viendo que tú ni a mí volviste
+la luz de tu mirada jarifa como un sol,
+me puse más que triste, tan hondamente triste,
+¡que allí me dieron ganas de ahorcarme del farol!
+¡Qué espectáculo!
+Pero no pasa de ser un espectáculo.
+¡Oh, qué moza flexible y sandunguera
+de pueblo, alegre como un cascabel,
+y con algo de avispa y de pantera!…
+—Ojos de brasa y boca de clavel.
+¡Con qué garbo, pindonga y zalamera,
+cruza la multitud! Y don Abel
+surge al paso gentil de la hechicera…
+—¡Qué chica hecha de sal y hecha de miel!
+Don Abel, agiotista adinerado,
+voluminosamente colorado,
+le suelta un beso a la muchacha: está
+sudoroso, la faz congestionada…
+Y ella le grita, en una carcajada,
+vibrante y juvenil: —¡Adiós, papá!
+¡Ay, qué vida!
+TEMÍSTOCLES
+La población parece abandonada,
+dormida a pleno
+sol. —¿Y qué hay de bueno?
+Y uno responde bostezando: —¡Nada!
+¡Ni una sola ilusión inesperada
+que brinde ameno
+rato!… Es un sereno
+vivir este vivir siempre a plomada.
+Porque ¡ay!, no surge un acontecimiento
+sensacional. Apenas un detalle,
+y eso muy de vez en cuando, en la infinita
+placidez lugareña: hoy no hace viento,
+y andan únicamente por la calle
+cuatro perros detrás de una perrita.
+—Papá, ¿quién es el rey?
+—¡Cállate, niño, que me comprometes!
+SWIFT
+Mi buen amigo el noble Juan de Dios, compañero
+de mis alegres años de juventud, ayer
+no más era un artista genial, aventurero…
+—Hoy vive en un poblacho con hijos y mujer.
+Y es hoy panzudo y calvo. Se quita ya el sombrero
+delante de don Sabas, delante de un don Lucas…
+¿Qué hacer?
+La cuestión es asunto de catre y de puchero,
+sin empeñar la Singer que ayuda a mal comer…
+Quimeras moceriles, mitad sueño y locura;
+quimeras y quimeras de anhelos infinitos,
+y que hoy —como las piedras tiradas en el mar—
+se han ido a pique oyendo las pláticas del cura,
+junto con la consorte, la suegra y los niñitos…
+¡Qué diablos!… Si estas cosas dan ganas de llorar.
+Pax vobis!
+WILSON
+«¡Viva la paz, viva la paz!»…
+Así
+trinaba alegremente un colibrí
+sentimental, sencillo,
+de flor en flor…
+Y el pobre pajarillo
+trinaba tan feliz sobre el anillo
+feroz de una culebra mapaná.
+Mientras que en un papayo
+reía gravemente un guacamayo
+bisojo y medio cínico:
+—¡Cuá cuá!
+La rústica plazuela del poblacho
+parece bostezar. Una muchacha
+que porta una batea
+va pregonando: —¡Camarones frescos!
+Sobrio silencio campesino. Apenas
+surge la esqueletosa
+fatalidad de un buey… Sobrio silencio,
+y un gallinazo en una empalizada.
+Gelatinoso el mar, el horizonte
+de un invernal cariz panza de burro,
+y en el poblacho, cantarina y pura,
+la voz alegre: —¡Camarones frescos!
+¡Naturaleza irónica que ofreces
+tu cielo azul, tu cielo
+de una benevolencia de zafiro,
+a una zambra política!…
+Lírico el mar, un sol de primavera,
+y en el confín un barco
+de cromo de almanaque. —Imprecaciones,
+bofetadas y tiros…
+¿Qué contracción dinámica
+desorganiza a un plácido terruño
+de sacapotras y de tinterillos?
+—Nada: elecciones para concejales.
+La luna es un medio mamey: asoma
+detrás de la perilla
+de un mirador. Y el faro
+con brusquedad insólita hace guiños…
+La silueta de un perro,
+fugitiva y elástica, en un muro
+da ódicamente un salto…
+Y esto asombra en la calle a un policía…
+Y en la noche señera, en el silencio
+de la ciudad levítica, obsesiona
+y pide una pedrada
+la impertinencia erótica de un gato.
+La sombra que proyecta mi aposento
+dibuja en un tejado
+y una pared, la oreja de un jumento
+y una sartén…
+La oreja
+se alarga en el crepúsculo morado,
+dando la sensación
+del caminar de una pantufla vieja,
+y la sartén se mete en un balcón…
+¿No es un presentimiento
+matrimonial?… Y, como un argumento,
+se oye una tremolina
+que invade la quietud de mi aposento…
+¡Y es que un gallo persigue a una gallina!
+¡Oh, qué ingente
+tristeza y qué infinito
+deseo de emigrar!… Y diariamente
+comiendo gato frito…
+Vivir la provinciana
+ñoñez… Y en la rutina
+cotidiana,
+de una simplicidad de vaselina
+simple, un puritanismo
+de curato
+que predica lo mismo
+de siempre: —«Hay que comer carne de gato».
+Era del año la estación florida.
+GÓNGORA
+Noche de pueblo tropical: las horas
+lentas y graves. Viene la oración,
+y después, cuando llegan las señoras,
+la musical cerrada del portón…
+Se oyen de pronto, cual un disparate,
+los chanclos de un gañán. Y en el sopor
+de las cosas, ¡qué olor a chocolate
+y queso, a pan de yuca y alfajor!
+De lejos, y a la sombra clandestina
+de la rústica cuadra, un garañón
+le ofrece una retreta a una pollina
+tocando amablemente su acordeón…
+Tan sólo el boticario, mi vecino,
+vela impasible tras el mostrador,
+para vender —con gesto sibilino—
+dos centavos de aceite de castor…
+Mientras la luna, desde el hondo arcano,
+calca la iglesia. En el azul plafón,
+la luna tumefacta es como un grano,
+y la iglesia un enorme biberón.
+A San Ciriaco,
+ermitaño, confesor y mártir.
+ALMANAQUE BRISTOL
+¡Ah, noble San Ciriaco!… ¡Tú fuiste un gran sujeto!…
+Y en una parihuela, que acaso fue un quitrín,
+por estos callejones que son como un aprieto
+te llevan con bigotes y barbas de mujik…
+¡Te faltan al respeto!… ¡Te faltan al respeto!…
+Mas tú —falsificado producto de Munich—
+parece que pensaras con la mudez de un feto:
+—¡Pues bien, a mí estas cosas me importan un maní!…
+¡Oh, mártir, viejo mártir, sublime anacoreta!…
+Tu vida fue más dulce que la caspiroleta,
+y ahí vas entre bufones vestido de bufón,
+cruzando aquí unos baches, subiendo allá un cascajo,
+mientras la hermana luna, que hoy finge un diente
+[de ajo,
+por ti tal vez implore: —¡Perdónalos, Señor!…
+Nadie remotamente se imagina
+tu matinal rubor, ese rubor
+disuelto en pinceladas de anilina,
+producto de farmacia y tocador.
+Deleitas el olfato con tu fina
+fragancia, noble y arrogante flor
+de papiro. —Sutil treta supina
+de gitano prestidigitador.
+Pesar que asoma en ti, pesar que vuela
+lejos, con la jocunda francachela
+de tu risa de hueco cascabel.
+Y aunque finges reír con el que llora
+penas del corazón, eres traidora
+como la cerradura de un hotel.
+¡Qué descansada vida!
+FRAY LUIS DE LEÓN
+¡Oh, sí, qué vida sana
+la tuya en este rústico retiro
+donde hay huevos de iguana,
+bollo, arepa y suspiro,
+y donde nadie se ha pegado un tiro!
+De la ciudad podrida
+no llega un tufo a tu corral… ¡Qué gratas
+las horas de tu vida,
+pues andas en dos patas
+como un orangután en alpargatas!
+No en vano cabeceas
+después de un buen ajiaco, en el olvido
+total de tus ideas,
+si estás desaborido
+bajo un cielo que hoy tiene sarpullido.
+Feliz en tu cabaña,
+madrugas con el gallo… ¡Oh, maravillas
+que oculta esta montaña
+de loros y de ardillas,
+que tú a veces contemplas en cuclillas!
+Duermes en tosco lecho
+de palitroques sin colchón de lana,
+y así tan satisfecho,
+despiertas sin galbana,
+refocilado con tu barragana.
+Atisbas el renuevo
+de la congestionada clavellina,
+mientras anuncia un huevo
+la indiscreta gallina
+que salta de un jolón de la cocina.
+¡Quién pudiera en un rato
+de solaz, a la sombra de un caimito,
+ser junto a ti un pazguato
+panzudamente ahíto
+para jugar con tierra y un palito!
+¡Oh, sí, con un jumento,
+dos vacas, un lechón y una cazuela
+—y esto parece un cuento
+del nieto de tu abuela—,
+siempre te sabe dulce la panela!
+Y aún más: de mañanita
+gozas en el ordeño, entre la bruma,
+de una leche exquisita
+que hace espuma, y la espuma
+retoza murmurando en la totuma.
+¡Oh, no, nunca te vayas
+de aquí, lejos de aquí, donde te digo,
+viniendo de otras playas,
+que sólo en este abrigo
+podrás, como un faquir, verte el ombligo!
+¡Y adiós!… Que te diviertas
+como un piteco cimarrón… ¡Quién sabe
+si torne yo a tus puertas
+—lo cual cabe y no cabe—
+a pedirte una torta de cazabe!
+Puesto que voy sin rumbo,
+cual un desorientado peregrino
+que va de tumbo en tumbo
+buscando en el camino
+cosas que a ti te importan un comino…
+Aquí estoy porque he venido,
+que es una razón que aplasta.
+HUMBOLDT
+¡Ah, mi querido padre!… ¡Qué bien estoy en esta…
+metrópolis, comiendo repollo y salchichón,
+sin moscas ni mosquitos en la sabrosa siesta,
+y sin que usted me pida que vaya a oírle un sermón!
+Repican las campanas del corazón… ¡Oh, fiesta!
+¡Y yo que quise un día —¿no es cierto, corazón?—
+ponerme en cuatro patas, quitándome la testa,
+para en un bosque virgen vivir como un gibón!
+Pero hoy aquí me arrulla la cítara de Orfeo,
+mientras me hablan las cosas que miro en un museo.
+—La cerveza la sirven en jarros de un galón.
+¡Y las mujeres, padre, son una maravilla!…
+Las unas con el pelo color de mantequilla,
+y las otras… oh, padre, no tengo absolución.
+Para Manuel Cervera,
+poeta y potentado barranquillero.
+Luis Carlos López ha recibido sus viáticos
+y arregla bártulos para Munich.
+LOS PERIÓDICOS
+Tuerto, ya tú lo ves; te han desterrado
+de Chambacú; —allá tú eras feliz—.
+Más de cuatro y a «sombra de tejado»
+devengan satisfechos en París…
+Si fueras todo un cónsul, bien podrías
+—fletes de coco, sábalo y maíz—
+informar mil y mil majaderías
+sobre nuestro intercambio con Munich.
+¿Tu carcajada a declinar empieza?
+¿Comes mucha «choucroute», bebes cerveza?
+¿Hablas, desventurado, el alemán?
+Diviértete en cualquier cervecería
+y dando al diablo la cancillería,
+tañe la flauta que te diera Pan…
+EVARISTO CARRILLO
París, 1922.
+Tuerto, ya tú lo ves;
+te han desterrado de Chambacú…
+¡Oh, no, no estoy en el exilio!… Un día
+me vine de mi tierra a esta nación,
+como hubiese podido ir a Turquía,
+lo mismo que a Sumatra o al Japón.
+Y aquí me encuentro… En la cervecería
+donde te escribo —¿quieres un sifón?—
+voy a informarle a la cancillería
+que aquí no hacen sardinas de cartón.
+Luego verás la enorme propaganda
+que haré del higo chumbo, en la demanda
+—debido a mí— que asume hoy el café,
+por lo que he sido tan felicitado,
+¡que en el jardín zoológico ha estrechado
+también mi diestra un viejo chimpancé!…
+Berlín, 1928.
+¿Qué dicen esos juncos flexibles, cimbradores,
+que oscilan y se besan con lánguidos temblores,
+cercanos a la orilla de un lago sin rumor?
+¿Y el astro de la tarde que entre la bruma, lejos,
+detrás de la colina, los últimos reflejos
+despide al ocultarse de ocaso en la región?
+Los blancos, bellos cisnes que salen de las frondas
+y luego por las aguas hendiendo van las ondas,
+tranquilos y arrogantes, ¿qué piensan, di, mujer?
+¿Y el inclinado y mustio ciprés allá en la tumba,
+y el vendaval que todo lo arranca y lo derrumba?
+Contesta… ¿Qué? ¿No sabes? Pues… ¡yo tampoco sé!
+Por ti, por tus amores
+la pierde el corazón… Si no he querido
+con tu delirio medieval y ardiente
+formar, temblando de pasión, el nido,
+¿por qué fijas en mí de tu mirada
+esa fosforescente,
+microscópica y verde llamarada?
+¡Oh, nunca te amaré! No le fascina
+a mi alma soñadora
+ni tu flexible suavidad felina
+ni tu enfermiza palidez de aurora.
+La hermosa prometida
+que ayer perdí por tu amoroso empeño,
+dibujó, sin quererlo entristecida,
+el idilio imposible de mi sueño
+sobre el oscuro lienzo de mi vida.
+Por eso adolorido
+mi corazón se queja,
+mi pobre corazón, pájaro herido
+que gime y canta en la broncínea reja.
+Y hoy, que aderezada
+vienes a mí con tembloroso anhelo,
+¿cómo quieres que brille una alborada
+si miro destrozada
+la comba de mi cielo?
+Aléjate… Anhelante
+yo quedaré en la orilla del sendero;
+y tú, como la errante
+golondrina que busca el tibio alero,
+cuando pases trinando acongojada
+por tu delirio ardiente,
+nunca fijes en mí de tu mirada
+esa fosforescente,
+microscópica y verde llamarada.
+Sí, ya sé que ha triunfado el egoísmo
+y que es en vano todo mi empeño,
+porque tú tienes otro dueño
+y yo ya no soy dueño de mí mismo;
+sin embargo, mi amor es fanatismo,
+no puedo olvidarte ni en sueño:
+tú eres el oleaje que arrastra el leño
+y yo, pobre leño, me voy al abismo.
+Yo sé que me adormiste
+con tus pupilas glaucas,
+como la sierpe al ave
+que anida entre las ramas,
+para alejarte y luego
+—después de inoculada
+mi sangre con el virus
+de tu lasciva savia—
+volver con los recuerdos
+a hipnotizar mi alma,
+así que me sacuda
+de tu pasión… ¡Qué lástima
+no recordar, hermosa,
+que el ave tiene alas!…
+A la región de los sueños,
+sin permiso de tus padres,
+haciendo yo de aeronauta
+quise contigo elevarme.
+El globo de las quimeras
+flotaba; pero ayer tarde
+nos agitó tu familia
+todas las capas del aire.
+¡Oh, qué ráfagas de injurias
+y remolinos de sangre!…
+—¡No me abandones!…
+—Al diablo
+vayan ustedes… y el lastre!
+Un temblor matinal.
+Los pescadores, como la ventisca
+hace preñar la lona, sueltan nudos…
+Y la ventisca pasa
+entre la telaraña del cordaje,
+y cuando pasa forma
+como una sinalefa
+de suspiros, de suspiros muy largos…
+La barca, dando tumbos,
+azoga la onda en el timón.
+Mis sueños y mis nostalgias, todas mis nostalgias
+siguen, entre la bruma,
+el perfil fugitivo de la vela
+que se despide, como un gran pañuelo,
+en la convalecencia de la noche.
+Mi madre es una madre buena. De pequeñuelo
+me compró un catecismo, y tomando el pulgar de mi
+mano derecha, ¡con qué místico celo
+me rayaba la frente con el Por la señal!
+Hoy que tengo veinte años cifra su anhelo
+en que oiga misa entera los días de guardar;
+que no lea malos libros que hacen perder el cielo,
+como los libros malos del apóstol Renán.
+He mamado la leche de mi raza: hoy no puedo,
+sin sentir un espasmo de fanático miedo,
+acostarme de noche sin ponerme a rezar.
+Y como soy muy triste, como soy muy huraño,
+me dan ganas a veces de meterme a ermitaño…
+¡pero temo que al bosque me siga mi mamá!
+Las maestrita del pueblo es un primor
+con sus ojos intensos, su flequillo
+rosado de travieso borriquillo
+y su boquita roja, su boquita en flor,
+que invita a libar el beso de amor;
+tierna manzana de rojizo brillo
+que a probar convida al pastor sencillo
+su exquisito y aromático sabor.
+¡Ah, maestrita linda! Yo quisiera,
+aun viejo y todo, sin mancar un día,
+ir a tu escuelita… no para aprender
+las viejas ciencias de la calcomanía
+sino la moderna sexopatía
+del gran Freud, que enseñas tú sin conocer.
+Íbamos en la tarde que caía
+alegremente sobre los caminos.
+Su belleza, algo exótica, ponía
+aspavientos en ojos campesinos.
+—Gozaremos el libro —me decía—
+de tus epigramáticos y finos
+versos. —En el crepúsculo moría
+un desfile de pájaros marinos…
+Y quién me iba a decir, Naturaleza,
+que barajas el goce y la tristeza,
+que al despertar azul de una mañana
+tú me dejases con el libro abierto
+mientras llamando a muerto
+doblaba tristemente una campana.
+Con tu traje color de chocolate
+y con tus cintas de color rapé,
+semejas el más bello disparate
+de la moda: tienes cutis de té.
+Y te adoro. Gustas del aguacate
+de Jamaica, estando en el Café
+bebiendo junto a mí, que soy tu vate,
+pequeños sorbos de champagne frappée.
+Francamente, como invertida ojera,
+surge bajo el candil tu cogotera,
+tu rara cogotera de carey
+que aprisiona tus crenchas de africana;
+mientras miro, mondando una manzana,
+tu boca gruesa, con mirar de buey.
+Te mando el rizo de tu blondo pelo,
+tus cartas, un listón y tu retrato,
+y el monograma de tu nombre ingrato
+que bordaste con seda en tu pañuelo.
+Lo quiere así tu corazón de hielo
+y yo tu helada voluntad acato:
+ya estoy libre del cura y del curato;
+Dios te lo pague por allá en el cielo.
+Me alegro y nada en mi favor arguyo;
+alégrate también, sin ironía:
+qué dicha: ¡me libraste de ser tuyo!
+Qué placer: ¡te libraste de ser mía!
+Qué dicha y qué placer: cada uno suyo.
+¡Hasta nunca, sobrina de tu tía!
+¡Qué locura tan grande
+buscar lo ignoto en la desierta orilla
+donde no se percibe ni un fragmento
+del continuo naufragio de la vida!
+Allí —como otros muchos— cuántas veces
+hundir quise la vista
+en el lejano espacio, y ni las sombras
+pudieron dilatarme las pupilas…
+Cavilar… ¿con qué objeto,
+si cuando uno medita
+mucho más se enmaraña ese dilema
+con oscuros sofismas?
+Y he venido a saber, pero muy tarde,
+que conviene mejor pasar los días
+durmiendo a pierna suelta,
+tendido cual sochantre, bocarriba…
+Riñón de la ciudad, roto avispero
+por donde cruza, frívola y austera,
+toda la población de enero a enero,
+con un ir y venir de lanzadera…
+Dulces, frutas y revistas… Semillero
+de mil cosas en una larga hilera
+de vitrinas… Y el busto amplio y severo
+de Uribe Uribe exorna una vidriera.
+Luego un millón de ofertas, limpiabotas,
+Sobrino Caro y su guitarra, notas
+típicas… y los últimos sucesos
+comentados en esa algarabía,
+como el premio que hoy da la Lotería
+de Bolívar: Mayor, $ 9.000.oo.
+Porque hay cosas pueriles, como rascarse la nariz,
+que se complican de una manera abstracta y ridícula. Y en verdad
+que esto acontece cuando hay ausencia de nariz.
+DEL LIBRO DE LAS VAINOLETAS
+Perfectamente
+serio luce un buey
+su gravedad teológica. No hay gente
+por la calle. Amarillo
+de mamey
+resulta el cielo. Y puestos a secar
+en una alegre tapia de ladrillo,
+flotan dos camisetas, un calzón
+de algún lobo de mar
+con un remiendo azul en el fondillo,
+y junto a enorme par
+de gruesos calcetines de algodón,
+cuelga la indiscreción
+de un calzoncillo.
+Con motivo de tu muerte,
+LÍNEAS.
+Señor, ten piedad de tu pueblo
+y sálvalo de la ruina.
+JEREMÍAS, CAPÍTULO V, VERSÍCULO VII
+Los mismos rudimentos de hace tres siglos… Nada
+de una protesta. Todo completamente igual:
+callejas, caserones de ventruda fachada
+y un sopor, un eterno sopor dominical.
+Población anodina, roñosa, intoxicada
+de incuria —aquella incuria del tiempo colonial—
+con su falsa nobleza de acéfalos, minada
+por el fraile y la hueca política venal.
+Pobre tierra, caduca tierra que tanto quiero,
+que hoy rumia mansamente su estolidez, venero
+de las intransigencias del medio parroquial,
+que aún vive —si es acaso vivir en la atonía
+de lo incurable— bajo la risueña ironía
+de un cielo azul, de un cielo siempre primaveral…
+A Leo Grau,
+dueño de «La Popular»
+y popular campeón de peso chico.
+Arteria principal en los anales
+de la ciudad arcaica y futurista,
+con todos esos bienes y esos males
+que nos legó la hispánica conquista.
+Desde los cuatro puntos cardinales
+llegan, y allí se cruzan, el turista,
+la toga, el balandrán, Pedro Urdimales,
+Venus, Baco, el hampón y el agiotista…
+¡Todo un vivo montón de carne y hueso
+que circula febril entre camiones
+y mil autos!… ¡Producto más que loco
+del divino progreso, ese progreso
+que les trajo a los indios cimarrones,
+con la espada y la cruz, el gonococo!…
+¡Sucia, sin empedrar, desnivelada,
+donde vive un genial pariente mío
+llamado Rigaíl!… ¡Y eso no es nada!
+Porque ahí tiene una tienda, todo un lío
+sin parangón: betún, carne salada,
+puntillas de París, obras de Pío
+Baroja y además, sobre una espada
+y una bacía, farolitos de Tokio…
+Mas esa callejuela inadvertida
+saldrá a la luz en los infolios historiales
+porque allí, por desgracia y un capricho
+de la fatalidad, ¡vino a la vida
+quien escribe estos versos inmortales
+para honra y prez de Portugal! He dicho.
+A Nick de Zubiría.
+Esta típica calle tan estrecha
+y estratégicamente jorobada
+fue todo un folletín: última brecha
+del chambergo, el embozo y la estocada…
+Furtiva calle, original, como hecha
+para don Juan Tenorio… Encrucijada
+que aún pide una farola cuya mecha
+crepite… ¡Ah, colonial farola ahumada!
+Pero ya para siempre le han hurtado
+sus románticas noches silenciosas
+con la electricidad, la gasolina
+y el cemento… Rincón modernizado
+donde hoy ninguno encuentra, entre otras cosas,
+los polvos de la madre Celestina.
+A Mustafá Kemal,
+muy afectuosamente.
+Locales y locales y locales
+de turcos y más turcos… ¿Quién diría
+que sin fez y con fines comerciales
+se nos volcase allí media Turquía
+para vender botones con ojales
+y ojales sin botones?… Y de día
+merendar, entre agujas y dedales,
+quibbe, pepino, rábano y sandía…
+Y en tanto, milenarias, indiscretas,
+las carretas aún violan esa faja
+que ha invadido Estambul y el sol abruma,
+pues no han muerto esas fósiles carretas,
+como aún viven, después de la tinaja
+y el lebrillo, el anafe y la totuma…
+En esa oscura calle que pudiera
+ser un primor entre diez mil primores
+no existe ni una flor, ni una siquiera.
+¡Y se llama la Calle de las Flores!
+Bizcos solares… Ni una triste acera
+de aquel jardín abierto a los amores
+clandestinos del barrio, allá en la era
+de los muy sapientísimos oidores…
+Marchito el ramillete y roto el vaso,
+las gallinas escarban en los restos
+de inconfesables cosas, entre olores
+que si no surgen de un vergel, acaso
+vengan de algún zambullo y de otros tiestos…
+¡Y aún se llama la Calle de las Flores!
+Al doctor Pedro María de Revollo y Rada,
+literato y académico apolítico.
+Es fatídicamente el ojo tuerto
+del arrabal; oscura y siempre oscura,
+después de haber tumbado a más de un muerto
+que quiso abandonar la sepultura…
+Como puede también ser un injerto
+del diablo esa antiquísima hendidura
+que pide hisopo y bendición… ¿No es cierto,
+dígame si no es cierto, señor cura?
+Ratas, moscas, vampiros, el detalle
+de un perro zungo, hollín, brujas astrosas…
+Y si eso y mucho más —hedor a establo
+y a cueva y a cubil— tiene esa calle,
+pues… indudablemente que esas cosas
+son cosas, sí, doctor, cosas del diablo…
+Duerme, tumbada al sol, sin un deseo,
+y fue alegre en la edad de las mantillas,
+del chambergo, del típico manteo
+y de los escarpines con hebillas.
+¡Oh, asilo, último asilo de Morfeo,
+rincón del comején y las polillas,
+que no admite jamás un aleteo
+porque todo anda allí como en puntillas!…
+Sólo de noche surge una docena
+de fantasmas que van a la novena
+y al sermón, cual exótico inventario
+de una absurda necrópolis en ruinas,
+para luego volver… y en una esquina
+ponerse a murmurar del vecindario.
+A Antonio Segovia y Lavalle.
+Llamada así porque hubo allí un convento
+de monjas… [El asunto es muy sabroso
+y muy de actualidad para un comento,
+si yo no fuese un ser tan religioso].
+Hoy el convento es hospital. ¡Portento
+de hospital, tan magnífico y famoso
+que allí quien busca alivio a un sufrimiento
+no halla ni un infeliz parche poroso!
+Mas en la calle vive una italiana
+de fúlgido mirar, senos altivos
+y una boca, es decir, todo un atraco
+a pleno sol y en plena luz urbana,
+¡pues da vida a los muertos y a los vivos
+los lleva al hospital!… ¡Corpo di Bacco!
+¡Pobre San Agustín del alma mía!…
+Le pusieron tu nombre, tu adorado
+y dulce nombre, a una profana vía…
+A una calle no exenta de pecado,
+donde vivió Bolívar… Y hoy en día
+da cupo a El Bodegón, a ese dechado
+de humorismo envuelto en la alegría
+piramidal del ron y el anisado…
+La gente que circula y encadena
+la prosa estomacal, rompe la calma
+de una calle que es una burla impía
+para tu sacro nombre y tu serena
+paz interior, ¡San Agustín del alma,
+noble San Agustín del alma mía!…
+¿Quién interpreta el alma de una esquina
+sospechosa, como esta de arrabal,
+con su pared garrapiñada en ruina
+y su bizco farol municipal?
+Nunca pierde su flema si la orina
+cualquier tipo, si escucha un madrigal
+y si contempla, en noche sabatina,
+trifulcas de navaja y de puñal…
+Sin embargo, quizás oculte un alma
+dentro del cal-y-canto de su calma…
+Y quizás esta esquina en su mudez,
+lejos de todo bípedo humano,
+lejos de nuestro plano, en otro plano
+sonríe de la humana estupidez…
+¡Pepito, Pepito, hay pelea!
+UNA CARTAGENERA
+¡Pobre y más que imposible vestido provinciano,
+de ajustada chaqueta, de angosto pantalón,
+que allá en mi villa fuiste tan elegante!… En vano
+serás aquí lo que eras, vestido comme il faut.
+Salimos de la tierra tranquila del banano,
+y en este manicomio revuelto de los trusts,
+¡quién sabe si algún taxi nos mande hacia el arcano
+sin un whisky y sin una pastilla chewing gum.
+Ciudad que vive en una perpetua pesadilla
+febril y alucinante, que angustia y maravilla,
+donde no canta un gallo, donde todo es un bluff.
+Que a mí me causa insomnio, que a ti te quita el sueño
+tornándote neurótico, lo mismo que a tu dueño,
+¡porque fue un disparate venirnos a New York!…
+Rascacielos, enormes rascacielos que al paso
+nos salen cual fantasmas de otro planeta… ¡Yo
+y tú, dos infelices oriundos del acaso,
+ciegos, mudos y sordos quedamos como Lot!
+Dime qué haremos, dime qué hacer en este caso…
+Mira tú si es idiota viajar en ascensor,
+no sabiendo nosotros, biznietos del atraso,
+ni jugar a ese juego científico del golf…
+¡Vámonos para el pueblo, para la oscura grieta
+sabrosa de mi pueblo, que a ti de la bragueta
+del susto, sí, del susto, se te cayó un botón!…
+Y es triste y no queremos entre estas zaragatas
+vivir cual dos imbéciles, morir como dos ratas,
+¡porque fue un disparate venirnos a New York!
+La banda inicia un vals… Del campanario
+descienden las palomas. Y aburrido
+me hundo y me pierdo en el montón gregario
+como un simple pronombre indefinido.
+Chicas que piden más de un comentario,
+cada una con su perro y su marido
+de quita y pon, más rubio que un canario,
+se burlan de las flechas de Cupido.
+Compro unas flores a una vieja. Algunos
+me abren paso. Y me digo: son los hunos
+disfrazados de amables filisteos,
+mientras sigo a una vieja endomingada
+cuya anémica faz, muy arrugada,
+finge un plato de sopa de fideos.
+¡Pobre casa de mis antepasados!
+Si pudiera comprarte, si pudiera
+restaurar tus balcones y tejados,
+y por el caracol de tu escalera
+subir a tus salones empolvados
+para en tu soledad, casona austera,
+revivir episodios olvidados
+teniendo en tu zaguán loro y portera…
+Pero tú, caserón en esqueleto,
+refugio de vampiros y lagartos,
+donde penetra el sol hecho una brasa,
+¡qué sabes de las cuitas de un biznieto,
+de un biznieto aburrido y sin dos cuartos
+que no puede comprarte, pobre casa!…
+Quien tenga oídos para oír, oiga.
+SAN LUCAS
+Cerca de mi ventana,
+fumando un cigarrillo, me siento. Una mañana
+sin sol. Un carromato
+que gime por un poco de sebo… Y el mal rato
+siguiente, que hoy me deja
+de buen humor: un fraile cruzó por la calleja,
+masticando homilías,
+y me dijo: —Que Dios te dé muy buenos días.
+No me deja
+salir el aguacero
+pertinaz. Y en la tísica calleja,
+debajo del alero,
+se queja un organillo. Dulcemente
+me arrulla con su queja
+mimosa el organillo plañidero,
+mientras yo mentalmente
+musito dormitando: no me deja
+salir el aguacero
+pertinaz. No me deja
+salir el aguacero.
+Se murió Mussolini, aquel perrito
+de la bella Margot de Zubiría,
+y toda la familia de Benito
+le rezó más de un Ave María.
+Lo enterraron debajo de un caimito,
+en la frescura de una noche umbría,
+con todo el rito, el imponente rito
+de nuestra inimitable clerecía.
+¿Por qué, Señor, por qué
+se muere un can hermoso
+y no se muere un tal Ernesto Posso?
+Cosas de Dios, que no comete un yerro,
+según dice en su epístola San Pablo,
+que le quita la vida a un pobre perro
+y le deja la vida a un pobre diablo.
+Aún está caliente el cadáver del doctor
+Enrique Olaya Herrera y ya se barajan muchos candidatos
+para ocupar el solio presidencial.
+GABRIEL TURBAY
+Con la muerte del doctor Enrique Olaya Herrera
+no vamos a pasar muy buenos ratos,
+ya que pronto vendrá una gazapera
+fenomenal de perros y de gatos.
+Y en la enorme trifulca venidera
+tendremos que correr como pazguatos,
+pues hasta nuestra humilde cocinera
+nos tirará a la crisma ollas y platos.
+Porque todos en esta tremolina,
+verbigracia, el tendero de la esquina
+y el tinterillo aquel de faz risible,
+querrán subir al solio entre pedradas,
+tiros, bayonetazos, puñaladas
+y mil ajos… «¡Oh gloria inmarcesible!».
+Ese hombre es un canalla.
+MI LAVANDERA
+Don Ernesto, hacendado y ganadero,
+y notable vecino del poblado,
+tiene su larga prole, su dinero
+y sus mil cabezas de ganado.
+Galanteador, jovial, casi soltero,
+incapaz de cualquier desaguisado
+este señor, tal vez por lo que infiero
+no está libre de culpa y de pecado.
+Mayor de los sesenta, don Ernesto
+se mantiene en sus trece y en su puesto,
+y ningún gallo en su corral le canta;
+que cuando ve a Chabela y a Dolores,
+como en el verso aquel de Julio Flórez,
+«ruge el mar y se encrespa y se agiganta».
+El señor presidente, en su desvelo,
+no se abruma de nada… No se abruma
+y, por lo mismo, ¿quién le toma el pelo
+si lleva por cabeza una totuma?
+¡Tal vez camine a un arrabal del cielo!
+Y con su erudición toda hecha espuma,
+para el cielo se irá con el capelo
+y con una apostólica paruma.
+Mucha paciencia y humildad, y muchas
+cosas que huelen a podridas truchas,
+para luego morir como un bendito…
+¡Mientras que los señores de sotana
+siguen jugando con la Marijuana:
+sube que baja, y tira el cor-de-li-to!
+La choza que se mira en el camino,
+medio inclinada en un corral, me apena
+y oprime el corazón… Es mi destino
+vivir en la ciudad, en la colmena
+de la ciudad, donde nos mata el vino
+y la vida social nos envenena…
+¡Y yo que pude ser un campesino
+de esos que se santiguan cuando truena!
+¡Y yo que pude ser lo que sería
+si me hubiesen mandado a una alquería
+y no a una escuela elemental! Cazurro
+de los bosques, ¡qué bien hubiera estado
+sin aprender ni el alfabeto, alado
+como el ave y paciente como el burro!
+Me dice usted: —Escríbame un soneto.
+Y para complacerla necesito
+salir como Argensola del aprieto…
+—Vamos, ya tengo un mal cuarteto escrito.
+Y haré de sopetón otro cuarteto,
+pues añorando el rostro tan bonito
+que luce usted, como quien salta un seto
+salto y… ¡me importa este cuarteto un pito!
+Parecerá difícil que pudiera,
+principiando un terceto a la ligera,
+finalizar el último terceto.
+Pero sólo al pensar en su mirada,
+noche oscura hecha flor, de una plumada
+le digo a usted: ¡aquí tiene el soneto!
+La Noche Buena se viene,
+la Noche Buena se va.
+LOS TRANSEÚNTES
+¡Noche Buena de Pascua, Noche Buena
+porque nació Jesús en un portal,
+junto a un asno y a un buey!… ¡Oh, noche amena
+también para las aves de corral!
+Pues hoy, en este pueblo, ¿quién no cena
+pavo y capón? ¡Oh, pueblo tropical,
+con su perfume rancio de alacena,
+su olor a incienso, a mitra y a misal!
+¡Oh, pueblo del tambor y la guitarra,
+del tiple y del viejo Pacho Parra,
+que apura ron de caña y de maíz
+porque, según San Juan, en esta noche
+de boliche y de cumbia, de auto y coche,
+nació Nuestro Señor! ¡Pueblo feliz!
+De una chica en Nueva York
+con furor me enamoré,
+y al declararle mi amor
+me contestó: —What you say?
+Viendo que no me entendía
+le dije: —¡Siento un volcán!
+Pero ella me contestó:
+—Mi no sabe, mi no sabe speak Spanish.
+Dudé, mas al punto quise
+jugar todo por el todo
+y tras un breve silencio
+volví a empezar de este modo:
+—¿Full you mi corazón?
+—Mi no sabe, mi no sabe…
+—¿You want se casar con yo?,
+añadí solemne y grave.
+Y ella contestó otra vez:
+—Mi no sabe, mi no sabe speak Spanish.
+Tras tanto hablar observé
+que era mi arte infructuoso,
+y entonces determiné
+hacerle a otra niña glosa.
+Yo partí triste y mohíno
+y ella me dijo: —Good bye!
+Me dices que muy pronto te irás… Y me ha fregado
+la tal noticia; como un sauce llorón
+me quedaré, sublime carlista embotellado,
+lejos de ti en la clásica ciudad de los hot-dogs.
+Te marchas, sí, te marchas y estoy tan desolado
+por esa tu partida que he roto el garrafón del
+wine… ¡Y ya al póker no haré nunca a tu lado
+ni un full, ni cuatro cartas, ni una escalera flor!
+Por eso ahora me tienes ceñudo y casi loco,
+mordiéndome el ombligo, llorando a baba y moco…
+Y cuando al fin te alejes feliz en un avión,
+quizás desde un micrófono diré con alma y vida
+lo que dijo aquel bardo romántico y suicida:
+—Adiós, paloma blanca; paloma blanca, adiós…
+Tú bien lo sabes;
+lloro y no puedo olvidarte.
+TALMUD JERUSALEMI BERACHOT, CAP. VI
+Tenemos mucho que contar:
+la cita
+primera junto al mar, en la casita
+que arrulla y besa rumoroso el mar…
+Noche de una infinita
+tribulación: llegar
+temiéndole a una perra, a una maldita
+perra… ¡Y la perra se ponía a ladrar!
+Aquel aviso en el balcón,
+aviso
+que decía: —«Se va hoy para Colón»…
+Y yo una vez: —¿Quién llama
+de improviso?
+Y tú: —¡Métete aquí, bajo la cama!
+A Camila Walters,
+cómplice de los Juegos Florales.
+¡Conque me van a coronar! ¿Se ha visto
+más burda y más imbécil tiradera
+que la de coronarme como a un Cristo
+que no ha de redimir ni a una portera?
+¡Si a lo menos me hubiesen dado el pisto
+de ser un vate absurdo!… Si me hubiera
+dedicado a vivir de lo imprevisto,
+portando alborotada cabellera,
+pipa y gozque lanudo, ¡qué sombrero
+de melodrama para mi persona,
+mejor que esa corona asaz divina
+que hubiese malvendido a un usurero
+para irme alegre y sin la tal corona
+con mi pipa y mi perro a una cantina!…
+Mas como soy un buen burgués y acaso
+no tenga un pelo de infeliz, recelo
+que irán, que sólo irán hacia el fracaso
+los que hoy me tratan de tomar el pelo…
+Pues no me obligarán ni con un vaso
+de anís de coco a remontarme al cielo
+tan desacreditado del Parnaso…
+Que suban otros con el raudo vuelo
+del águila caudal, que yo a la cama
+me voy con cierta beatitud ramplona
+que me ha dejado un buen café con leche,
+para soñar, tranquilo y en piyama,
+que me comí la celestial corona,
+mi olímpica corona, en escabeche…
+¡Me coronaron!… ¡Ay!, me han coronado
+con premeditación y alevosía
+por el pecado, el infeliz pecado
+de hilvanar unos versos… Con qué fría
+sangre de horchata, y lejos del murado
+cubil de mi ciudad, cuando dormía
+me cogieron lo mismo que a un venado,
+sin poderme encarar con la jauría…
+Para después, inútil como un zote,
+dejarme con mi fama de trovero
+condenado a no ser más que un lavaplatos,
+pues con una corona hasta el cogote,
+me dirán cual si fuese un zapatero
+remendón: —¡Zapatero… a tus zapatos!
+Temo mucho
+que coleccionen mis poemas,
+que me coronen
+en una velada teatral.
+JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
+Si a tu coronación, lírico hermano,
+pudiera —echando al cesto sinsabores—
+llevar el corazón en una mano
+y, en otra mano, flores, ¡muchas flores!
+Pero oirás mil discursos y no en vano
+te achucharán horteras y doctores
+mientras te aplaude el pueblo soberano…
+—Me río de los peces de colores.
+Porque a ese festival, ¡oh camarada,
+que siempre libre en tu prisión dorada
+serás el ruiseñor que trina y vuela!,
+no me puedo sumar, ni acudo a lista,
+pues ahora voy en busca de un dentista
+para ver si me sacan una muela.
+El viento cimarrón arremolina
+la basura
+del muelle. Vespertina
+claridad insegura
+de un cielo gris, un cielo
+como horchata
+de almendra. Acaso el vuelo
+de un pájaro en el mar, en la hojalata
+sucia del mar… Y apenas el asomo
+de un malecón en la hora mate,
+como
+hecho de chocolate.
+Aquella tarde, en la plaza del pueblo,
+un prestidigitador se tragó un sable. Después,
+ante la unánime admiración de los espectadores,
+se tragó otro sable. Y he aquí cómo el sentido común
+priva a expensas de los otros sentidos.
+DEL LIBRO DE LAS VAINOLETAS
+Mientras un asno asoma las orejas
+sobre un roto corral
+de tablas viejas,
+por la fangosa plaza principal
+cruza una procesión
+católica. Invernal
+crepúsculo salmón,
+como disuelto en agua de jabón.
+La murga, un palanquín, mucha campana,
+farolitos, incienso, provinciana
+candidez. Y un tripudo tonsurado
+que va viendo las tejas
+del invisible y celestial tejado,
+mientras un asno asoma las orejas.
+Se llevó mi apetito
+tu belleza que oculta el sayal.
+Necesito comer, necesito
+sentirme esquimal.
+Y olvidar tu sereno
+perfil esquilino, ¡olvidar
+masticando la foca y el reno
+y el oso polar!
+Porque tú, como un copo
+de nieve, clorótica Hermana de la Caridad,
+te figuras que tienes del topo
+la virginidad…
+Pues bien: tu hambre canina
+te ha puesto funeral, como el betún
+de mis botas. ¿Qué paria no asesina
+por una onza de atún?
+Pero el cuchillo de la guillotina
+poda y rebana el socialismo. Es un
+disparate salir de la rutina
+del sentido común.
+La vida, en la cucaña
+de la vida hay un modo
+de equilibrar la multitud: no hacer
+lo que con el insecto hace la araña,
+porque, después de todo, mejor es no comer…
+Juan el mendigo, ilustre compatriota,
+que lleva de un sendero a otro sendero
+su barba hirsuta y su mirar de idiota,
+no es un cero a la izquierda, un pobre cero.
+Fue músico ambulante en su remota
+juventud. Y actualmente, pordiosero
+vagabundo, tan sólo da una nota
+falsa si encuentra un rico gallinero…
+De la ciudad inútil fugitivo,
+sale como un mochuelo sin olivo,
+sin dejar de su paso ni una huella,
+para luego tornar con su tranquila
+botella de agua dulce en la mochila.
+[Y es ron blanco lo que hay en la botella].
+El hombre es digno de sus propias obras.
+BARONESA DE WILSON
+¡Qué situación la tuya!… ¡Qué situación la mía!…
+Los dos fuimos alumnos de griego y de latín,
+y desde aquellos años de olímpica alegría,
+tú no pasaste nunca de ser un adoquín.
+Mas hoy, por un prodigio quizás de hechicería,
+ya eres académico, tu casa es un jardín,
+y sabiamente preñas de duros tu alcancía
+mientras que tu cofrade no guarda ni un chelín…
+Después surgió el político. Yo apenas soy un cero.
+Viajas en automóvil. Y yo por mi sendero
+cabalgo en rocinante sin humos de chofer.
+Y yo, cuando te encuentro, con qué efusión te acojo
+—siempre andas por la calle más serio que un
+[cerrojo—
+con una de las cáusticas sonrisas de Voltaire…
+Ah, amore, come mi lasci!
+DANTE
+¡Cómo te han puesto, chico!… La voz resquebrajada
+de mollejón que tiene tu mística mujer,
+te suelta cada frase que pide una trompada…
+Y tú, siempre apacible, como en la noria el buey.
+¡Qué alegre camorrista!… ¡Pero hoy no vales nada!…
+¡Oh, inútil monigote pintado en la pared,
+recuerda que una noche de bronca inesperada,
+te vi matar a un yanqui por un simple Goddam!
+Yo te lo dije… Pero te dio la ventolera
+matrimonial, y claro: —¡No tengo cocinera!
+—te gritan. Y te gruñen: —¿Me compras un corsé?
+Y luego hasta te ordenan con áspero gorjeo
+no andar conmigo, «el hombre más malo y
+[más ateo»…
+¿Qué opinas?… Y tú siempre como en la noria el buey.
+Para ser un águila financiera
+basta saber las cuatro reglas
+y conjugar el verbo haber.
+MIRABEAU
+Don Juan Manuel trabaja catorce horas al día
+desde hace medio siglo. Don Juan Manuel, así
+que amanece, apostado tras su ferretería,
+le da un tiro a cualquiera por un maravedí.
+Y sin embargo, probo sujeto de cuantía,
+resulta un personaje municipal. —Aquí
+no es un arrocinado burgués sin biografía,
+quien sabe, entre serruchos, vender un berbiquí.
+Buena persona… Nunca, según dice, ha tenido
+que ver con la justicia, como el bandido Luis
+Felipe, un pobre diablo capaz de ser bandido
+pues antenoche, ayuno de pan y harto de anís,
+robose una custodia… —Don Juan Manuel, tundido
+por este sacrilegio, clamaba: —¡Qué país!
+Robusto como mástil de mesana,
+el cura de mi pueblo
+es un varón de pelo en pecho…
+que usa pantalones bajo la sotana.
+Se afeita antes de misa, por la mañana,
+todos los días, al saltar del lecho.
+Es presumido y gasta en su provecho
+la colecta de toda la semana.
+A sus criadas las trata con blandura.
+Y sólo tiene para su servicio una,
+muy limpia y diligente…
+madre de un chico parecido al cura.
+Pues oiga usted, don Carlos del Castillo:
+¿por qué anhela salir de su elemento?
+¿Es decir, del drilón, del olancillo,
+del arroz, del alambre y del cemento?
+Mire que está más tísico que un grillo
+y que es mejor, en sabroso esparcimiento,
+profetizar, en medio de un corrillo,
+que ha de subir el cambio al 1.000 %.
+Porque si usted, para hilvanar el rato,
+quiere buscarle los tres pies al gato
+detrás de una política sectaria,
+¡de su locura se reirán los godos,
+todos los turcos, sus colegas todos
+y hasta la Virgen de la Candelaria!
+En el cuarto centenario de Cali.
+¡Cómo no he de mandarte mi sincera
+salutación, ilustre guerrillero,
+si aquí abajo y allí en la estratosfera
+te abren calle, se quitan el sombrero
+y te aclaman el Cid de la frontera
+porque allí te batiste altivo y fiero
+llevando enarbolada una bandera
+y blandiendo un trabuco naranjero!…
+Me iré a Cali, la tierra del encanto,
+para escuchar tan sólo tus divinos
+sermones resonantes en las naves
+de aquella catedral… Y mientras tanto
+que yo pueda abrazar a tus sobrinos,
+¡salúdame a tu actual ama de llaves!…
+Don Tito de Zubiría
+le dice a una nurse bella
+que lo atiende todo el día
+con sin igual monería:
+—¡Y yo que orino en botella!…
+Viene la noche sombría
+sin asomo de una estrella
+y el joven de Zubiría
+siempre en su eterna porfía:
+¡Y yo que orino en botella!…
+Porque en una enfermería,
+y al lado de una doncella,
+cuán amarga es la ironía
+de este grito de agonía:
+—¡Y yo que orino en botella!…
+Mas la solución sería
+que en esa aguda querella
+le rompa la nurse un día
+esa vil botella impía
+y… ¡le preste otra botella!
+Canta, porque tu voz es un arrullo…
+MARCO FIDEL SUÁREZ
+¡Oh, este tipo anacrónico que tañe mandolina
+—si la noche es de luna— debajo del balcón
+de doña Genoveva, de doña Clementina,
+pide capa y chambergo, chafarote y mesón!…
+¡Qué le importa a este heroico fijodalgo en la espina
+—no habiendo diligencias— viajar en hidroavión,
+si aún vive intensamente la edad de la esclavina!…
+¡La edad del miriñaque!… ¡La edad del polizón!
+Vencedor de malsines, de líricos pigmeos,
+dando tajos y botes de lanza en mil torneos,
+mistifica el presente, simboliza el ayer…
+Trovador entre infieles, cruzando sin soldada,
+como si lo retasen en una encrucijada,
+siempre dice su gesto de fanfarrón: —¡A ver!
+A doña María de León y del Castillo,
+reina de los estudiantes.
+Sepa Su Majestad doña María
+de León y del Castillo que deseo
+tañer —melificando mi alegría—
+la guzla estudiantil en su torneo…
+¡Oh, si pudiera, audaz en mi osadía,
+llevar como un olímpico trofeo
+para divinizaros —reina mía—
+la melodiosa cítara de Orfeo!…
+O tornar a los tiempos de la incauta
+vida del sacro Pan, el de la flauta
+pastoril de los siete áticos trinos,
+para cantaros, soberana y diosa,
+mientras las ninfas en la paz umbrosa
+trenzan risueños bailes campesinos…
+El ave canta aunque la rama cruja.
+DÍAZ MIRÓN
+Este que veis, obrero
+del papel y de la pluma, denigrado
+por uno que otro ruiseñor de Arcadia,
+pone mefistofélicas sonrisas
+sobre las quisicosas parroquiales…
+¡Sueña y lucha!… Y tramonta
+—tal Horacio en su granja—
+la soledad. Y al potentado amigo
+no dobla la rodilla
+y mucho menos la cerviz astada,
+¡cual los bufones de Felipe IV!…
+Ama el paisaje brusco
+de los acantilados
+donde el viento solloza,
+como en una ocarina,
+canciones de Bizancio y Nicomedia…
+¡Y se bifurca de la trilla dócil
+para que pase —uncido a la carreta
+de la mediocridad— el cretinismo
+simbólico del buey, bajo la dulce
+y présbita mirada
+de un mirífico cielo volteriano!
+Y canta de la vida
+—tónica aguda en el concierto humano—
+sus múltiples facetas,
+desde el grito primero
+que da el recién nacido
+pidiendo la succión de los pezones,
+hasta el apocalíptico
+rugir del indomable Prometeo
+que impreca al buitre calvo,
+de ojos piedralipe,
+con palabras que fueron,
+según dijo Carón, ¡de Zaratustra!
+Y he aquí por qué sonríe
+—no con el belfo túmido
+de un cimarrón senegalés— de tantas
+cosas y quisicosas,
+mientras el mundo gira
+isocrónicamente,
+como un cero a la izquierda,
+en la insondable eternidad ignota…
+Para Daniel Lemaitre:
+pintor, músico y poeta.
+¡Oh, puerto, mar y cielo de una villa
+donde nació y murió, digno de loa,
+don Pepe, aquel don Pepe Mentirilla
+que amó en secreto a Petronita Ochoa!…
+¡Puerto estéril que ayer de orilla a orilla
+miró ambular la indígena canoa
+y que hoy fecunda la tajante quilla
+del barco altivo de potente proa!…
+Mar traidor, mar insomne y mar hermoso
+si no lo azota el huracán bilioso
+mientras lo mece la ilusión divina
+del cielo tropical, cielo embrujado,
+tan azul, impoluto y rubricado
+por una que otra alegre golondrina…
+A Daniel Lemaitre.
+La pena desigual de mi bolsillo,
+que no porta ni un céntimo, me fija
+la obsesión de llegar a ser un pillo
+si no quieres hacerte a la sortija
+que ahí te voy a mandar; es un anillo
+que finge una pequeña lagartija
+con dos ojos… ¡Verás que por el brillo
+de sus ojos no es una baratija!
+Porque tú, gran pintor, músico, aedo
+y un famoso industrial que no se hospeda
+sino en la magnitud de sus ingresos,
+bien me puedes mandar —pero no a trueque
+de la sortija— un apreciable cheque
+por una suma de unos cuantos $…
+Cirujano y político.
+Este buzo genial de la cuchilla
+con firme pulso, con segura mano,
+baja al arcano de la humilde arcilla
+para escrutar en ese eterno arcano.
+Baja y opera envuelto en su sencilla
+escafandra de dril. Y al ser humano
+lo lleva si zozobra hacia una orilla
+plena de sol… Pero a este cirujano
+de alta extracción y singular cultura,
+le obsesiona la enorme chifladura
+de actuar como político en la arena
+de la mediocridad y del disloque,
+siendo un sabio y no siendo un alcornoque
+para morir en otra Santa Elena.
+Pedagogo y taquígrafo.
+Fundó una escuela pueblerina, como
+quien piensa darse un tiro… Y el sujeto
+fue ascendiendo después con gran aplomo,
+llevando no se sabe qué amuleto,
+pues hoy rige un plantel de tomo y lomo,
+digno de todo aplauso y del respeto
+de don Juan Prada y Monseñor Perdomo…
+¡Que allí hasta un burro aprende el alfabeto!
+Pedagogo y taquígrafo eminente
+por su genialidad y la suprema
+distinción de su faz de perro dogo,
+aquí ha resuelto en su labor docente,
+con resultado práctico, el problema
+del hambre proverbial del pedagogo…
+Rey de El Bodegón.
+De olfato comercial agudo y fino,
+tipógrafo y masón… Y se asegura
+que su tatarabuelo fue un rabino…
+Hitler no pudo verlo ni en pintura.
+No sé por qué razón este ladino
+señor original de alta estatura,
+le tiene un odio formidable al vino
+y ante un sancocho pierde la cordura.
+Periodista, político, notario
+y, por último, ¡es rey!… Todo lo atrapa
+este incalificable martillero
+que se ha salido del montón gregario
+para llamarse, cuando llegue a Papa,
+¡Su ilustre Santidad Jacobo Primero!…
+Ganadero apolítico.
+En su famosa hacienda La Ciriaca
+dicen que da cual sin igual venero
+treinta litros de leche cada vaca,
+quítenle o no le quiten el ternero…
+¡Quién pudiera tumbarse en una hamaca
+y ponerse a soñar de enero a enero,
+sin sacar el revólver o la faca,
+como lo suele hacer este cordero
+que viene a la ciudad de sus mayores
+para vender aceite y gasolina,
+y con muy justa admiración sincera
+—y el aplauso de los conservadores—,
+levantarle una estatua, una divina
+y enorme estatua a Benjamín Herrera!…
+Poeta e industrial.
+Mi tocayo y colega es un sujeto
+muy singular: famoso musageta
+y a la vez comerciante… hizo un soneto
+y no perdió por eso la chaveta.
+Pues sigue trabajando sobrio y quieto
+y feliz en su fábrica discreta…
+¡A cada calcetín hace un cuarteto,
+y un madrigal a cada camiseta!…
+Siempre conserva, aunque lo parta un rayo,
+mi colega genial la sangre fría
+de la ecuanimidad… Y al fin de fines,
+¡cómo no he de adorar a mi tocayo
+si me leyó un rondel el otro día
+y hoy me regala un par de calcetines!
+Fabricante de calcetines y,
+desgraciadamente, eximio poeta.
+Tira los libros y huye de la literatura,
+legándoles a otros bardos, colega sin igual,
+«la sonrosada aurora», «la negra desventura»,
+«los ojos de azabache», «la boca de coral»…
+No hagas más lindos versos. ¡Deja esa chifladura!
+Fabrica calcetines, engorda tu caudal,
+pues hoy —y te lo dice tristísimo este cura—
+se pierde mucha plata zurciendo un madrigal.
+De niño, no previendo tu lírico calvario,
+¡cómo te asesinaron con el abecedario,
+sin ver, mi viejo amigo, pues no pudieron ver,
+que tú mejor hubieras querido ser un cero,
+para en lugar de un cráneo llevar altivo y fiero
+sobre tus hombros una cabeza de alfiler!…
+Jurisconsulto y &.
+Guerrillero carlista hubiera sido
+de haber venido al mundo en la alborada
+del cura Santacruz… De haber venido
+después, poco después de Torquemada…
+¡Quién podría dibujar a este querido
+jurisconsulto de la nueva hornada,
+con la pelambre hirsuta de un bandido
+parapetado en una barricada,
+si es bueno como el pan…! ¡Mas se murmura
+que toda su bondad sólo es un truco
+sutil, o lo que llaman «una bola»,
+para encubrir su inédita tonsura,
+porque guarda en su casa un buen trabuco
+y, bajo un San Isidro, una pistola!…
+Dentista y diputado.
+Diputado cordial, un diputado
+tan risueño y jovial que no se altera
+si al querer dar un beso inesperado
+le atiza un bofetón la lavandera.
+Dentista, profesor inusitado,
+político mundial, lumbre y lumbrera
+de Mompós y también de Petrogrado,
+con muy poco dinero en la cartera
+lleva su vida en este pueblo triste
+con suma sans façon… Pulcro y galante,
+siempre jovial, benévolo y sencillo…
+Pero es capaz, como quien hace un chiste,
+de arrancarle un colmillo a un elefante
+¡y a don Carmelo Gómez su colmillo!…
+El hombre del balneario.
+Tribuno parroquial de aquel partido
+conservador… Tribuno callejero
+que actuaba aquí y allá sobre un podrido
+tonel, desde un aljibe, en un alero…
+Mas como su partido está partido
+por el eje y ya estaba sin tetero,
+cambió su rumbo este orador florido…
+¡y hoy por esta razón es personero!…
+Y hoy por esta razón luciferina
+nos legará las luminosas huellas
+de su ingenio y también de sus zapatos,
+pues hará en una playa una piscina
+bajo el sol y la luna y las estrellas,
+¡para que allí se bañen cuatro gatos!
+Político y terrateniente.
+En el Renacimiento hubiera sido
+todo un señor abate… Un tonsurado
+de aquel fermoso tiempo fenecido,
+en el que un pecado nunca fue un pecado…
+Todo un señor abate bien pulido
+y donjuanescamente ensotanado,
+que ama el bon vin, departe con Cupido
+y en el tapete verde tira el dado…
+Para ocupar tan sólo una alcaldía
+y una gobernación, es un dislate
+garrafal del más típico exponente
+de aquella edad de la galantería,
+¡que nos cambió en político a un abate
+y a un noble abate en un terrateniente!…
+Músico y vate.
+No existe otro muchacho más sencillo
+y más alegre, alegremente inquieto,
+capaz de digerir hasta un ladrillo
+y de bailar ceñido a un esqueleto…
+Compone de un tirón un buen pasillo
+y una oda virginal… y en el aprieto
+de que puedan llevarle a un estanquillo,
+jura que sólo toma leche y peto…
+Músico y vate de genial presea,
+bien se puede pasar con él un rato
+sabroso de lirismo y sinfonía,
+si no llega a meterse la asamblea
+con el contrato, sí, ¡con el contrato
+mondo y lirondo de la lotería!…
+Natural de Hollywood.
+«Diminuto y locuaz» como el partido
+de Carlos E. Restrepo, bien pudiera
+ser el último gnomo aquí escondido,
+sin gorro puntiagudo y sin chivera…
+Minúsculo, simpático y garrido,
+plantó un cinematógrafo a la espera
+de hacer plata y quedarse mal ferido…
+En su enorme obsesión peliculera
+siempre anda por la calle a todo trapo…
+Y cuando va de prisa por la calle,
+con la intranquilidad de un delincuente
+y toda la inquietud de un guasarapo,
+da la impresión, según Jacob Delvalle,
+¡de una sílaba que huye de la gente!
+Nuestro Pantagruel.
+Toro cebú con alma de paloma
+torcaz, acaparó mucho dinero
+cuando Julián Patrón le dio un diploma
+de mercader y tragaldabas… Pero
+como en el mundo todo se desploma,
+ya hoy está sin un cobre y cual un cero
+solitario… La vida es mala broma
+sin el pecunio de don Juan Mainero.
+Trabaja en esa irónica «Oficina
+del Trabajo»… ¡Labora muy tranquilo
+y más que satisfecho, porque sabe
+que a la hora del yantar, su hora divina,
+deglutirá de postre más de un kilo
+de queso y veinte tortas de cazabe!
+Al director de Educación Pública.
+Bien sabemos nosotros, mi querido
+Luis A. Galofre, que la vida es buena
+para cualquier imbécil que ha tenido
+y aún tiene atiborrada su alacena…
+Pero quien lucha por un mal cocido,
+como este pobre diablo, se adocena
+y oye crecer, tumbado en el olvido,
+la yerba mala y no la yerbabuena…
+Por eso te pedí, como abogado
+que acoges toda causa inmaculada,
+que aumentes mi sueldo de portero,
+pues no ignoras que estoy casi quebrado
+y no tengo, ilustre camarada,
+¡con qué comprar ni un mísero braguero!…
+Padre conscripto, edil y policial.
+Fue un diputado que dejó bien puesto
+su nombre en el salón de la asamblea,
+pues cuando remendaba el presupuesto
+nunca sufrió de inútil verborrea
+ni se salió jamás fuera del tiesto…
+Y cuando concejal de alta ralea,
+como no fomentó ni un mal impuesto,
+tampoco se salió de la batea…
+De comandante de la Policía
+por las buenas costumbres del poblado
+luchó a brazo partido y no partido,
+con una más que indómita energía
+y un semblante tan fresco y sonrosado
+como las nalgas de un recién nacido…
+El querido maestro
+de una lengua muerta [q.e.p.d.].
+Viviendo en una noble
+ciudad senil y rancia,
+metido entre las cuatro
+paredes de una casa,
+cual otro pardo búho
+de muertas esperanzas,
+y entre librotes, gatos,
+colillas y otras vainas,
+tu vida, esa tu vida,
+no es más que una patraña.
+No siendo un académico
+de la historial comparsa,
+pues ni hablas de don Pedro
+de Heredia, el de la chata
+nariz, como aseguran
+esas polillas sabias
+que de la estratosfera
+se comen hasta el mapa,
+tu vida, esa tu vida,
+no es más que una patraña.
+¡Políticos sublimes,
+ruiseñores de Arcadia
+que trinan y gorjean
+para ir luego a las cámaras!…
+Mas porque tú no puedes,
+bibliógrafo del alma,
+gastar la verborrea
+de un Teófilo Panclasta,
+tu vida, esa tu vida,
+no es más que una patraña.
+¡Oh, profesor ilustre,
+cómo luchaste para
+galvanizar al muerto
+latín allá en el aula!…
+Y como eché a los buitres
+tu lengua no nitrada
+y opté por los sabrosos
+jamones de Westfalia,
+tu vida, esa tu vida,
+no es más que una patraña.
+Abstemio más que un loro,
+que un loro en una estaca,
+no más tomas la leche
+de la horaciana Granja
+Sabina, al son divino
+de pastoriles flautas…
+Por eso y porque Júpiter
+no fue hermano de Diana,
+tu vida, esa tu vida,
+no es más que una patraña.
+La luna guiña un ojo,
+porque tras de unas plantas
+mira unos pantalones
+y unas flotantes faldas
+que hacen sombras chinescas
+sobre la verde grama
+confidencial. Y porque
+te importa eso una guama,
+tu vida, esa tu vida,
+no es más que una patraña.
+Tal vez por esos barrios
+se asombran cuando pasas
+con esa tu figura
+de alcaraván con gafas…
+Y puesto que no saben
+que tú eres una arcaica
+superstición que pudo
+salir de alguna Ilíada,
+tu vida, esa tu vida,
+no es más que una patraña.
+Sigue tu ruta, sigue
+a lomo de gramática
+cazando aquí un gerundio
+y allá otras zarandajas,
+cual quien ultima pulgas
+con una estilográfica,
+mientras que yo te admiro
+porque en mi tierra ignara
+tu vida, esa tu vida,
+no es más que una patraña.
+Como usted ha querido que yo le escriba a usted,
+mire usted: estoy entre la espada y la pared.
+—¿Y qué quiere? Tan sólo le pido su perdón,
+pues siendo yo en mis cuitas tan topo y tan melón,
+no sé cómo decirle, luchando con mis cuitas,
+que usted es más bonita que todas las bonitas…
+¡Qué tristeza más grande, qué tristeza infinita
+de pensar muchas cosas!… ¡De pensar, de pensar!
+De pensar, por ejemplo, que hoy tal vez, Teresita
+Alcalá, tu recuerdo me recuerda otra edad…
+De ahí que se me frunza el entrecejo
+y más al recordar tus noches frías,
+noches de muy sabrosas cacerías,
+cuando yo asesiné más de un conejo…
+Que yo he cifrado en ti mi única dicha,
+porque me emborraché como una chicha
+no pensando en las cosas de este mundo.
+No tornes más con pitos y con flautas
+para que a mí me digan las incautas
+mujeres de mi barrio: —¡Vagabundo!
+A Julio Blanch, en su cumpleaños,
+con todo mi afecto.
+Querido Blanch: hoy tienes muchos años,
+y, sin embargo, alientas juventud,
+y por lo mismo, en nuestros desengaños,
+nos alegras con ron y con vermouth…
+Cortas telas de dril y cortas paños,
+y tu tijera —¡oh genio del albur!—
+para cualquier nativo y los extraños
+es muy buena y también es very good!
+Pues tienes obreritas muy bonitas
+—y muy bonitas son tus obreritas—
+que hoy celebran tu lírico natal.
+Y yo, que sólo aspiro en este día
+a pelarte en mi humilde barbería,
+sólo te digo: ¡Mi querido Blanch!…
+Pues bien: aquí me tienes
+como un fardo, en la aduana
+y en el ferrocarril de la Machina;
+gracias a los vaivenes
+de mi suerte tirana,
+falaz y viperina.
+Sudoroso y mohíno
+como un orangután cuando se entona,
+me perdí del camino;
+si en el atajo tú me das destino
+colocaré una pluma en tu corona.
+Ya me hizo la fortuna
+conocerte, en la propia arena fina
+donde partes el sol, ceñudo hermano,
+con un rayo de luna
+que se quiebra lujoso en la marina
+como se quiebra el verso entre tu mano.
+[El consonante en ene
+me tiene con dolor del intestino,
+como cuando uno tiene
+ganas de estornudar como un cochino
+en una conferencia sobre higiene].
+Por eso tú perdona
+que mi primera epístola termine
+como se rompe al comenzar el cine
+una cinta cansona;
+ya que a través de la montaña andina
+y del río Magdalena que la abona,
+vine a buscar en una papalina
+—como criollo Aladino—
+los polvos de la madre Celestina
+para frotar mi lámpara latona.
+Yo, mísero burgués de la Sabana,
+era un ánima en pena
+atormentada por la gente sana,
+y un día me dio la gana
+de venir sin pensarlo a Cartagena;
+por eso aquí me tienes
+como un fardo, en la aduana
+y en el ferrocarril de la Machina,
+gracias a los vaivenes
+de mi suerte tirana,
+falaz y viperina.
+JORGE MATEUS
+Pues oye: si has venido
+—según reza tu epístola— a la aduana
+de reconocedor, aquí me pongo,
+sin sentido común
+y sin cristiana
+pasividad de hongo,
+a tu disposición. Y te convido
+no sólo a merendar huevos de iguana,
+sino a un boccato arzobispal: ¡mondongo!
+[Como sé que te quiero
+y que te admiro
+—y excusa este paréntesis—, prefiero
+decirte la verdad: salvo dinero,
+podré darte, si vas a mi retiro,
+cualquier cosa: un sombrero,
+medio limón… ¡y hasta te doy un tiro!].
+Seré con mucho gusto
+tu cicerone. Iremos al Bonguito
+y al Concolón, aunque nos den un susto…
+Y si te importa un pito
+—que a mí me importa un bledo—
+lo que murmuran esas
+personas del montón, chúpate el dedo,
+¡que acaban de llegar unas francesas!…
+¡Oh, pueblo sin acíbar
+que ya conocerás, mi sobrio amigo,
+cuando vengas conmigo,
+como quien va a un barranco
+hecho un almíbar
+desde el Central Bolívar
+y el Polo Norte hasta el Playón del Blanco!
+Y ¡oh, tierra, tierra mía,
+con Catedral, Asilo y Obrapía,
+que nunca se irá a pique
+por más que guarde, como en alcancía,
+mosquitos y calor, pulgas y ratas!…
+Mas si no abren el Dique
+y petroliza el yanqui la bahía,
+¡ay, tendremos que andar en cuatro patas!
+Quédate en la Machina
+como un señor en su heredad… Y cuando
+tú aspires —ya Ospina se avecina—
+a meter un enorme contrabando,
+¡deja pasar a Pedro Nel Ospina!…
+Que sólo, mi querido
+y siempre ilustre bardo,
+me acongoja enterarme que has venido
+—según dice tu carta— como un fardo,
+para darme el dolor de una sonrisa,
+pues aquí encontrarás, nuevo Abelardo,
+—si hablas con La Motosa— ¡tu Eloísa!
+LUIS C. LÓPEZ
+A Luis Carlos López.
+Don Luis Carlos:
+Tu epístola traviesa
+me metió por el aro;
+y con gran desconfianza en mi pobreza
+intelectual, contesto tu reparo.
+Me ha hecho tragar saliva
+tu oferta de llevarme del Bonguito
+al Concolón, aun cuando sea en la chiva;
+y como ya soy hongo de esta riba
+y pasto de esta vega,
+me encaro y te propongo:
+—¡Acepto!, mas rociemos el mondongo
+con añejo del que hay en tu bodega.
+¿Me aconsejas que deje
+pasar a Pedro Nel? Tu noble gesto
+no lo echaré al olvido:
+soy reconocedor, yo te lo apuesto,
+pero él tiene destino «manifiesto»
+y está «reconocido».
+Tú, poeta mayor de la cosecha,
+debes virar de bordo
+hacia Ospina… ¡No pierdas la razón!
+Te propongo un negocio de hacer plata
+y sacarnos el gordo:
+démosle entre los dos gran serenata,
+y mientras tú le entonas una endecha,
+yo tocaré el violón.
+¿Has sido diputado,
+corregidor, burgomaestre o cura
+en tu rincón amado?
+Pues… o te sobra práctica cordura
+o te huele mal un consulado.
+Esta vida porteña
+puede volver a un sabanero loco
+por su desenfadada y su risueña
+originalidad,
+comiendo arroz con coco,
+cazabe, camarón,
+yendo al «Central», al «Polo» y al «Playón».
+Mas no es ese el aspecto que yo admiro
+en tu tierra del alma:
+es esta grave calma,
+este retiro,
+este olor a papiro
+colonial,
+este ondular de ribereña palma,
+este… ¿qué? ¡Vaya! ¡Estoy sentimental!
+[Si he de seguir así, pégame un tiro].
+No pienses que el atraso
+invada tus heroicos murallones
+que atajaron el paso
+del bucanero blondo y sus legiones,
+ni que vuelvan antiguas carabelas
+a traer el aceite en botijuelas.
+Deja que nos arrime
+el yanqui la canoa,
+y verás que ha de ser cosa sublime
+ir en ferrocarril hasta Mocoa,
+en bicicleta a Pasto,
+a Bogotá en patines
+y a Nueva York en unos zepelines
+que comprarán tal vez Archila o Roa.
+Mientras tanto yo creo
+—camarada armonioso—
+que seguirá en petacas el correo
+para entregarnos a la paz sumisa
+de un virtuoso país con olla y misa.
+Y por lo que hace a mí, risueño bardo,
+ya que como Abelardo
+me aconsejaste lírica Eloísa,
+yo a ti, nuevo Romeo,
+ilustre Musageta,
+te aconsejo a la Avispa… ¡Por Julieta!
+JORGE MATEUS
+A Jorge Mateus.
+Sublime y caro amigo:
+Te contesto
+tu epístola admirable,
+que no he tirado al cesto
+de los papeles, sino
+que mandaré por cable
+a la notable
+tierra del tocino
+y de los buildings de cuarenta pisos,
+para ser publicada,
+¡ay, entre los avisos
+de la «Emulsión de Scott» y «No es por nada»!…
+¿Te ha hecho tragar saliva
+pensar en el Bonguito? ¡Ah, pobre hidalgo
+que vas a la deriva,
+sin rocín y sin galgo
+y sin chambergo!…
+¡Cómo te has vuelto loco
+y más que loco en Cartagena!… Ergo,
+¡ya debiste comer arroz con coco!…
+¡Que son más que locuras
+de tu alimentación cartagenera
+tratar de indisponerme con los curas
+—que es una tiradera—
+y con la sociedad, con esa gente
+tan infantil y austera
+que muere mansamente,
+si no de tosferina, de paperas!
+Pues dices que he pensado
+—¡y no he pensado nada!—
+que está muy atrasado
+este rincón amado
+de mi heroica ciudad amurallada
+donde el sol nos abruma,
+nos ajuma
+y nos hace tumbar en una estera,
+¡como si aquí cualquiera
+no supiera
+bañarse con totuma!…
+No he sido diputado,
+según inquieres. Y no he sido cura,
+¡ay, por mi desventura!
+Por eso estoy fregado.
+Pues con un balandrán y la tonsura,
+ríete a carcajadas
+si te dan en un rapto de locura
+toneladas de radium, ¡toneladas!
+Y me dices también, por otra parte,
+que hay que virar de bordo… A la Machina,
+con música, estandarte
+y un cartucho de nitroglicerina
+me llevarás a recibir a Marte,
+quiero decir, a Pedro Nel Ospina.
+Y si allí, entusiasmado
+como el oso Martín con el pandero,
+no me da Su Excelencia un consulado
+y a ti te pone en calidad de cero,
+por más que a ese señor lo quieran mucho
+Martínez y Román, Gómez Recuero
+y «Sincerín», ¡le tiras el cartucho!…
+Y en cuanto a la canoa,
+¡pues que la arrime el yanqui, que la arrime!…
+Porque será sublime
+no sólo ir a Mocoa,
+sino a Sing Sing…
+Y como, ilustre amigo,
+me siento iluminado
+cual un faquir a sombra de tejado,
+que se mira el ombligo
+y no le teme
+ni a Herrera y Buda y Pedro Nel, te digo
+¡que nos iremos todos a la M!…
+LUIS CARLOS LÓPEZ
+Poeta incomparable
+que aquí tienes tu Olimpo
+y tu «claque» [es francesa la palabra]:
+permíteme que abra
+esta carta tercera
+—que no guarda ninguna tiradera—
+reconociendo tu inconmensurable
+originalidad luciferina,
+como un barril de nitroglicerina.
+Estamos dando escándalo… ¿no sabes?
+Ayer me dijo alguno
+que ya era inoportuno
+aventurar polémicas tan graves;
+que era una irreverencia
+de parte mía esta correspondencia
+mal rimada
+y por ende muy mal interpretada.
+Pero… ¿qué voy a hacer? Seguir en ello
+con mi rabel palurdo,
+porque me honra esta lid y no me aterra
+que algún poeta zurdo
+—o algún corresponsal de soga al cuello—
+adultere el espíritu que encierra…
+[¡Mecachis!, como dicen en mi tierra].
+Y por lo que hace a ti, bardo sonoro
+que luces en el oro
+de tu verso la ley del metal puro,
+declaro sin desdoro,
+muerdo un terrón y juro
+que te cedo las palmas, de seguro.
+Observas en tu epístola,
+con tono que me abruma,
+que aquí, a orillas del monstruo milenario,
+como no hay un balneario
+tenemos que bañarnos con totuma;
+y no has visto quizás que en esta vía
+abierta al océano
+por donde voy a veces en el día
+a trabajar, una tablilla impía
+le «prohíbe bañarse»… ¡al colombiano!
+¿Que así somos? ¡Verdá!
+Regalamos las tierras y el derecho,
+hombres de pelo en pecho
+que nos las damos de heroicos por allá;
+doctores eminentes,
+valientes
+pachequillos mariscales,
+varones
+que no saben usar los pantalones,
+líricos impotentes,
+políticos mediocres y rurales,
+indigestos de crudos ideales,
+a pesar de tener largos los dientes
+y las uñas bestiales…
+¡Pobre generación adolorida
+que va, cual perro sin ración ni dueño,
+entre los cacicazgos de la vida
+municipal, pidiendo en su caída
+la mísera limosna de un ensueño!…
+Mas estoy divagando como un loco
+—cosas de la cerveza—,
+pues yo, como tampoco
+hago vida social, ni me interesa,
+hoy para indisponerte con los curas
+tendría que conocer tus mataduras;
+pero como sí soy algo más viejo
+y más feo que tú, ¡claro lo digo!,
+quiero darte un consejo
+mientras sigues rascándote el ombligo
+como un faquir: no hablemos de política,
+porque mi nave teme
+quedar varada en situación bien crítica…
+y soy tu amigo que te B. la M.,
+JORGE MATEUS
+No te mando a la «Jara»
+—y es árabe el vocablo— porque admiro
+no tu cara, esa cara
+de sastre o sacristán que pide un tiro,
+sino tu inspiración y tu preclara
+misiva original…
+Oh, gallo giro
+que al cantar como un pollo en la gallera
+que no es de Juan Andrés, alzas el vuelo
+para darme —a la sombra de la higuera—
+lo que llaman aquí «Golpe de Cielo»…
+¡Pues cuidado con una morcillera!…
+Y si damos escándalo, ¡qué importa!
+La vida es harto corta,
+y sin amor y sin versos, ¡qué infinita
+sería la tristeza
+de mi solar obtuso,
+yendo tan sólo a casa de Pepita,
+donde hay ron y fonógrafo y cerveza
+y entre cerveza y ron canta Caruso!…
+Sigue, si lo deseas,
+tocando tu rabel tan oportuno,
+pleno de melopeas,
+pues tengo un hijo que se llama Bruno
+a quien le gustarán —si no es un tuno—
+tus semifusas y semicorcheas…
+¡Pobre generación, como dices,
+que pide la limosna de un ensueño,
+bizcos los ojos, rojas las narices
+y ají picante en el ceño,
+mientras que los cristianos y los moros
+van al circo de toros
+para ver al amigo «Alcalareño»!…
+Que así somos, sublime Don Quijote,
+y así seremos: tipos de comedia,
+con birrete, sotana, chafarote,
+mandil y mostrador…
+¡Oh, gran Heredia!,
+que fundaste este típico poblacho
+para que en una esquina
+grite siempre el borracho
+del Bulevar Picón: —¡¡Que viva Ospina!!…
+Y hay que ponerles punto
+final a estas misivas. Es preciso,
+para que no intervenga en nuestro asunto
+trascendental el comandante Enciso…
+Pues estamos en esta ciudadela
+—¿verdad, amigo
+Márquez Orejuela?—
+tras de una excomunión: ¡yo te lo digo!
+Y ya sabes: salúdame a tu abuela,
+toca rabel, dulzaina,
+contémplate el ombligo
+y dime ¡abur!… ¡Que lo demás es vaina!…
+LUIS CARLOS LÓPEZ
+A Luis Carlos López.
+Luis Carlos, gran hermano
+en Zaratustra y Sancho y Perogrullo,
+que fuiste para mí como un lozano
+vergel en el barullo
+de esta tierra del hosco calentano:
+¡Adiós!
+Me voy muy triste
+de tu suelo natal.
+Voy malferido,
+como ya bien lo viste,
+y con el esternón reblandecido;
+no me «hizo» el clima, ¿sabes?;
+me cogió el paludismo y el zancudo
+me oxidó hasta el alma;
+y porque siento ya síntomas graves,
+dolores en el hígado, estornudo
+y ganas de dormir…
+Me voy, regreso
+como el lobo de Asís a la montaña
+donde hay flores y fuentes, frutas y aves,
+por eso… sí, por eso…
+[La culpa fue del tiempo y no de España].
+Te dejo tu ciudad encantadora
+y te la dejo intacta.
+Este museo
+glorioso y grave donde el alma llora
+pensando en un pasado que atesora
+lo que falta al presente y al deseo…
+Te dejo tu muralla
+inaccesible asaz, pero inservible
+asaz, do enmudeció con la metralla
+el estruendo de la época terrible
+en que nos codiciaba la canalla
+del mar.
+Dejo tus suaves merenderos,
+y tus intelectuales bodegones,
+donde alternan burgueses y pecheros
+con plebeyos y nobles infanzones.
+Te dejo a Petrus, a Román, a Bossa,
+a Siempre y a Escallón, y a La Motosa,
+a Jacobito, a Méndez y a Valencia;
+y te dejo el orgullo bien fundado
+de que fue en tu terruño —hoy yanquizado—
+donde se «remachó» la Independencia…
+Te dejo a Luisa y a Raquel y a Juana
+y a la negra Padrón y a la Babiana,
+que un sancocho que te den [vulgo, puchero];
+te dejo hipotecada la Machina
+en poder del vecino de la esquina,
+¡y te dejo la tumba del Cabrero!
+Te dejo todo, ya lo ves; no llevo
+ni un caracol heroico en la maleta;
+que hasta te dejo al libanés, poeta
+simpático y enorme, a quien me atrevo
+a refrendar sus títulos de esteta.
+Oye: cuídale mucho la violeta
+y no permitas que le pongan sebo…
+¡Adiós, viejo querido!
+Pedazo de alcornoque, gran hermano,
+saleroso pontífice aburrido
+entre la incomprensión.
+¡Adiós!
+Me embarco
+con rumbo a la región de lo imprevisto,
+y echando un ajo digo como Marco
+o como el gran artífice de «Anarko»
+esta sola palabra:
+¡Jesucristo!
+JORGE MATEUS
+A Jorge Mateus, de Chiquinquirá.
+Te vas, lírico hermano,
+porque una golondrina
+—según dijo Tic-Tac— no hace verano
+en Sincerín, ni en Tunja ni en Zambrano
+y mucho menos, ¡ay!, en la Machina…
+¡Adiós!…
+Aquí me dejas
+como me viste ayer: indiferente
+por estos callejones y callejas,
+teniendo solamente
+—no para ti— para los monos sabios
+lo que indicó el caudillo:
+la sonrisa en los labios
+y la pistola Colt en el bolsillo.
+Mas quieres, y te abono el desenfado,
+venir con la patraña
+de que tornas maltrecho a la montaña,
+casi despanzurrado
+como el lobo de Asís…
+Y eso, mi amado
+colega, no es verdad: a Barranquilla
+te manda facturado
+como un enorme genio
+—no sé si en hidroavión, si en carretilla—
+don Félix Salazar, el del Quinquenio…
+Y ahora escucha un paréntesis: ¡cuidado
+como te da hidrofobia
+bajo aquel sol canicular que agobia,
+aun viviendo en El Prado!
+Porque ya me imagino
+la sed de beduino
+cuando llegues a Ganga…
+En esos lares,
+do el simoun es un céfiro, no hay vino
+dizque en la Renta de Licores, sino
+ron y ron… ¡El ron blanco de Insignares!
+Me quedo con mi heroica ciudadela,
+que me has dejado intacta
+y, más que todo, exacta
+como en los tiempos de la botijuela.
+Y me quedo también en esta orilla
+de Antonio S. Guerra y su cuadrilla,
+con Monsalve, el genial Vicente Villa
+y los gorgojos del doctor Pestico.
+¡Pues me dejas mil cosas, alma mía!…
+¡Si me lo dejas todo!… Hasta la cuenta
+de la lavandería
+que le debes al chino Julio Chuenta,
+quien clamó esta mañana,
+sin toparte ni en una antología:
+—Y… «ayer no más decía
+el verso azul y la canción profana».
+¡Y adiós!
+Que gastes poco
+si te pasan la nómina y si acaso
+piensas —cráneo de coco—
+que hay que vaciar un vaso y otro vaso,
+aunque gimas después a baba y moco.
+Que tú, querido y noble compañero,
+puedes salir del bache
+de la inutilidad y hacer dinero
+si hablas con Julio H.
+y le vendes… ¡la tumba del Cabrero!
+LUIS CARLOS LÓPEZ
+A Luis Carlos López, Cartagena.
+Estuviste de mucho centenario
+y de muchos y públicos festejos
+en la ciudad de nombre legendario
+que «quieres más que a tus zapatos viejos».
+Y a Olaya Herrera, el gran protocolario,
+lo miraste —supongo— muy de lejos,
+toda vez que un poeta solitario
+no es pájaro de juntas ni concejos.
+Y si en concursos de belleza y gracia
+viste líneas de fina aristocracia
+en lindos cuerpos de armonioso talle,
+hacia tu fe de artista me desplomo
+para rogarte que me digas cómo
+te pareció la Señorita Valle.
+CARLOS VILLAFAÑE
+En respuesta a Villafañe, quien me pregunta
+si he visto a Olaya Herrera y qué tal me
+ha parecido la Señorita Valle.
+Ya pasó por fortuna el centenario
+de mi heroica ciudad, la de los viejos
+muros inaccesibles al corsario
+que hoy dan asilo a ratas y cangrejos.
+Con su oblicuo mirar de ojos de ario
+vi a Olaya Herrera en múltiples festejos,
+siempre a las seis y diez ante un horario
+y ante un montón de Albertos Pumarejos.
+Y vi también en típicos concursos
+de belleza y de gracia, entre discursos
+tropicales que nunca tomo en cuenta,
+a la muy grácil Señorita Valle,
+que aquí nos embrujó con el detalle
+divino de sus pies de cenicienta…
+Cartagena de Indias, en estado de sitio,
abril 9 de 1934.
+Para Eduardo Santos.
+Querido Santos: recibí tu epístola.
+Y usted es un guasón
+pidiéndome unos versos y unas crónicas…
+[¿Le digo, entre paréntesis,
+quién descubrió la América?… ¡Platón!].
+Pues sabe usted muy bien, doctor satírico,
+sarcástico doctor,
+que aquí —para contarlo en su periódico—
+nada sucede… —¡Oh témpora
+de aquel match de Irisarri y Monseñor!…
+Y es que aquí hay mil cosas: inalámbrico
+—verdad, esto es verdad—,
+biblioteca, los bustos de unos mártires,
+sábalo frito y sábalo
+con bollo… ¡Si esta es toda una ciudad!…
+¡La ciudad más heroica del Atlántico!
+Sí, señor; así es,
+porque Armando Solano por telégrafo
+se lo dijo a Aristóbulo,
+By God, is that a lie? —¡en puro inglés!…
+Lo cual nos puso alegres, pirotécnicos,
+dulces como la miel,
+sin sospechar los sueños macarrónicos,
+místicos, kilométricos,
+de un S. J. en flor: ¡Marco Fidel!
+Por eso… y porque estoy un poco tísico
+—¿le doy brandy al pulmón?—,
+no he podido, aunque tengo un dactilógrafo,
+pergeñarle unos sáficos,
+¡oh, Peñuela!, al Sagrado Corazón.
+Y con ellos, allá, en la cuarta página
+—«¡y que me absuelva Dios!»[1]—,
+exornar los anuncios farmacéuticos
+de los Bacilos Búlgaros
+y las famosas Píldoras de Ross.
+Mientras que Pedro Nel —qué burocrático:
+¿no agoniza de spleen?—
+pudiera estar —aparte de sus hípicas
+jugadas estrambóticas—
+«qué felice» viniendo a Sincerín…[2]
+¿Mas estoy —pues me siento mecanógrafo
+delante la Underwood—
+dándole coba a usted, joven simpático?
+Pues dejaré la máquina,
+y hasta mi carta próxima: ¡salud!
+Que aquí me tiene usted hecho una &.
+Y usted dirá: —¿Por qué?
+—Pues porque el Benjamín de la política,
+¡oh, Hernán Cortés flamígero!,
+nos quemó la chalupa en Ibagué…
+Doctor Santos: no encuentro ni un tópico
+para hacer —¡qué caramba!— una crónica
+o una encíclica… Amigo: ¡una encíclica!
+Deme datos y empuño la péñola
+de Irisarri: este es un antropófago
+—según dicen— si encuentra un presbítero.
+Y… ¡eche datos! ¿Qué hará Enrique Arrázola?
+¿Vive Alfonso Robledo, académico
+y —aunque aquí bebió whisky— antialcohólico?
+¿Qué hace Casas? ¿Sonetos seráficos?
+¿No han premiado a este místico prójimo
+con la Cruz de Isabel la Católica?
+¿Y don Félix Quinquenio urde empréstitos?
+¿Y el Gerente del Banco echa cédulas?
+¡Ah, tierruca feliz, voto al chápiro!
+Que aquí ayer estuvimos patrióticos
+con el 20 de Julio. El Ejército
+—y va escrito con una E mayúscula
+por aquello del casco germánico—
+¡hizo algunas descargas homéricas
+y espantó —según consta— a un solípedo!
+Después vino la Iglesia: sus pláticas
+de familia, del todo evangélicas,
+¿qué han costado al Tesoro? ¡Unos céntimos!
+«¿No es verdad que estas cosas son épicas?»[3].
+Si las mira cualquier disentérico
+le da un cólico, sí, ¡le da un cólico!
+Y… ¡hasta luego! Salúdeme a Céspedes,
+y si encuentra, doctor, a una sílfide,
+de mi parte, doctor, dele un ósculo…
+Que aquí estamos tal cual: petrolíferos
+y —admirables horteras yancófilas—
+lo demás es & &.
+Doctor: estos munícipes más sabios que Aristóteles
+—si aquel no es un galápago, el otro es un atún—,
+al ver ceñuda y lóbrega mi población levítica
+dijeron estas célebres palabras: ¡Luz, más luz!…
+Y—¡oh, fuga de murciélagos!— surgió una planta
+ [eléctrica…
+Y en esta gris metrópoli, ayer como el betún,
+gritan miopes y présbites: —¡Adiós, malditos ópticos!
+¡Adiós, cuevas y túneles! ¡Old Edison, salud!
+Que aquí —con este escándalo de luz— gira el
+[fonógrafo
+y hasta los paralíticos, sin ir al sur del África,
+con nuestras mozas de ébano bailan en Chambacú[4].
+Pues hasta yo —el misántropo de ayer— perdí la
+[brújula,
+y hoy ha tenido el médico que darme «sal hepática».
+¿Qué quiere usted?… La música, las chicas, el
+[vermouth…
+Mi querido colega: en este clásico
+6 de agosto, es atroz
+no poder —en un tren a mil kilómetros
+por hora— ir a Mompós…
+No ir a Mompós: a la tierra del calígrafo,
+del alfarero y los
+flautistas de Bizancio. ¿No es estúpido,
+Manuel Dávila Flor?
+¡Es una estupidez antipatriótica
+y por lo mismo, ecuánime
+no me siento, doctor!…
+Que usted ignora —¡oh, sí, joven incrédulo!—
+lo que allí vale el presbítero
+Revollo, vive Dios…
+Me dice usted, amigo, por telégrafo,
+que me critica Liévano
+—¿qué me criticará?—
+y que el gran «Qué Felice», ese coleóptero
+que vuela más que un águila,
+catorce endecasílabos
+me soltó a quemarropa. Pero, ¡ca!…
+Si eso no me disgusta: estoy benévolo
+y alegre como un sábado,
+porque don Pedro Nel
+me mandará, doctor, de diplomático
+a ese Madrid de mi ánima,
+con la misión patriótica
+de ir a los toros de Carabanchel…
+¿Y lo duda? Pues mire: el de «La Crónica»,
+que ha tiempo es un mal crónico,
+va al Tiro de Pichón
+y con Alfonso XIII fue a la Rábida…[5]
+Y aún más, y es lo suigéneris:
+¿no ha estado ese reumático
+de Guzmán… de Alfarache en el Japón?
+¿Por qué dudar, entonces? Si este clérigo
+—que por ahorcar el hábito
+jamás pondrá en berlina a esta república
+católica, apostólica,
+romana y fregadísima…
+—N’est pus vrai, Mlle. Gabrielle Robinne ?
+Pero me voy saliendo, alma de cántaro,
+de la totuma indígena
+del jefe liberal
+sin concretarme al caso… hidropirético
+de Revollito y Liévano,
+y sin —y esto es amnésica—
+decirle a usted: —¿Murió don Pedro Gual?
+Porque me siento agora tan estúpido
+que anhelo liar los bártulos
+para tomar allí brandy legítimo…
+Mas ¡ay!, no tengo crédito
+ni para media cántara,
+¡y allá no está mi amigo Carlosé!…
+¡Que allá no está mi amigo! En una fábrica
+—¡cuídalo mucho, cuídalo,
+Benjamín Escobar!—
+bosteza señalando por el índice
+y diciéndole a la fámula
+que le sirve, solícita,
+platos de mazamorra: «¡Aré en el mar!»…
+Por eso, ínclito Eduardo, en otra epístola
+—pues hoy tengo el encéfalo
+más hueco que un balay—
+les voy a dar un susto a esos mamíferos
+de a medio real la décima…
+Y mientras tanto, ¡chóquela!
+y —oiga usted, Aristóbulo— good bye!…
+No escribas más esdrújulos.
+La cosa ya no resulta, no.
+No quiere Jorge V más esdrújulos
+y habrá que complacerlo, sí, doctor,
+porque si llega aquí —¡qué miedo pánico!—
+me llevará en un taxi al Playón…
+Y luego, mire usted… No soy un bárbaro
+de Calamar, me adora Monseñor,
+y eso de irse al Playón cual un dipsómano
+dizque hace daño al hígado y al riñón…
+Que anhelo no salir de lo isocrónico,
+por más que no me otorgue —con sus glándulas—
+la juventud de Fausto Voronoff…
+Pues sólo aspiro a estar—¡oh, San Crisóstomo!—
+leyendo bajo místicos crepúsculos
+la «Hojita Popular» de Agua de Dios…
+[1] Penúltimas palabras del general Rafael Reyes, según cuenta el verídico coronel Quijano Mantilla (Nota del autor).
+[2] Célebre frase que ha inmortalizado a nuestro querido primo Enrique Revollo de Castillo y Rada, inspirado poeta. Doctor Santos: haga constar el incidente (Nota del autor).
+[3] Este verso prosaico es de Aristóteles y no del general Ospina, como dicen que asegura por ahí, para reír en la tarde, el doctor Ernesto Macías Escobar, eximio alienista. Hay que poner los puntos sobre las íes griegas (Nota del autor).
+[4] Chambacú es un barrio típico de Cartagena de Indias y de negros cimarrones en donde piensan levantarle una estatua a don Luciano Pulgar el próximo 2 de noviembre, día de difuntos. Don Luciano bien podría ir a horcadas en el simbólico «buey» de los antioqueños. Naturalmente, esta noticia es de pronóstico reservado (Nota del autor).
+[5] También estuvo con Alfonso XIII el capitán de corbeta Pablo E. Nieto. Según cuenta en sus memorias, se fumó un «Sasini» con Su Majestad. ¡Qué honor para nuestra Marina de Guerra! (Nota del autor).
+[6] ¿Qué significa pork and beans? Tiene la palabra el Honorable Representante Armando Solano. ¡Y silencio en las barras, que está de pie el orador boyacense! (Nota del autor).
+[7] Esta palabra «dirme», en lugar de «irme», no la tiene en su vocabulario lírico nuestro primo Enrique Revollo del Castillo y Pujol. Pero se la cedemos para su colección, ¡qué diablos! (Nota del autor).
+[8] Con este remoquete —Jorge V— bautizaron a Jorge Mateus una noche en El Playón, cuando en el delirum tremens de una rumba gritaba el aedo de Chiquinquirá: «¡Abajo Jorge V!… ¡Viva el Partido Liberal de Ocaña!…». Es histórico (Nota del autor).
+A las doce de la noche se levantan
+los frailes y las monjas a rezar por nosotros.
+CARLOS V
+Mi amigo: por unos biznietos de Hipócrates
+se irán las Hermanas… ¡Muy pronto se irán,
+pues quieren —do zurcen su vida evangélica—
+ponerles en Santa Clara un hospital!
+Porque ellas no aportan diplomas científicos,
+¿son hoy zurdos ceros románticos? ¡Bah!…
+¿Qué más terapéutica que el pan eucarístico
+después de la sacra siringa de Pan?
+Que hagan esos teguas 202 clínicas,
+cien laboratorios, mil catres obstétricos
+y ocho chistes flojos dignos de Mark Twain…
+Mientras que nosotros diremos exánimes,
+llorando, llorando como llora el Niágara:
+—¡Adiós, Hermanitas de la Caridad!
+¡Viva España,
+do-re-mi-fa-sol-la!
+LA MARCHA DE CÁDIZ
+Cuentan, doctor, que Enrique J. Arrázola
+no es de la grey del arzobispo… ¡Oh, sol
+crepuscular de la leyenda bíblica!
+¿Josué no se detiene en Gabaón?
+Porque este caso —el caso único, histórico—
+predice una hecatombe. ¡Y no es un bluff!
+Que vamos a temblar —roto el sismógrafo[9]—
+con la misma «eficiencia»[10] del Japón!…
+Pues sabiendo que Arrázola, el cismático,
+nunca será —sin cruz y sin camándulas,
+siendo uno de los cien— gobernador,
+¿quién nos pondrá en la orilla, pobres náufragos?…
+Y A. J. de Irisarri grita ahogándose
+esta sola palabra: ¡Clemenceau!
+[9] Sismógrafo es sinónimo de Pedro Nel (Nota del autor).
+[10] Vocablo muy usado en la época del virrey Alcántara; hoy es anticuado y sólo lo emplean los poetas futuristas (Nota del autor).
+Vejez, si tú me has puesto en un camino
+que no es posible desandar, siquiera
+—¡y hazlo por compasión!— no agües mi vino,
+mi última copa de falerno… ¡Espera!…
+No adelantes la hora de mi sino
+fatal, la inexorable hora postrera,
+que aún no ha llegado mi cajón de pino,
+mi fatídica caja de madera…
+¡Que aún ni piensan cavar mi sepultura!…
+Y si hoy no aliso canas y entre memos
+y sabios sé lucir mi dentadura,
+no vayas a decir que eso es mentira,
+como «ese cielo azul que todos vemos»
+y «aquel bello carmín de doña Elvira»…
+Y déjame apurar, como te pido,
+mi última copa sin la inicua pena
+de irme achacoso hacia el eterno olvido,
+tras de los granos del reloj de arena…
+De irme entre sinsabores y el torcido
+dolor que ahora me angustia y me envenena,
+porque comí lo que a un recién nacido
+no le hace daño: leche con avena…
+Mas si tú, que hoy me miras abrumado,
+me has de poner, como nos dijo el vate,
+«chato, pelón, sin dientes y estevado»,
+¡llámame a Satanás, Vejez maldita,
+para poder hacer un disparate,
+como Fausto, y buscar mi Margarita!…
+Ved lo que el mundo decía,
+viendo el féretro pasar.
+CAMPOAMOR
+¡Cuántas mujeres, cuando muera,
+se ocuparán, tal vez, de mí!…
+[A Inés la quise en la escalera,
+y a Juana en un chiribitil].
+¡Mas todo en vano!… ¡Oh, qué agorera
+la última farsa hecha en latín,
+junto al cochero de chistera
+senatorial, ebrio de anís!…
+Malos discursos, tres coronas
+¡y yo indefenso!… Las personas
+graves dirán: —¿De qué murió?
+Mientras que Luisa, Rosa, Elena,
+podrán decir: —¡Oh, qué alma buena!
+Pensando a solas: —¡Fue un bribón!